jueves, 5 de junio de 2025

Historia de Quito: Páginas desconocidas


Páginas desconocidas

Por Bolívar Bravo Arauz para El Comercio

Iniciado con inusitado brío la construcción del Ferrocarril del Sur, con la constitución de The Guayaquil and Quito Railway Company, sueño dorado de Alfaro de ver realizada la construcción para unir la Sierra y la Costa por el monstruo de hierro, desterrando el difícil y peligroso transporte de lomo de mula, emprendida una lucha tenaz contra la ciega oposición de los conservadores, tuvo la concepción de llevar a cabo la construcción de otros ferrocarriles, una verdadera red que cruce el territorio nacional y así es como el 26 de septiembre de 1906, se firmó el acta y se iniciaron los trabajos del Ferrocarril del Norte. Recuérdese que el Ferrocarril del Sur, con gran alborozo, se inauguró el 25 de junio de 1908, en la segunda Presidencia del viejito Alfaro. 

El acta firmada está concebida en los siguientes términos.

"En la quinta de las Hermanas de la Providencia, a orillas del Río Machángara, por donde pasa el trazo de la línea férrea, el general Eloy Alfaro, encargado del Mando Supremo de la República, los ministros de Estado, el jefe civil y militar de la provincia, el ingeniero de Gobierno, el Sr. Benoni Lockwood, con su respectivo cuerpo de ingenieros en representación de Guayaquil and Quito Railway Company y varias personas notables del lugar, con el objeto de inaugurar solemnemente los trabajos de prolongación del ferrocarril Ibarra; el señor Lockwood puso en manos del Jefe de Estado, general Alfaro, para que iniciara la apertura de la vía.

El general Alfaro dijo: "En nombre del progreso de la República, doy principio a los trabajos de este nuevo ferrocarril". Luego dio la palabra al ministro de obras públicas, Dr. Manuel Montalvo. Firmaron el acta el general Alfaro, el Dr. Manuel Montalvo, el señor C. Echanique, los generales Julio Román, Flavio Alfaro, ministros de Estado, los ingenieros H. P. Ruque, W. Wochman, Benoni Lockwood, R. Linton, J. B. Morris, Henry Hidern y los funcionarios del Estado Dr. Belisario Albán Mestanza, José Peralta, Abelardo Moncayo, Celiano Monge, R. Vallarino, Colón Eloy Alfaro Paredes, Francisco Arbelaez, O. Pareja, O Pasquel, Rafael Uribe, Francisco Valdéz, mayor F. Franzani, miembro de la Misión Militar Chilena, comandante Ricardo Garzón, comandante Teodoro Donoso, Ricardo Félix A. Silvers, José Moncayo, Antonio Cepeda, Sergio Enríquez, Eliseo Vélez, José Sosa y siguen muchas firmas.

El subsecretario de ministro de el subsecretario del Ministerio de Obras Públicas, Antonio C Toledo. También se dio comienzo a la construcción de tramos de ferrocarril de Chone a Santa Ana, de Puerto Bolívar a Piedras, Sibambe, Cuenca y al mantenimiento de varias carreteras conforme lo permitían las posibilidades.

Al Oriente

Otro de los empeños de Eloy Alfaro fue la construcción de un ferrocarril al oriente que llevaría al país a las selvas amazónicas, a las que tiene justo y legítimo derecho. Se conoce de sobra que salió de Quito con gente quiteña, con indios quiteños, la expedición descubridora del gran río de las Amazonas, el río de Quito. Fue el resultado del sacrificio de los quiteños de su esfuerzo, de su sangre llevada a feliz término por el intrépido capitán Francisco de Orellana, el fundador de Santiago de Guayaquil.

Acaso no nos recuerda esta histórica gesta y glorioso descubrimiento quiteño, realizado en 1542, una gran placa pétrea colocada en los muros de nuestra catedral metropolitana.

El conde Chanarcé propuso la construcción de un ferrocarril al Oriente ecuatoriano, previa a la concesión de tierras para la explotación. El país no estaba en condiciones económicas de construir un ferrocarril de esta naturaleza.

Alfaro consultó la opinión pública a través de sus gobernadores y le fue adversa. El país rugió y hoy nos hemos quedado sin el ferrocarril y enormes extensiones de tierras del Oriente por la perfidia y la voracidad del enemigo del sur.


sábado, 24 de mayo de 2025

Historia de Quito: celebración del centenario de la Batalla de Pichincha



Celebración del centenario de la Batalla de Pichincha 

Por Bolívar Bravo Arauz para El Comercio

Para celebrar dignamente el primer centenario de la Batalla de Pichincha, el Congreso de 1919 dictó un decreto por el cual se establecía una Junta del Centenario. Esta se integró el 2 de enero de 1920.

La Junta del Centenario consideró que las obras de mayor urgencia en las que debía emprender eran la canalización y pavimentación de la ciudad. 

Para los trabajos de canalización y alcantarillado, habían efectuado estudios la extinguida Junta del Agua Potable de Quito, el Ministerio de Obras Públicas y el Municipio de Quito. La Junta creyó conveniente aprobar el estudio del ingeniero W. Schoeter.

El 25 de Agosto de 1921, se firmó el contrato, para la canalización de una sección de la ciudad, comprendida entre las calles Olmedo, Cuenca, Rocafuerte y Flores, incluyéndose además la canalización de la calle Guayaquil hasta la calle Elizalde y de la calle Maldonado hasta el puente sobre el río Machángara que debía estar terminado antes del 24 de mayo de 1922. A la misma fecha debía estar terminada la pavimentación de una sección de la ciudad. El valor del contrato de canalización fue de 390.843 sucres.

En 1921, se licitó la obra de pavimentación de la ciudad; a la licitación concurrieron el Ing. Manuel A. Navarro, quien presentó el sistema bitulitico y otras firmas que abogaban por la colocación de adoquines. Luego de un informe del ingeniero Ernesto Franco se aceptó y así el 21 de abril de 1921, se aceptó la propuesta del Ing. Navarro. Debía hacerse la pavimentación de la ciudad con hormigón asfáltico según el procedimiento de la casa Warren Bross Company firmándose la respectiva escritura. 

Debía pavimentarse una superficie de 150 000 metros cuadrados. Se pagaría había 14 sucres por cada metro de pavimento, siendo por lo tanto el valor del contrato de dos millones, cien mil sucres, con la obligación de dejar toda la maquinaria y herramienta y más accesorios en beneficio de la junta. Además, el contratista garantizaba que el material y la mano de obra sería de la mejor clase y que, además, el contratista se obligaba a reparar cualquier desperfecto o daño durante el plazo de cinco años contados desde la fecha de entrega.

Es natural que hubo problemas en los trabajos como los referentes a las tuberías de agua potable y, sobre todo, por los rieles de los tranvías eléctricos que circulaban en la ciudad. Se consintió en la en la colocación de postes que obstruían las calles y aceras con peligro para los transeúntes y pasajeros de los tranvías. El contratista debía entregar 50.000 metros pavimentados antes del 24 de mayo del 1922.

La pavimentación debía cubrir las siguientes calles, reemplazando el antiguo empedrado: Avenida 24 de mayo entre las sección Imbabura y García Moreno; García Moreno entre 24 de Mayo y Olmedo; Venezuela entre Rocafuerte y Olmedo; Guayaquil de Rocafuerte a la Alameda; Maldonado entre Rocafuerte y puente sobre el Machángara; Rocafuerte entre García Moreno y Maldonado; Bolívar entre Cuenca y Flores; Sucre entre Cuenca y Guayaquil; Bolivia (hoy espejo) entre García Moreno y Flores; Chile entre Cuenca y Flores; Mejía entre García Moreno y Guayaquil; Olmedo entre García Moreno y Guayaquil; Flores entre Rocafuerte y Chile; Plaza de Santo Domingo entre Rocafuerte y Chile y Cuenca entre Chile y Bolívar.

El Congreso de 1921 constituyó la junta con nuevos miembros. 

Como obras a efectuar también se consideró la rectificación de la Avenida Colombia, para la regularidad y ensanche de la calle. Debía hacerse la expropiación de los terrenos necesarios, la construcción de una gradería que ponga en comunicación la calle Arenas con la Benalcázar.

Se consideró la realización de obras indispensables para el embellecimiento de la entrada sur de la ciudad mediante el ensanche de la carrera Maldonado, desde el puente del Machángara hasta el Parque Centenario, a expensas de una faja perteneciente al huerto del convento del Buen Pastor; el arreglo de las aceras de las casas frente al Parque La Recoleta. El empedrado de la avenida 18 de septiembre, hoy 10 de agosto, desde El Ejido hasta la avenida Colón y la construcción de dos acueductos que cruzan dicha avenida. La nivelación de la calle Vargas con un costo de 5.000 sucres, el relleno del hueco de la quebrada Jerusalén para la canalización del puente de los Gallinazos. 

El costo de estas obras ascendió a 1'100.000 sucres. 

Luego, la Junta entró a considerar el programa de las fiestas. Se acordó la acuñación de medallas conmemorativas de las fiestas. Se contrató con el artista Luis F. Veloz la restauración de 500 cuadros de las iglesias y conventos de San Agustín, San Francisco y la sacristía de la iglesia de Guápulo. 

El contratista comenzó su trabajo en la sala capitular de San Agustín. Con el artista Antonio Salgado se contrató la construcción de una fuente con la escultura La Insidia a colocarse en el parque de Mayo. Se acordó la realización de una gran exposición de artes e industrias a presentar en los pabellones del nuevo hospital civil (hoy Eugenio Espejo que no se inauguraba).

Foto: archivo particular. 





domingo, 18 de mayo de 2025

Historia de Quito: el negro Ceferino Congo


El negro Ceferino Congo 

Por Bolívar Bravo Arauz para El Comercio

La real orden mercedaria tiene en sus páginas de recuerdos hechos gloriosos. Es redentora de cautivos, según su fundador San Pedro Nolasco. Fray Hernando de Granada fundó la primera escuela para niños en esta ciudad, ya con el apoyo de su amigo, Sebastián de Benalcázar. 

En épocas de la guerra independencia y sobre todo la Batalla de Pichincha, jugó un rol importante. Por primera vez, flameó el tricolor nacional en las torres El Tejar que guarda el recuerdo del Padre Bolaños.

Se cuenta que el padre Leopoldo Roldán Cajas al visitar el pueblito de Perucho, le dieron una agradable sorpresa al regalarle un negrito del Chota, al que le pusieron el nombre de Ceferino Congo. El negro Ceferino era un muy reconocido en Quito. Usaba lentes era alto y fornido.

El negrito resultó mudo, pero vivo, despierto, servicial e inteligente. Todo lo que le enseñaba el Padre Roldán aprendía sin dificultad. Al regresar el Padre Roldán de un viaje que había realizado a México, le sorprendió la muerte y el pobre negrito perdió a su querido patrón. Era apreciado en la comunidad. 

Ceferino Congo fue encargado de dar cuerda al reloj de la torre de La Merced que fue traído por el Padre Alban hace siglo y medio. Además se encargaba de la iglesia para las misas y honras fúnebres, Ceferino regulaba el reloj cuando se cuando se atrasaba subiera la torre estaba el pabellón y bajaba también la bandera pero previamente izaba el tricolor nacional.

Iba a la biblioteca, a la magistral biblioteca de la orden, cogía un libro lo hojeaba y luego lo aprobaba con la cabeza, como diciendo es muy bueno.

Ceferino dejó gratos recuerdos.

En la Orden Mercedaria de la época no puede olvidarse al padre Joel Leonidas Monroy, cuencano, venerable sacerdote, autor de importantes obras de carácter histórico y promotor de la coronación de Nuestra Señora de la merced de Quito. A la época puede recordarse a los padres Juan Ignacio Moreno, Francisco Rueda, Coronel, Calderón, Guillermo y Benjamín Bravo Cabrera, y últimamente los padres Luis del C. S. Acuatias, Visitador, Santamaría, Cadena y al dinámico Padre Octavio Proaño. También es notable el Padre Pedro Armengol Villafuerte.

No puede olvidarse en esta pequeña crónica a un antiguo educador, el hermano Valenzuela, y sus compañeros Maldonado, Egas, Benigno Mejía, todos fallecidos.

Igualmente, se recuerda que el negrito Ceferino Congo, un buen día, se presentó en la iglesia vestido de blanco para que le den la primera comunión. Era muy diligente; hacía mandados; recorría el convento, ayudaba en la cocina.

Despertaba admiración, pues por sus formidables fuerzas y solito replicaba la gran campana de la Virgen, moviendo el gran badajo. Se relata que esta campana fue una de las tantas revoluciones que hemos tenido y perdió su gran sonoridad.

Se aclara que Congo tenía buena vista, pero le gustaba usar anteojos y salir con buche a la calle. Saludaba con todos y a todos. Les daba la mano demostrando gran sociedad lo que hacía que todos lo quisieron. 

Cuando el negrito Ceferino enfermó y y murió, su fallecimiento fue muy sentido y constituyó una grave pérdida para la comunidad mercedaria, pues era un útil y abnegado servidor.

Foto: archivo familiar. 

domingo, 11 de mayo de 2025

Historia de Quito: crónicas humorísticas-La Tela de Araña 1925-26


Por Bolívar Bravo Arauz para El Comercio. Una crónica sobre la historia de Quito.

Crónicas humorísticas-La Tela de Araña 1925-26

Quito atravesaba el primer cuarto de siglo. El 9 de julio de 1925, la liga de militares jóvenes dio al traste con el gobierno para "terminar la tiranía bancaria", especialmente del Banco Comercial y Agrícola apresando a su gerente don Francisco Urbina Jado. Se formó la Junta de Gobierno integrada por eminentes ciudadanos: Luis Napoleón Dillon, Modesto Larrea Gijón, José Rafael Bustamante, Francisco Arízaga Luque, Pedro Pablo Garaicoa, Francisco J. boloña y el general Francisco Gómez de la Torre, para las diferentes carteras.

Se inició la reforma tributaria y se decretó la creación del Banco Central, pero la Junta cayó. Se formó la Segunda Junta de Gobierno compuesta igualmente por valiosos y prestantes elementos tales como Humberto Albornoz, Julio Moreno Peñaherrera, Homero Viteri, Isidro Ayora y Adolfo Hidalgo Nevares. 

En abril de 1926, el doctor Ayora fue llevado a la presidencia por la junta militar presidida por el comandante Juan Ignacio Pareja e integrada por el teniente coronel Telmo Paz y Miño, mayores Federico Struve, Sierra Paredes, Morán Estrada, capitán Alfaro del Pozo

Vino la misión Kenmerer e inició una era de verdaderas reformas.

Un recordado periodista, don Leonardo Echeverría, quien en 1917 publicara La Langosta inició la publicación del periódico que llevaba el título de Tela de Araña. 

En las páginas del periódico existen sabrosas crónicas. Una de ellas en verso y que se refiere a la época abril de 1926, y dice:

Hablemos de modas 

De moda, alzarse el traje
de moda, los ternos todos
de moda al hacer un viaje
a Telaraña las moscas 

Y aquí vienen las chiquillas,
con cuartillo de vestidos
enseñando las rodillas
a buenos y corrompidos.

Y a unas viejas pretenciosas
con sus canillas agudas
haciéndose las donosas
y un tanto desvergonzadas
y hasta las viejas han visto
al ver pasar una guambra
él pasa muy tiesa y muy lista
le dicen con ira: samba...! 

De moda está el socialismo
de moda, la Misión Kenmerer
de moda, el bolcheviquismo
de moda siempre el querer 

Lo que ya pasó de moda
fue el botón Córdoba y sus ministros
pues hicieron buena poda
los militares más listos

Y entraron de moda aquellos
y de moda sigue siendo
para esposas guapas, bellas
y si llevan muchas estrellas.
Lo que la moda ha empezado
en hacer locas de amor
a toda Eva que ha llegado
a saborear el tambor.

Luego hay la letanía a San Isidro ayora. dice así:

Oh glorioso Isidro Ayora!

Dad a los oportunistas
el aviso de que aún no es hora.
Si te acosan muchos canes
soltad a los edecanes.

Y si alguien mucho ha llorado
hacedle que le consuele
tu secretario privado

San Leonardito Palacios
impide tú los ascensos
de los pelos muy lacios 

Y si más te piden la toga
haz que pasen por la vista
de Ángel Isaac Chiriboga 

Si Carlitos Ordeñana
obliga a tus empleados
que vayan más de mañana.
Si una maestra llora a mares
entrégale al calladito
a José María Suárez 

Si Homerito Viteri Lafronte
te tira del consulado
mándale que se consulte
con Carlos Manuel Larrea 

Si Pedro Pablo Egüez
todos te agradeceremos
la energía que despliegues
si de tu agrado no sea
algún director de diario
será Valverde Rumbea
San Julito Moreno
o todos los pícaros
ordénales pongan freno.
Y si acaso no pudiera
amonestar le toca
a Isaac J. Barrera

Y San Pedrito Núñez
a los que suben el cambio
recórtales las uñas
en tu puesto eres el rey
por lo tanto mándales a ahorcar
con Manuelito Stacey.

San Lino Cárdenas, dile
a Santa junta de Beneficencia
que en arriendos se estire

San Enrique Bustamante
el más alegre milagrero
deja de ser tunante
sólo así tu secretario
en todos los matrimonios
vestirá escapulario. 

San Guillermito Burbano
pon mordaza a las placeras
como hombre, no como hermano.
Más si no puedes hacerlo
descarga tu poderío
en el audaz Jorge Merlo.

 Oh santos descoyuntados
Oh tenientes políticos
del todo necesitados
rogad que haya matrimonios
de bocas pintadas
y pocas feas con moños
para que así seamos dignos
de alcanzar vuestras promesas.
Amén. 

Para entender la letanía, se hace indispensable conocer la nómina de alto de los altos funcionarios de la época: presidente-dictador, Dr. Isidro Ayora. Ministro de Gobierno, Julio E. Moreno P.; subsecretario, Isaac J. Barrera; ministro de Relaciones Exteriores, Homero Viteri Lafronte y subsecretario, Carlos Manuel Larrea. Ministro de Instrucción Pública, Carlos Ordeñana y subsecretario José María Suárez M. 

Ministro de Previsión Social, Pedro Pablo Egüez y subsecretario, Luis Valverde Rumbea. Ministro de Defensa Nacional, Leonardo J. Palacios y subsecretario coronel Ángel Isaac Chiriboga Navarro. Secretaria privado de la Presidencia, Julio Endara M., ministro de Hacienda, Dr. Pedro L. Núñez y subsecretario Manuel Stacey.

Director de la Junta de Asistencia Pública, doctor Lino Cárdenas, director de Registro Civil, Enrique Bustamante L., intendente general de Policía, coronel Guillermo Burbano Rueda y secretario, licenciado Jorge Merlo.

Crédito de la foto: archivo particular.
Pie de foto: la Plaza Grande antes de la instalación del monumento de la Independencia. Tiene abundante vegetación y árboles. Al fondo, el Palacio de Carondelet.  

lunes, 5 de mayo de 2025

El Teatro Nacional Sucre


 Por Bolívar Bravo Arauz para El Comercio 

En el Centro Histórico de Quito, Centro Colonial, se yergue el Teatro Nacional Sucre, escenario de grandes presentaciones artísticas y culturales, de antiguos debates universitarios estrictamente académicos e inolvidables veladas.

Desde los tiempos de la colonia, muy grande ha sido la afición de la sociedad quiteña por las presentaciones dramáticas. A ellas concurría lo más granado de la ciudad y se realizaban cuando se celebraba el nacimiento de algún príncipe, se alzaba la bandera por el Rey o se trataba de la premiación solemne a fin de cada año en los colegios que los había muy pocos. Las piezas elegidas cuando no eran de Lope de Vega o Tirso de Molina (Gabriel Telles) se referían a lo divino y las más de ellas sabían a autos sacramentales que se llevaban a cabo en la sala de San Luis o el Convictorio de San Fernando.

Ha quedado para la historia del recuerdo de la función que prepararon los próceres de nuestra independencia y que juzgaron adecuadas como La Araucana y el Catón de Utica, velada que se llevó a escena en el convictorio de San Fernando (hoy colegio de los Corazones) y que cayó bien en el ánimo de los quiteños que ya soñaban con la emancipación.

Hay que recordar que, en los primeros años de la República, visitaban de vez en cuando la capital y el puerto de Guayaquil afamadas compañías extranjeras que no tuvieron éxito y cosecharon únicamente admiración y aplausos.

El Congreso Extraordinario de 1867, reunido en Quito y presidido por el doctor Manuel Angulo proscribió corridas de toros y declaró atribución de los municipios la construcción de teatros en el territorio de las municipalidades La primera disposición se cumplió estrictamente con la entrega que caracterizaba al gobierno de entonces, de García Moreno. Lo segundo se lo realizó la entidad municipal.

En marzo de 1877, el ministro de lo interior, don Pedro Carbo, aprobó a nombre del gobierno de los estatutos de la sociedad La Civilización, formada por hombres cultos de la época y le concedió el terreno y la casa de la carnicería, para que allí se construya un teatro en el plazo de dos años.

Habían transcurrido siete meses cuando un nuevo comité compuesto por los jóvenes liberales entusiastas, con Luis Salvador que representaba como delegado del Ejecutivo, procedió a la demolición de una vetusta galería que fue construida por el presidente de la Real Audiencia, Villalengua, para que desde allí se presencien las lidias de toros.

En el periódico El Fénix, se burlaban de este proyecto de teatro para la juventud.

En 1880, se dio principio a la construcción del teatro mediante un contrato celebrado entre el gobierno del general Ignacio de Veintimilla y Leopoldo Salvador.

En 1887, nuestro historiador Don Pedro Fermín Cevallos anotaba que el sólido y gran Teatro Nacional se hallaba concluido y que Su costo era de ciento once mil sucres. La construcción había durado 7 años.

SOLEMNE INAUGURACIÓN

La solemne inauguración se llevó a cabo el 15 de noviembre de 1887, a las ocho y media de la noche, con la actuación del célebre pianista de París, capitán Voyer. El himno nacional fue ejecutado por la orquesta y banda de Artillería. El programa desarrollado fue el siguiente: 

1.- Marcha Indiana arreglada para el piano por el capitán Boyer.

2.- Estudios en La Menor de Thelberg.

3.- Sonámbula de Thelberg y un Allegro en La Menor con acompañamiento musical de gran orquesta.

Por el escenario del Sucre han desfilado célebres cantantes de ópera, actores dramáticos y cómicos, operetas, zarzuelas y compañías de renombre.

En una crónica corta como ésta, no podemos olvidar el gran papel del tramoyistas, utileros y de una gran cantidad de actores y gente de teatro que trabajaban tesoneramente para deleitar al público y también para ilustrarlo, pues el teatro es el medio de arte y cultura.

En el sucre se han presentado, entre otros artistas, pianistas de la talla de Arturo Rubinstein, bailarinas como Carmen Amaya, balletistas como Tamara Toumanova.

Por allí también ha desfilado conjuntos y artistas ecuatorianos como la recordadas compañías de Marina Moncayo y Marco Barahona, Telmo Vásconez, Tita Merizalde, Leonardo Páez, Eduardo Albornoz, María Victoria Aguilera, el popular y querido Ernesto Albán Mosquera que está celebrando sus bodas de oro de vida artística, Carlota Jaramillo de Araujo y una interminable lista de artistas nacionales que han cosechado muchos triunfos artísticos.

En 1900, hubo necesidad de efectuar formales reparaciones en el Teatro Sucre y el General Eloy Alfaro, Presidente de la República, dispuso que se contratase con el mismo arquitecto que trabajó los planos del Teatro las reformas indispensables. Cambió el techo; puso un cielo raso con armaduras y cubierta de hierro y acero y varió el piso de la platea con la suma de cinco mil sucres. Se pidió a Europa los mejores asientos.

En la presidencia de Galo Plaza Lasso, siendo ministro de Educación y subsecretario los licenciados Gustavo Darquea Terán y Humberto Vacas Gómez, respectivamente, se procedió la remodelación del hermoso teatro, bajo la dirección del director de Construcciones Escolares, Ing. Eugenio Klein. 

Con gran dirección y técnicas se hicieron trabajos de cambios en el cielo raso, pisos, escenario, cambios de asientos de butaca, arreglo de galería, hall de entrada, dotándole de gran belleza, hermosura y comodidad dignas del primer teatro de la capital.

Fotografía: archivo particular. 

martes, 29 de abril de 2025

Historia del Ministerio de Educación


Por Bolívar Bravo Arauz para El Comercio

A lo largo de la vida republicana, la educación ha sido uno de los principales campos de acción de los gobiernos ecuatorianos.

Se debe recordar que, el 13 de mayo de 1830, las corporaciones y los padres de familia resolvieron constituirse en Estado libre e independiente. El 11 de septiembre del mismo año, se reúne el Congreso Constituyente en Riobamba y nombra presidente del nuevo Estado al general Juan José Flores.

Uno de los decretos importantes, aprobados por esta primera Asamblea Constituyente, declaraba: "La capital del Estado Ecuatoriano será siempre e irrevocablemente la ciudad de Quito". Se eligió también para Vicepresidente de la República al brillante patriota y excelso poeta guayaquileño, José Joaquín de Olmedo Maruri.

El presidente Flores, de acuerdo con la Constitución aprobada, Art. 38, estableció un Ministerio de Estado dividido en las Secciones de Gobierno Interior y Exterior y de Hacienda. El despacho de Guerra y Marina se puso a cargo del Jefe de Estado Mayor del Ejército. El 23 de septiembre se nombró para Ministro Secretario del Despacho al Dr. José Félix Valdivieso. Se hizo cargo del portafolio el 15 de noviembre, fecha que estuvo al frente el doctor Esteban Febres Cordero, Secretario General.

Por decreto del 3 de noviembre de 1831, el presidente Flores creó el Ministerio de Hacienda. 

De acuerdo con la Constitución Política de 1835, Art. 69, se establecieron tres ministerios de Estado: De lo Interior y Relaciones Exteriores, de Hacienda, Guerra y Marina.

Durante la vida republicana, han prestado la mayor atención al desarrollo de la educación los regímenes de Rocafuerte, García Moreno, Eloy Alfaro y Leonidas Plaza Gutiérrez.

El Ministerio de instrucción pública aparece como tal en los comienzos de este siglo.

La Asamblea Constituyente, reunida en 1897, (luego de la transformación liberal, 5 de junio de 1895), con fecha 1 de junio, creó el Instituto Nacional Mejía con las secciones de primaria secundaria y normal.

En 1901,se crean en esta ciudad los institutos pedagógicos para señoritas y varones, los normales Juan Montalvo y Manuela Cañizares de relevante servicio a la educación ecuatoriana durante 75 años.

Al frente del Ministerio de Instrucción pública vemos al comienzo del siglo al doctor José Peralta como uno de los ministros más destacados del régimen liberal y que luchó ardorosamente por la implantación de laicismo. Hombres eminentes, educadores de fuste, ilustres escritores, periodistas han desfilado por el ministerio, realizando una labor altamente beneficiosa y positiva para el país y dejando una huella luminosa.

Los 82 ministros de Educación por orden cronológico son los siguientes: Dr. José Peralta, Dr. Julio Arias, General Julio Andrade, Luis A. Martínez, Dr. Ángel Espinosa, general Julio Román, Dr. Francisco Martínez, Dr. Alfredo Monge, Dr. César Borja, Dr. Alejandro Reyes, Dr. Carlos Rendón Pérez, Dr. Carlos R. Tobar, Dr. León Becerra, Luis Napoleón Dillon, Dr. Manuel María Sánchez, Dr. Carlos Tobar y Borgoño, Rafael Pino Roca, Dr, Manuel Eduardo Escudero, doctor Pablo A. Vasconez, Dr. Francisco Arizaga Luque, Dr. Alfonso Hidalgo Veneres, Dr. Homero Viteri Lafronte, Dr. Carlos Ordeñana, Dr. Daniel Córdova Toral, Dr. Manuel María Sánchez (segundo periodo), Dr. Ángel Modesto Paredes, Dr. Francisco Pérez Borja, Dr. Manuel Cabeza de Vaca, Dr. Manuel Benjamín Carrión, Dr. Leopoldo Izquieta Pérez, Dr. Catón Cárdenas, Dr. Aquiles Rigail, Luis F. Villamar, Dr. Antonio Parra Velasco, Dr. Franklin Tello. Dr. Carlos Hurtado Flor, Dr. Reinaldo Espinosa, Carlos Zambrano Orejuela, Dr. José A. de Rubira Ramos, coronel Guillermo Burbano Rueda, general Marco de León, coronel Francisco Urrutia Suárez, Dr. José María Estrada Coello, Guillermo Bustamante, Dr. Abelardo Montalvo, Dr. Carlos Pérez Sánchez, Dr. Alfredo Vera, Jaime Chávez Ramírez, Marco Tulio González, ingeniero Pedro Pinto Guzmán,  Dr. Alfonso B. Larrea, Dr. Miguel García Moreno, Lic. Gustavo Darquea Terán, Dr. Carlos Cueva Tamariz, Fernando Cháves,  Dr. Ricardo Martínez Cobo, Dr. Alberto Cordero Tamariz, Dr. Alfonso González, ingeniero José Pons Vizcaíno, Dr. Enrique Arroyo Delgado, José Luis Alfaro Bahamonde, Dr. José Vaquerizo Maldonado, Dr. Leonidas Ortega Moreira, Dr. Sergio Quirola Alarcón, Dr. Gonzalo Abad G., Lic. Humberto Vacas Gómez, Dr. César Jaramillo Pérez, Dr. Luis Monsalve Pozo, Dr.  Carlos Larreátegui, Dr. Fabián Jaramillo Dávila, Dr. Cicerón Robles Velázquez, Dr. Hugo Larrea Benalcázar, Lcdo. Alfonso Arroyo Robelly, Dr. A. Solórzano, Dr. Francisco Jaramillo Dávila, Dr. Luis Pachano Carrión, general Vicente Anda Aguirre, general Guillermo Durán Arcentales, general Gustavo Vásconez y Vásconez, general Fernando Dobronsky Ojeda y actual Dr. Galo García Feraud.  

El Magisterio ha ido obteniendo muchas conquistas: Ley de Escalafón y Sueldos, Ley de Cesantía y una positiva mejora, el Convenio de Jubilación Especial, (1964), siendo ministro del ramo el  Lcdo. Vacas Gómez.

La labor ha sido ardua y difícil, sobre todo por los pocos recursos que significa la educación. Sin embargo, se ha hecho mucho. Campañas de alfabetización, construcciones escolares y equipamiento de los planteles respectivos. Afanes de reforma educativa. El panorama ha cambiado mucho y hoy con gran orgullo vemos cómo se han sembrado escuelas y colegios en diferentes regiones de la República. Antes había que castigar, multar para que manden a los niños a las escuelas. Hoy se considera un privilegio ser aceptado en los establecimientos de educación. Los tiempos y las mentalidades cambian.

Foto: archivo particular. Es la antigua casa del expresidente de la República, Gabriel García Moreno, en donde funcionó por varios años el Ministerio de Educación. En 1998, la Dirección Provincial permanecía allí. Actualmente, ese inmueble es patrimonial. El hijo de Gabriel García Moreno vivió allí hasta 1931. La vivienda es de estilo neoclásico. El Instituto Metropolitano de Patrimonio (IMP) busca que en esa casa se instale el Archivo Histórico de la Ciudad. La casa se localiza en las calles Rocafuerte y Guayaquil, frente a la Plaza de Santo Domingo. 

sábado, 19 de abril de 2025

Los viejos hospitales de Quito


Por Bolívar Bravo Arauz para El Comercio 

La Real Audiencia de Quito comprendía más de un millón de kilómetros cuadrados. Fue nombrado primer presidente el licenciado Hernando de Santillán, hombre muy culto, graduado en una de las principales universidades de España. Era arrogante y terco. En cambio era de noble corazón, defensor de indios y pobres. Por estas razones, fundó la Cofradía de la Caridad y más aún, el 9 de marzo de 1565, inauguró el primer Hospital para blancos e indios, llamado de la Santa Misericordia de Nuestro Señor Jesucristo. Es el viejo Hospital San Juan de Dios.

Según Gualberto Arcos y Enrique Garcés, las enfermedades azotaron con furor monstruoso durante la colonia: viruelas, tabardillo, flujos, anginas, cámaras, alfombrillas, fiebres con manchas. Claro, por la mitad de la calle corría el caño. La Universidad estaba en la Colonia llena de teólogos y jurisconsultos. Pocos médicos. En aquella época, se cobraba dos reales por una sangría. Un real, los barberos, por sacar una muela. Las recetas: para el tabardillo, hoy enfermedades gastro intestinales. A la disentería o diarrea llamaban guicho, si era gente del pueblo y para los nobles: cámaras. En 1597 se hacía el contrato para la atención con el primer médico, Dr. Adolfo Valdez y luego en 1601 con el doctor Fernando Meneses. En 1645, con el presbítero doctor Iván Navarro y con el doctor Juan Martínez de la Peña, quien atendió a Mariana de Jesús Paredes y Flores, Azucena de Quito, practicándole sangría y salvándole de la muerte, en una terrible epidemia de la época. José Mejía Lequerica, cuñado de Espejo, también a fue médico.

La farmacopea es curiosa y así se recetaba caldo de polla ronca. La tela de cordero para curar la hernia; para las calenturas, llantén con cebada, aguacate machacado. Había muchos curanderos empíricos.

Se inauguró el Hospital Eugenio Espejo u Hospital Civil, el 24 de marzo de 1933, con asistencia del presidente de la República, Juan D. Martínez Mera. La Justa de Asistencia Pública se hallaba integrada en este año por el Director, Dr. Augusto Egas y las señores Ing. Carlos Freile Larrea, Dr. Julio Endara, Dr. Eustorgio Salgado, Nicolás Delgado, Manuel Mena Caamaño. Miguel Ángel Álvarez; Dr. Leoncio Patiño, asesor jurídico; Leonardo Ponce, Tesorero y Secretario, Dr. José Alejandro Calisto. Abría sus puertas 368 años después de fundado el Hospital San Juan de Dios.

El General Eloy Alfaro, por decreto expedido el 22 de junio de 1896, creo en Quito la Junta de Beneficencia. Estuvo constituida por Carlos R. Tobar, Modesto Sánchez Carbo, Juan F. Game, Dr. Manuel María Bueno, Edmundo Cateford, Amable Enríquez Ante, Joaquín Gómez de la Torre, Genaro Larrea, Ramón Patiño, Dr. Alejandro Cárdenas, Pablo Chiriboga, Augusto Kisarenmacher, Juan José Narváez, Alejandro Reyes, Ludovico Sedestrol y Dr. Pablo A. Vásconez.

El primer empeño de Alfaro y de sus ministros, Dr. Abelardo Montalvo y Agustín Yerovi, fue el de construir un nuevo hospital en Quito que reemplazara al viejo y colonial San Juan de Dios. Con tal fin, el 23 de mayo de 1901, se puso la primera piedra con asistencia del vicepresidente de la República, Dr. Carlos Freile Z., el Dr. Felicísimo López, Ministro de Estado y numeroso público, en el lote que fue adquirido en 1898. Era el mayor late ya que posteriormente fueron adquiridos otros. Este primer lote costó 10.500 sucres vendido por Buenaventura Malo y Valentina German. Los otros lotes fueron comprados a Benjamín Piedra, Dr. Alejandro Romo Leroux y otros por un valor total de 43.905 sucres. En la construcción del Hospital se invirtió 2'147.157 sucres.

En 1912, luego de adquiridos nueve lotes, se inició la construcción con los planos del Arquitecto Francisco Smith. Pero no se logró mayor progreso. En 1914, se resolvió continuar los trabajos por parte de la Junta, previos los planos de los arquitectos Guillermo Shaeter y Auguste Ridder.

Para los trabajos, el Banco del Pichincha hizo un préstamo de 125.000 sucres.

En 1919, la Junta de Beneficencia logró acumular dinero con el producto de los arrendamientos de los predios de la Junta, y en 1921 se reiniciaron los trabajos. Desde 1929 se trabaja intensamente y se empieza el equipamiento del Hospital. La superficie total es de 240.000 metros cuadrados. En este local se efectuó, en 1922, la Gran Exposición Industrial con motivo del Primer Centenario de la Batalla de Pichincha.

El Ministerio de Salud pronto iniciará la construcción del Hospital de Especialidades Eugenio Espero con un costo de 1.000'000.000 de sucre para 500 camas. Igualmente, se inaugurará el Hospital del Sur Enrique Garcés. También estará funcionando el Hospital Pablo Arturo Suárez al norte de la ciudad. El Dr. Suárez fue un gran higienista y Rector de la Universidad Central.

Foto: Pacientes del antiguo Hospital San Juan de Dios / Quito Informa

 

lunes, 31 de marzo de 2025

Postrimerías del siglo XX

 


Por Bolívar Bravo para EL COMERCIO

Durante la vida republicana, nuestra patria ha sido asolada por las revoluciones muy cruentas y por las pestes. En la Colonia, fueron los terremotos y las invasiones de los piratas. Cada época tiene su plaga. A veces, las revoluciones no tienen justificaciones. Los pueblos se cansan de las dictaduras y de los abusos del poder.

Contra el general Ignacio de Veintimilla, cuya única obra que parece recordarse es la construcción del Teatro Nacional Sacre, el país emergió y vino la restauración. En la defensa de Veintimilla, el Capitán General, emerge valerosa la figura de Marieta, su sobrina.

Por aquel entonces, no había Registro Oficial. Se publicaba El Nacional. En sus páginas constan todos los manifiestos de los pueblos del Ecuador a favor del nuevo orden. Caído Veintimilla, luego de combatir a sangre y fuego, se funda en esta ciudad el gobierno Provisional integrado por los generales José María Sarasti y Agustín Guerrero, Pedro Ignacio Lizarzaburo, Rafael Pérez Pareja, Pablo Herrera el académico de la Lengua, Vicente Lucio Salazar, a quien se le encaras la Cartera de Hacienda y se nombra como Subsecretario al doctor Gabriel Jesús Núñez.

Luego de la restauración de los ataques de que fuera víctima la Institución, alma mater de la cultura, se nombre como rector al doctor Camilo Ponce y vicerrector al doctor Camilo Egas.

Director General de Instrucción Publica al doctor Federico González Suárez, doctor historiador, y más tarde Arzobispo de Quito. Subdirector de estudios a Roberto Espinoza. No existe Ministerio de Educación. Al aceptar el cargo, el presbítero González Suárez expresa: Acepto el cargo no sólo por la importancia que tiene, sino como reconocimiento a la conducta a la que se ha hecho acreedora la juventud ecuatoriana, por su gallarda actitud en defensa de nuestras instituciones republicanas y patrias. Quito, febrero 13 de 1863.

En este año, vemos funcionando el Consejo Superior de Instrucción Publica que subsiste hasta 1926, cuyo Presidente era Modesto Espinosa y Secretario el doctor Manuel Baca.

Al dar cuenta de su gestión, González Suárez expresa en su informe que ha asistido a los exámenes del Colegio Nacional y de la Universidad y me encuentro satisfecho del rendimiento de los jóvenes. La juventud debe ser siempre estudiosa y cumplidora de sus deberes en forma estricta. 

En 1883, la Corte Suprema de Justicia se halla integrada por los siguientes magistrados: José María Guerrero, Vicente Nieto, Pedro José Cevallos, Antonio Muñoz y Fernando Pólit. Debe recordarse que Fernando Pólit fue presidente por algunas ocasiones del Concejo Municipal de Quito. Oficial Mayor fue Nicolás Melo y Secretario el doctor Vicente Mogro.

DIVISION TERRITORIAL

En este año, se da a conocer que la división territorial del Ecuador es la siguiente: Provincias de Imbabura, Pichincha, León, Tungurahua, Chimborazo, Azuay, Loja, Los Ríos, Guayas, Manabí y Esmeraldas. Región Oriental y Archipiélago de Galápagos.

Parroquias urbanas de Quito, capital de la República: El Sagrario, Santa Barbara, Santa Prisca, San Blas, San Millán, San Sebastián, San Roque y Chimbacalle.

MINISTERIOS DE ESTADO

Es interesante recordar lo que decía la Ley de Régimen Administrativo. Cada uno de los ministros secretarios de Estado obrará a nombre y por autoridad del Presidente de la República o Encargado del poder Ejecutivo  que es el órgano principal de la administración en general. 

Los Ministros de Estado eran (Art. 19) de lo Interior y Relaciones Exteriores, de Hacienda y de Guerra y Marina.

BANCOS DE QUITO

En Quito existía el Banco de Quito, cuyo capital era de 884 499 pesos. Estado consolidado a febrero de 1882, el Gerente era el doctor Pedro F. Cevallos; Cajero Pedro Quiñónez y Contador. H. Morales

En Guayaquil funcionaba el Banco del Ecuador. El Banco de la Unión de Quito tenía un capital de 1’ 186.304 pesos. El gerente general era Manuel Palacios; cajero, Enrique Hurtado.

Según un balance, las cuentas corrientes ascendían a 191 082 pesos y los billetes en circulación alcanzaban los 519.952 pesos.

La sal costaba ocho reales la arroba, 9 de julio de 1881. El 23 de mayo de 1883, por Decreto Ejecutivo, se incorpora la Biblioteca Nacional a la Universidad Central. 

ANALES DE LA UNIVERSIDAD CENTRAL

Como un faro de luz y para la difusión de las letras y de la ciencia, en marzo de 1863, aparece el primer número de los anales de la Universidad de Quito. Esta valiosa publicación ha continuado y se tiene en archivos hasta el número 357.

En el primer número constan los discursos del Ministro de lo Interior, José Modesto Espinosa, literato de renombre; del doctor Camilo Ponce, Rector de la Universidad, de los estudiantes de las tres clásicas facultades de Jurisprudencia. Medicina y Ciencias, Pacífico Villagómez, Manuel María Casares y Pedro Antonio Guarderas, del doctor Julio B. Enríquez, Decano de Jurisprudencia, del doctor Carlos Casares, Profesor de Derecho Civil, de Don Manuel María Pólit, profesor de Lengua y Literatura francesa, más tarde Arzobispo de Quito. 

Además, artículos del doctor Ángel Polibio Chávez, Antonio Muñoz, Carlos Pérez Quiñónez, Teniente Coronel doctor Manuel Nicolás Arizaga, Ricardo Carrión, Adolfo Baquero Montaño, Eduardo Pérez Chiriboga y del doctor Luis Cordero, entre otros.

Crédito de la foto: archivo nacional. 

lunes, 24 de marzo de 2025

El monumento a los héroes del 10 de Agosto de 1809


Por Bolívar Bravo Arauz para la Sección del Recuerdo de El Comercio


Se refiere en las crónicas ya empolvadas por el tiempo que, en el año de 1757, según el Padre Juan Domico Coleti, que en la ciudad de Quito, Quitum o Quitoa, de donde toma el nombre toda la provincia y que está situada bajo la Línea Equinoccial, existe en el centro de la ciudad una Plaza Mayor que se abre en un cuadrado de trescientas brazas, de suerte que toda la circunferencia era de unas 1.200 brazas.

Los cuatro lados del mismo lo forman al oeste el Palacio llamado de la Audiencia, en donde reside el Presidente; al este el Palacio Obispal y otras casas que están al lado izquierdo; frente a este y al lado Sur, la Iglesia Catedral siendo su titular a San Pedro.

En la mitad de la plaza se halla una fuente de piedra que se asemeja a la piedra tallada llamada de Rignano en la Istria; no es un mal trabajo y en la cima de la pila hay un ángel dorado que arroja agua desde una trompeta que parece tocara.

Añade que la ciudad se halla dividida en siete cuarteles o parroquias que son: El Sagrario, San Sebastián, San Blas, Santa Bárbara, San Marcos, San Roque y Santa Prisca. Hay casas de religiosos que son: dominicanos, franciscanos, agustinos, mercedarios, jesuitas y betlemitas. Los primeros tienen la Casa Grande y los otros la Recoleta. Los betlemitas tienen a su cargo el hospital de enfermos que tiene dos salas: para hombres y mujeres. Así permaneció la Plaza Mayor, llena de fango, sin empedrar.

Han pasado los años y hoy admiramos en el centro de la Plaza de la Independencia, el más hermoso monumento de granito y bronce para honrar a los próceres que lucharon y se sacrificaron para prender la antorcha luminosa por la libertad, el 10 de agosto de 1809, a fin de darnos una patria libre y soberana.

LOS GESTORES

Las crónicas edilicias señalan que en el último lustro del siglo, surgió la noble y patriótica iniciativa del Cabildo de Quito de levantar un monumento digno de la honor y la gloria, el homenaje permanente y eterno a los próceres quiteños, por lo cual un notable grupo de ciudadanos constituyó el Comité respectivo presidido por doctor Dr. Carlos R. Tobar e integrado por el Dr. Lino Cárdenas, presidente del concejo Municipal de Quito, Genaro Larrea, Alejandro Saa, y Daniel Román. Posteriormente, entró a conformar el doctor Francisco Andrade Marín, brazo ejecutor del proyecto.

Debe recordarse que tanto el Dr. Carlos Tobar como el doctor Lino Cárdenas, fueron ministro de estado, y rectores de la Universidad Central.  El Dr. Tobar, recordado literato, escribió en 1895 un libro titulado: Relación de un veterano de la Independencia.

El Municipio de Quito destinó la suma de diez mil sucres, como aporte inicial para la obra. Para la gestión económica y recolección de fondos fueron encargados los señores: Dr. Modesto A. Peñaherrera, Neptalí Bonifaz, José Madrid y Juan Mortensen. Por excusa de dos de sus miembros fueron designados los señores Juan Manuel Lasso Ascázubi y Carlos Espinosa.

Se proseguían los trabajos con entusiasmo. Por eso es curioso anotar que el primer proyecto de monumento fue presentado por el artista J.B. Mincheti, afamado escultor italiano. Se hicieron consultas de precios a las casas White Bronze Monument de Filadelfia y Uchtrich de Alemania, pero se desiste de las propuestas.

Como pasa el tiempo, la ciudadanía quiteña reclama con insistencia por la ejecución del monumento, pues afirma que es imprescindible pagar una deuda de gratitud para los próceres quiteños.  Y para que se lleve a efecto, aprovechan de las sombras de la noche para derrocar la pila de la Plaza Grande y obligar a las autoridades a levantar el monumento.

Al fin se logra que se coloque la primera piedra, el 10 de agosto de 1898, en la presidencia del general Alfaro. En el acto solemne toman la palabra los doctores Carlos R. Tobar, Francisco Andrade Marín, el gran higienizador de Quito que hizo el relleno de la quebrada Jerusalén hoy la Avenida 24 de mayo.

Continúa la recolección de fondos mediante contribuciones voluntarias, y para acrecentar se organizan rifas y veladas; los municipios envían contribuciones y no llega la de Guayaquil.

En 1902 se abre en Europa un concurso en el que participan escultores y artistas de fama universal, con la intervención del Cónsul del Ecuador en París, doctor Víctor Manuel Rendón.

LOS PARTICIPANTES

Participan en el concurso: Bertholdi, autor de la estatua de la Libertad que se levanta en la entrada de Nueva York; Michelet, autor de los bustos de Olmedo y Montalvo; Dampt Bartholome, autor del momento de Parede Chasaime; Aube Eichemuller, autor del monumento de Gambetta en el Palacio de Louvre; Auban, autor de monumento de Garibaldi en Italia y varios otros.

En marzo de 1904, se efectúa una gran sesión ampliada del Concejo Municipal de Quito, bajo la presidencia del señor Genaro Larrea y vicepresidente señor Enrique Freile Z.; los concejales Ramón Calisto, Feliciano Checa, Andrés O. Orces, Rudolfo Riofrío, Daniel Burbano de Lara, Dr. Manuel Montalvo, Dr. Alejandro Reyes, y Leonardo Fernández Salvador, actuando de secretario Manuel María Guerra, los miembros del Comité 10 de agosto Pro Erección del Monumento, asesorados por los más notables ingenieros y arquitectos de la época y se resuelve  acoger y aprobar, por ser la más conveniente, la del escultor italiano Adriatico Frioli. Igualmente, se resuelve dirigirse al cónsul del Ecuador en Génova, Dr. Leonidas Pallares Arteta, para que suscriba el contrato por la suma de 200.000 sucres.

En esta ciudad, se firma el contrato con arquitecto Lorenzo Durini, para el monumento.

Se hace un detallado estudio de los relieves que deben ir en el monumento, en el pedestal. Igualmente, se aprueba que debe llamarse próceres y se resuelve que junto a éstos debe ir el nombre de Manuela Cañizares.

El monumento trabajado por Frioli, llega a Guayaquil el 2 de febrero de 1906. Los nombres de los próceres que consta en la placa son los siguientes:

Álvarez Gabriel, Álvarez Vicente, Angulo Miguel, Ante Antonio, Argote Ramón, Benavides Melchor, Ascázubi José, Castelo, Castelo Manuel, Correa, Cuero y Caicedo José, Checa, Donoso Manuel. En otra placa del lado norte del monumento constan los nombres del Dr. Francisco Javier de Santacruz y Espejo, Manuela Cañizares, Guerrero Juan José, Hurtado Martín, Jerez José, Larrea Manuel, Landáburo, Matheu Manuel, Miraflores, Salazar, Silva, Solanda, Bejarano Jacinto, Vélez Nicolás, Villa Orellana, Zaldumbide Jorge, Zambrano Manuel, Zea Francisco, Montúfar Pedro, Mosquera, Peña Nicolás, Pineda Antonio, Luis Rodrigo Saá.

En otra placa se señala: Nómina de los Próceres de la Independencia ecuatoriana alevosamente asesinados en su propia prisión el 2 de agosto de 1810: Albán José, Aguilera Nicolás, Arenas Juan Pablo, Ascázubi Francisco Javier, Melo Víctor, Larrea Juan, Cajías Manuel, Godoy, Mideros, Morales Juan de Dios, Oleas Atanasio, Peña Antonio, Quiroga, Riofrío José, Tobar José, Villalobos, Vinueza José. Las calles de la ciudadela Vicentina llevan los nombres de algunos de estos próceres y héroes.

ALEGORIAS

Corona el monumento Quito, Luz de América, una bella estatua con la antorcha de la libertad y luz. Al pie el león ibérico herido de muerte con una flecha, el águila de los Andes con las alas desplegadas y rotas las cadenas de la esclavitud, el Escudo de Armas de la República; las armas de la victoria, la cruz y los laureles del triunfo. En los bajos relieves, la sala Capitular de San Agustín en donde se suscribió el acta de la Revolución Patriótica del 10 de agosto de 1809. El otro relieve se refiera al asesinato de los próceres. Hay que recordar que la Plaza de la Independencia, hasta 1940, o sea hasta la Segunda Guerra Mundial, estaba rodeada de unas artísticas verjas de hierro con seis puertas adornadas con escudos. Por las noches se cerraban las puertas de la Plaza Mayor. Iguales verjas habían en la Alameda, y pequeñas verjas en los jardines de las plazas de Santo Domingo y La Merced de esta ciudad.

Fotos: archivo nacional. 




domingo, 9 de marzo de 2025

Los juegos infantiles, parte del folklore

 

Foto: Tomada del libro Los Sesenta de Luis Mejía

Por Bolívar Bravo Arauz para las Crónicas del Recuerdo de El Comercio

En la infancia hay recreaciones infantiles para pasar dulcemente las horas mediante variedad de juegos que se eje cutan acompañados de canciones sen cillas y tiernas. Estas canciones forman la base de nuestro folclore. Mucho y de estos juegos fueron trasladados de la Península y no carecen de originalidad.

Se puede evocar de los tiempos de la infancia, los goces infinitos de chapotear por las calles mojadas. En la ciudad acogedora y gentil, risueña y graciosa en la que llueve trece meses al año, según expresión popular.

Veíamos congregarse en los amplios patios de las casas, en los huertos perfumados y en las estrechas calles de una ciudad alumbrada por el farolito al conjuro de mil leyendas y tradiciones de una ciudad que soñaba con los fantasmas, duendes y aparecidos.

Los tiempos han cambiado al igual que la fisonomía de la ciudad y la forma tradicional y pintoresca.

De esos juegos de la edad dorada y feliz de la infancia, el más recordado es sin duda el juego de la Viudita Inquieta, en el que cogidos de las manos, con inmensa alegría expresado en los sonrosados rostros, mientras el viento agitaba las trenzas larguísimas de las niñas, o la melenita de los pequeños, al mismo tiempo que se sitúa en el medio una niña, los demás dan las vueltas cantando:

Hermosas doncellas

que al prado venís
a recoger flores
de mayo y abril 

La niña que hace el papel de viuda y que está en el centro del círculo, canta entonces sola:

Yo soy la viudita
del Conde Laurel.
Yo quiero casarme 
y no hallo con quien 

El coro infantil responde: 

Pues siendo tan bella
no encuentras con quien
elige a tu gusto 
aquí tienes cien

La viudita contesta:

Elijo esta niña
por ser la más bella
la blanca azucena
del todo el jardín

El coro responde otra vez:

Y ahora que hallaste 
la prenda querida
feliz a su lado 
pasarás la vida
contigo sí
contigo no
contigo viudita 
me casaré yo

Y en esas mismas noches, cuando oíamos absortos, de los labios de nuestras abuelitas, relatar los cuentos espeluznantes, sin pensar que algún día habíamos de escuchar reemplazados por las ondas milagrosas de la radio, el cine sonoro y la televisión, con ingenuidad repetíamos:

A la una... sale la luna
A las dos... suena el reloj
A las tres, sale el Andrés
A las cuatro, salta el gato
A las cinco, viene Jacinto
A las seis, juega Moisés
A las siete, el Diablo se mete
A las ocho, come tu bizcocho
A las nueve, nadie se mueve
A las 10:00, pasa el ciempiés

Después de la cena, venía la alegría desbordante y sincera, en medio de un claro cielo en noche de luna serrana. A veces, en las noches de invierno, obscuras y frías entonces, se repetía esta cantinela:

Agua, Señor de San Marcos
Señor de los charcos
para mi lindo traguito 
que está muy bonito 
para mi cebada
que está muy granada
para mi sandía
que está muy florida
para mi aceituna
que ya tiene una. 

Y amanecida plácida y risueña la vida de esta ciudad tranquila y solariega se oía esta simpática relación:

Cu-cu-cu-cu
cantaba la rana
debajo del agua
pasó un caballero
de capa y espada
pasó una señora 
de falda de cola
pasó un marinero
llevando un romero
le pedí un ramito
no me quiso dar
y entonces de rabia
me puse a llorar

Ráfagas heladas de verano o soles ardientes con nubes de polvo y besos de viento, invitaban al juego en las colinas cercanas. Se recuerdan los juegos que comenzaban así:

Buenos días su señorío
matantirum - tirulan
que quería su señoría
matantirulan

Otros juegos son: el yasta y otros.
Otro jueguito decía así:

Pin pin Serafín
cuchillito de marfil
manda la ronda que esconda este pie
tras la puerta de San Miguel
amén papel 




domingo, 2 de marzo de 2025

Antiguos institutores de Quito

 

Por Bolívar Bravo Arauz para la Sección del Recuerdo de El Comercio

Antes de la fundación de los normales había los renombrados institutores para quienes va esta nota en la página de recuerdos. Estos maestros son: Daniel Enrique Proaño, las señoritas Toledo, Obdulia Quevedo, Los señores Pablo J. Gutiérrez, Ricardo Rodríguez, Roberto Cruz.

Daniel Enrique Proaño 

Nació en 1850. Una escuela fiscal de Quito lleva su nombre. Estudio en un instituto Cartográfico de la Escuela Politécnica fundada Por García Moreno. Fue director del antiguo instituto de Pedagogía. En 1880, en el barrio de La Ronda funda el colegio de Santa Infancia. En este colegio, fundado por ese insigne pedagogo había desayuno escolar, la gota de leche, enseñanza ejemplar y gimnasia. Funcionó durante 50 años. Escribió varios libros como Compendio de Gramática, la educación popular, cinco tomos en la Revista Pedagógica, folletos en prosa y en verso.

El general Alfaro mandó a imprimir 1 500 folletos de Educación Popular para que sean distribuidos gratuitamente. Fue también notable en esta época don Roberto Cruz autor de numerosos libros. Lleva su nombre la escuela de la parroquia de la Magdalena.

Proaño fue director de Estudios de Pichincha, miembro del Consejo Escolar y vocal del consejo de Instrucción Pública.

Su vestido era característico. Leva, bastón, trajes elegantes. Era de pequeña estatura, de tez morena y era muy respetado por la ciudadanía y los altos funcionarios del Gobierno. Vivió por muchos años en el barrio de la Tola.

Escuela de la Toledo

¿Quién no ha escuchado hablar del famoso jardín del Instituto de las Señoritas Toledo? 

Funcionó en la Casa de la Inquisición (calle Bolívar y Venezuela), derrocada por afán de modernización de la urbe colonial. Luego pasó a la calle Rocafuerte, bajos del convento de Santo Domingo.

La fundadora, Lucinda Toledo (un jardín de infantes lleva su nombre), nació en Quito, en 1863. Fue hija de Antonio Toledo y Nicanora Paredes. Se educó en la escuelas de los Sagrados Corazones y San Carlos. A los 15 años comenzó la carrera del magisterio, en Ambato. Luego vino a Quito a prestar sus servicios en la escuela de los Sagrados Corazones. Pronto fundó la escuela de San Luis Gonzaga para los varones y Santa Rosa de Lima para las niñas. 

Le ayudan en esta labor María Eduviges y Teresa. Cobraban como pensión veinte centavos por mes.

Pasaron los años, las generaciones agradecidas acuerdan rendir homenaje a su dilecta profesora, Lucinda Toledo. Se funda el comité formado por los caballeros: Gustavo Bueno, Carlos Mantilla Ortega, Miguel Dousdebés, doctor Julio Vásconez, Benjamín Chiriboga, Gerardo Enríquez.

En el gobierno del doctor Carlos Arroyo del Río, siendo ministro de Educación el doctor Abelardo Montalvo, en 1943, se le concede la condecoración al mérito. Para la entrega de la presea aurea se efectuó la sesión solemne en el Teatro Nacional Sucre. Se habían consagrado sus ex-alumnos que demostraron su gratitud para tan insigne educadora. Entre estos merecen citarse el padre Julio Armijos S., Augusto Arias, doctor Julio Vásconez Delgado, ingeniero Alfonso Calderón, ex-ministro de Previsión y Trabajo y de Defensa Nacional, Alfonso Pérez Pallares, ex-alcalde de Quito, doctor José Ricardo Chiriboga Villagómez, también ex-alcalde, doctor Víctor Hugo Vayas, ex-controlador de la Nación, etc.

La señorita Toledo vivió en sus últimos años rodeada de sus sobrinas Nicanora, Rosa María, Ana Lucía y Rosario Zurita. La casa de la señorita Toledo se halla ubicada frente a la capilla de señor de los milagros, en el tradicional barrio de la Loma. Se conserva con religiosidad un ábaco en el que aprendían los niños a calcular.

Pablo J. Gutiérrez 

Otro notable educador fue Don Pablo Julián Gutiérrez. Fue profesor del colegio Mejía y de varios otros planteles. Es autor de la Aritmética de Bolsillo y Aritmética comercial, valiosos textos de enseñanza.

La escuela Pablo J. Gutiérrez fue fundada hace 44 años y funcionaba en la ciudadela América. La escuela tiene su prestigio y han ocupado la dirección los profesores Jorge Regalado, Rosendo Mediavilla, Héctor Zurita Pico y el actual, licenciado Rubén Lárraga, quien se halla 20 años frente al plantel.

Hay que anotar que esta escuela no tenía un local donde funcionar. Para solucionar este grave problema, el Ministerio de Educación acaba de adquirir una amplia y hermosa quinta en la avenida Universitaria, en la suma de 7'646 912 sucres, a los herederos de Cristóbal Bonifaz.

Benefactora de la educación 

Merece especial mención Isabel Palacios. Tenía afán por la educación popular, de los niños quiteños de hogares humildes. Donó la casa y el terreno en donde se construyó el local para la escuela Hermano Miguel de la parroquia de San Blas. En este lugar, calle Guayaquil, se construyo un edificio moderno donde funciona el Ministerio de Agricultura y Ganadería.

Se cuenta que un día que salía de su casa situada en la antigua calle Bolivia, hoy Espejo, en el lugar en el que existe el Teatro Bolívar vio que un alguacil cuyo nombre era Jorge Yépez pero que se le conocía con el apodo o mote de Ángel Dormido, llevaba preso a un acaudalado industrial, Juan Pío Aguirre, que tenía una gran fábrica en Latacunga, pero que había sido arrasado por un aluvión y su fortuna había sufrido fuerte quebrando. Le dice al alguacil: suelte al caballero y venga a mi casa que yo cubriré su deuda porque el es un hombre honrado, pero en desgracia. Y así lo hizo. Isabel Palacios hacía muchas donaciones y ayudas.

Camilo Salas Valderrama 

Otro recordado maestro es Camilo Salas Valderrama. Educador quiteño fue nombrado director de la escuela Central de varones la que se denomino después Simón Bolívar N.1, la primera escuela fiscal laica establecida por el general Eloy Alfaro, luego de la transformación liberal del 5 de junio de 1895. Durante la administración del general Leonidas Plaza, Camilo Salas fue consejero escolar en la compañía  de Federico Santur, maestro quiteño que prestó sus servicios docentes por algunos años, en Centro América.

El Consejo Escolar, durante la administración de los ministros Luis Napoleón Dillon y Manuel María Sánchez, se preocupó por la implantación de la escuela laica gratuita y obligatoria de acuerdo con las normas constitucionales, la elaboración de planes y programas de estudio, dotación de mobiliario escolar, material didáctico y métodos de enseñanza hasta entonces desconocidos en el País. Otro ministro que se preocupó por el mejoramiento de la educación fue el doctor Alfredo Monge, hermano de don Celiano Monge, secretario particular del general Alfaro.

Fotografía: Archivo de la familia Bravo Arauz.






domingo, 23 de febrero de 2025

Recuerdos de una brillante generación

 



Por Bolívar Bravo Arauz para la Sección del Recuerdo de El Comercio

Mi apreciado colega Rodrigo Villacís Molina ha escrito una crónica sobre don Nelson Aníbal Núñez, sabio, hombre erudito en ciencias económicas, políglota, vidente. Como tengo más años y lo he conocido personalmente, voy a referirme a su valiosa labor y a su situación en el olvido. 

Hace más de medio siglo, se publicó en esta bella capital, una simpática revista “La Cruz”, semanario de un grupo de universitarios que integraban la Asociación católica de la Juventud Ecuatoriana.  Era antes del 9 de julio de 1925 y tenía nobles ideales. Recuerdo algunos de sus nombres: Nelson Aníbal Núñez a la cabeza, Luis Cornelio Díaz, Luis Afonso Ortiz Bilbao, Jorge Salvador Donoso, Rafael Villalba, Carlos Dousdebés, José Luis González y otros igualmente notables. Apunta que luego tuvieron otras publicaciones: La Defensa y El Campo. Pronto empezaron a desarrollar en diferentes actividades brillaron por su talento.

Nelson Aníbal Núñez, muy joven, y tal vez el mayor de todos, fundó la compañía Ambas Américas. Era, como bien dice Villacís Molina, un hombre que se había enamorado excesivamente de los libros y de los estudios. Aprendía varios idiomas y que luego los dominó. Pero su verdadera inclinación era por los estudios económicos, como Luis Napoleón Dillon, el gran creador y gran revolucionario, luchador indeclinable contra la dominación bancaria. Dominaba idiomas, como Gustavo Salgado el recordado catedrático universitario y valioso jurista, como Francisco Darquea (padre) hombre de trato exquisito y de talento.

Pasaron los años y en la administración de Dr. José M. Velasco y siendo ministro del Tesoro, actualmente Finanzas y anteriormente de Hacienda, los doctores Mariano Suárez Veintimilla y Enrique Arízaga Toral, fue Director técnico don Nelson Aníbal. Por entonces se publicaba el Boletín del Ministerio y allí se hallan los trabajos sobre ciencia hacendaria, tributación, como lo conoce el entonces subsecretario y pulcro funcionario Lcdo. José M. Avilés Mosquera que desempeñaba la Subsecretaría del Portafolio.

Llegó al poder Carlos Julio Arosemena Tola, quien nombró como ministros a los doctores Juan Tanga Marengo, Alfredo Pérez Guerrero, Teodoro Alvarado Olea, Raúl Clemente Huerta, para las carteras de Gobierno, Previsión Social, Economía y Tesoro, respectivamente. Para la cartera de Educación designó al doctor José Miguel García Moreno, quien ocupaba el rectorado de la Universidad de Guayaquil.

Núñez Valdéz presentó la renuncia ante el doctor Huerta y fue aceptada. Entiendo que no volvió a ocupar funciones públicas.  Sus colaboraciones y pronósticos sobre fenómenos sísmicos, crisis económicas, sociales, aparecían en el Debate, en la Revista Mercedaria y otras.

Es natural que se perdía a un honesto funcionario y a un hombre de gran valía. Son cosas de la política.

Posteriormente fue atacado por  el mal de Parkinson. Luego vino su miseria. Este terrible mal que ha atacado a hombres geniales.

Esto nos hace recordar la parálisis que le vino al Canónigo Luis R. Escalante, llamado el “Pico de Oro”

Quiteño, nacido en 1867. Fue párroco de El Belén, Santa Bárbara, San Sebastián y finalmente la Parroquia El Salvador. Fue nombrado Canónigo Honorario por el Arzobispo Manuel María Pólit Lasso.

Es digno de recordarse cuando ocupó la tribuna sagrada en la conmemoración del Centenario de la muerte del el Mariscal Sucre en la Catedral Metropolitana. Fue socio de la Bolivariana del Ecuador.

En su enfermedad, trombosis, le produjo una hemiplegia, parálisis del medio cuerpo y perdió también el habla.  Fue atendido por su sobrino el Dr. Juan Francisco Orellana.  Después de  seis años de enfermedad, murió en 1940 en la más espantosa miseria

En una carta que escribió sirviéndose de un diccionario y señalando palabra por palabra, expresó: “Sufro lo que no es decible. Triste, solo y pobre, pobre, porque en el ejercicio de mi ministerio sacerdotal nunca busqué granjerías. Dios quiso castigarme, dejando con mi vida mi corazón y son luz mi pensamiento. De ese cortejo inmenso que llenaban mi cuarto en los días que pasaron, no me ha quedado en la desgracia un solo amigo. Solo he pedido en mi horrible desgracia que Dios me lleve pronto”.

El canónigo Escalante, quiteño, fue teólogo, filósofo, orador, literato, lingüista y políglota, pues hablaba varios idiomas. En sus brazos, murió el Arzobispo Pólit Lasso, a la salida de una sesión de la Junta Consultiva de Relaciones Exteriores y también a consecuencia de un ataque.

Para terminar, solo se debe recordar que Nelson Aníbal Núñez yace hoy en el Hogar de Nuestra Señora de Lourdes para enfermos incurables que solo esperan la visita de la fiera Parca, hogar que se mantiene por la filantropía y el noble corazón de damas a cuya cabeza está la señorita Rosario Barahona E. Que contraste con aquellos que comercian con el hombre y el dolor de sus semejantes y de otros que aprovechan de los problemas, catástrofes y conflictos del país, para su beneficio personal y que se merecen sanción ejemplar.

Crédito de la foto: archivo familiar. 


domingo, 16 de febrero de 2025

Salas capitulares de Quito


Por Bolívar Bravo Arauz para El Comercio. Sección del Recuerdo

Quito posee dos Salas Capitulares en San Agustín que tiene una justa celebridad lugar en la historia pues allí se reunieron en 1809 los patriotas que en América fueron los primeros en construir una Junta Suprema y Soberana de Quito, que declaró la independencia . Es una reliquia que evoca la presencia de ilustres . De altas y macizas paredes, tiene a su cabecera un altar tallado y dorado maravillosamente del XVII, a cuyos lados hay hileras de asientos en gradería primorosamente tallados. 

Al fondo la misma mesa que sirvió para la Secretaría de Junta Suprema y la tribuna que sirvió para pronunciar las proclamas y decretos de nuestros próceres. Todo inspira respeto y recordación. El artesano colonial con sus arabescos. Allí hallamos cuadros del pintor quiteño Miguel de Santiago y cubre el piso una rica alfombra de aquellas fabricadas en los obrajes con arte y gracia. Esta sala fue restaurada en 1922, año del centenario de la Batalla de Pichincha, a cargo del artista Luis F. Veloz, pues los años le habían causado destrucción, asimismo los años en que el convento sirvió de cuartel. 

La otra sala capitular se halla en Casa de Casillas, Casa de los Canónigos o más bien de los Obispos de Quito, situada en la calle Venezuela 715. Encierra los retratos al óleo de todos los obispos de Quito desde 1545 a 1969, un total de 35 cuadros.

En orden cronológico son los siguientes: 

I.- El primer obispo García Días vino de España con Pedro de la Gasca, Pacificador. Asumió su cargo en 1545 y murió en en 1562.

II.- Fray Pedro de la Peña, dominico. Llegó al obispado en 1563. Fundó el Convento de la Inmaculada Concepción, murió en Lima en 1583.

III.- Fray Antonio de San Miguel Solier. Franciscano. Nombrado obispo, no se posesionó, falleciendo en Riobamba en 1590.

IV.- Fray López de Solís. Agustino. Obispo desde 1594 a 1606. Fundó el Colegio Seminario de Lima.

V.-  Fray Salvador de Rivera, nació en Lima. Obispo de Quito a la que llegó en 1605. Murió en Lima en 1612.

VI.- Fernando Arias Ugarte. Obispo de Quito, 1613, promovido luego a obispo de Santa Fé, Charcas y Lima. Falleció en 1638.

VII.- I. Alfonso de Santillana, dominico. Nació en Sevilla. Electo obispo en 1622, murió en octubre 1623.

VIII.- Fray Francisco de Sotomayor, franciscano. Llegó a Quito en enero de 1625. Falleció en Potosí en febrero de1630.

IX.- Fray Pedro de Oviedo. Monje Bernarco nació en Madrid. Obispo de Quito en 1629 y luego Arzobispo de Charcas, Murió en Potosí.

X.- Dr. Agustín de Ugarte Saravia. Inquisidor. Obispo de Quito desde 1646. Fundó el Monasterio del Carmen Bajo. Fue enterrado allí.

XI.- Sr. Alonso Peña Montero. Obispo desde 1652. Presidente de la Real Audiencia de Quito desde 1674.

XII.- Dr. Sancho Andrade Figueroa. Obispo desde 1688. Más tarde Virrey del Perú y Arzobispo de Santa Fe de Bogotá en 1702.

XIII.- Diego Ladrón de Guevara. Obispo de Quito, desde 1705 y virrey del Perú desde 1710. Murió en México en 1718,  cuando iba a España.

XIV. Luis Francisco Romero. Obispo de Santiago de Chile y luego de Quito en 1718, falleció en Charcas en 1729.

XV.-Fray Juan Gómez de la Cueva y Frías. Dirigió la Diócesis en octubre de 1726 al 21 de agosto de 1729 en que murió.

XVI.- Andrés Paredes de Polanco y Armendáriz. Nació en Lima, bispo de Quito de diciembre de 1734 a

..tuvo de obispo de 1791, a 1792,  renunció.

XXI.- Fray José María de la Madrid. Franciscano. Primer obispo natural de Quito, gobernó de 1772 1793. Falleció en alta mar.

XXII.- Miguel Álvaro Cortés, obispo de Quito 1796 a 1799.

XXIII.- Dr. José Cuero y Caicedo, natural de Cali, obispo de Quito, de 1800 a 1815. Prócer de nuestra independencia.

XXIV.- Dr. Leonardo Santander y Villavicencio. Obispo de Quito, de 1817 a 1822. Volvió a España en 1822.

XXV.- Dr. Rafael Lasso de la Vega, obispo de 1828 a 1833.

XXVI.- Nicolás Joaquín de Arteta y Calisto. Quiteño, obispo de 1833 a 1849. Consagró la Iglesia Catedral de Quito. En 1848 creó el Arzobispado de Quito y fue el primero como tal.

XXVII.- Francisco Javier. Arzobispo de 1851 a 1861

XXVIII.- Dr. José María Riofrío, lojano. Arzobispo en 1867. Murió en 1877.

XXIX.- Fray José María de Jesús Yerovi. Nació en Quito en 1819 y fue arzobispo entre 1867 y 1868 en que murió.

XXX.- Dr. José Ignacio Checa y Barba, quiteño. Arzobispo de 1868 a 1877, en que murió envenenado en viernes santo.

xxxi.-Dr. José Ignacio Ordoñez nació en Cuenca. Obispo de Riobamba en 1866 y arzobispo de 1882 a 1893.

XXXII.- Dr. Pedro González Calisto. Quiteño. Estudió en Roma. Arzobispo de 1893 a 1904, año en que murió.

XXXIII.- Dr. Federico González Suárez, quiteño, arzobispo desde 1906 hasta el primero de diciembre de 1917, año en que murió. Es el historiador máximo de Ecuador.

XXXIV.- I. Dr. Manuel María Polit Lasso. Nació en Quito en 1862, luego de ser obispo de Cuenca, ascendiendo al arzobispado de Quito en 1919 y falleció en 1933.

XXXV.- Su eminencia Carlos María de La Torre Nieto. Quiteño. Arzobispo desde 1933 a 1953, año en que se convirtió en el primer cardenal del Ecuador. Renunció por su edad en 1967. 

Sucedió al Cardenal de la Torre Mons. Pablo Muñoz Vega, nacido en Mira, provincia del Carchi en 1903. Profesor del Colegio Latinoamericano de Roma. 

Fotografía: El Comercio. 

lunes, 10 de febrero de 2025

Importantes sucesos en los albores del siglo XX


Por Bolívar Bravo Arauz para El Comercio

Al comenzar el siglo XX se registraron dos importantes acontecimientos: el hallazgo de los restos del Mariscal Antonio José de Sucre y la concurrencia del Ecuador a la feria Internacional de París, donde obtuvo importantes premios.

El Mariscal Antonio José de Sucre, a esta ciudad donde había formado su hogar, luego de asistir al congreso llamado “el Congreso admirable” y luego de expedir una carta fundamental, terminó sus labores. Este constituyente se reunió en Bogotá en 1830 y respaldado por Sucre. En esta Carta Política se seguía respaldando teóricamente la unidad colombiana. Posteriormente vino la separación. Las fuerzas gran colombianas derrotaron a las del Perú en la Batalla del Tarqui del 27 de febrero de 1827; los estrategas que organizaron fueron el Mariscal Sucre y Juan José Flores.
Cuando regresaba el Mariscal Sucre a esta ciudad, traidoramente fue asesinado en las selvas de Berruecos el 4 de junio de 1830. Había en el siniestro un tremendo detalle: los cinco asesinos, dos comandantes, un capitán y dos soldados. Fue en medio de odio político y ambiciones.
Habían transcurrido setenta años del crimen cuando ocurrió el hallazgo de los restos de Sucre. El 24 de abril de 1900 concurrieron para hacerse cargo de los restos y para luego hacer su identificación científica, el presidente general Eloy Alfaro, el vicepresidente Dr. Carlos Freile Zaldumbide, el vicepresidente alterno Dr. Abelardo Moncayo, el ministro del interior Rafael Gómez de la Torre, el ministro de hacienda Tomás Gallardo, el encargado de negocios de Francia Hipólito Franco, el Cónsul de Venezuela Manuel Jijón Larrea, el intendente de Policía de Pichincha Daniel Rodríguez, el delegado del Concejo Municipal de Quito Daniel Burbano de Lara, el Rector de la Universidad, Central Ignacio Gándara; los profesores de la Facultad de Medicina, Dr. Lino Cárdenas, Decano, Rafael Rodríguez, Manuel María Casares, Manuel María Almeida, Guillermo Ordóñez, Juan Antonio López y Luis Leoro.
Los restos se hallaban en una caja cuadrangular, deteriorada por el paso del tiempo. Fuera del cajón se encontró un vestido negro de mujer, fragmentos de bala y tablas. Se sacaron las piezas del esqueleto y los siguientes: una bata de niño, una camisa de niño, la parte delantera de otro vestido de niño y los que se encontraron también los siguientes: un cráneo con partes de huesos de la cara y cuya región temporal llamó la atención de los circundantes y de manera inmediata por perforación que en ella se descubrió, un maxilar inferior un puño y esternón, dos clavículas 19 vértebras, muchos fragmentos de costilla, una del sacro, dos fragmentos de omóplatos, dos húmeros, dos radios, dos cúbitos, algún hueso de las manos, dos huesos ilíacos destruidas, dos fémures, dos peronés, una rótula, dos calcáneos, algunos más de los pies.
Todas las piezas y vestidos, el cajón y la tierra fueron entregados al intendente de Policía para su custodia.
Al día siguiente, convocados a sesión extraordinaria en la Facultad de Ciencias Médicas, a la una de la tarde se hallaban presentes el Decano de la Facultad doctor Lino Cárdenas y los doctores Asencio Gándara, Rafael Rodríguez Maldonado, Manuel María Casares, Guillermo Ordóñez, Ricardo Ortiz Luis Felipe Leoro, Joaquín Ontaneda, Aparicio Batallas y Daniel Burbano de Lara, secretario de la Facultad, además los ministros de Estado y más autoridades.
Se procedió con las formalidades legales a abrir la caja y a estudiar detenidamente las partes óseas. Se llegó a las siguientes conclusiones: “todos los huesos pertenecen a un solo individuo del sexo masculino. Por el examen de las suturas craneales, la configuración de los huesos, la soldadura de las piezas del esternón y caracteres del maxilar inferior, el esqueleto pertenece a una persona de una estatura de un metro sesenta y ocho, a un metro setenta. Se cree que perteneció a un individuo de 35 a 40 años de edad".
Por los caracteres de la lesión en la región temporal derecha, esta debió ser producida por un proyectil esférico de arma de fuego que perforó el cráneo en la dirección de una tangente que, una vez destruidas las partes blandas, dio lugar a la perforación indicada.
Por los cabellos encontrados por su longitud diferente, pertenecen, a dos personas distintas y esto se corrobora por las prendas de vestir de niños encontrados.
La perfecta conformidad que guardan las lesiones del cráneo, con desgarraduras que se encuentran en el sombrero que llevaba la víctima el día del horroroso crimen y la particularidad de la configuración de la cabeza, y la particularidad de la configuración de la cabeza particularidades que resulta mejor comparadas con el perfil trazado en los retratos auténticos del Gran Mariscal.
Las lesiones encontradas en el antebrazo derecho que bien pudieron ser consecuencia del atentado cometido en Chuquisaca, Bolivia, cuando ejercía la presidencia de dicha nación, el 18 de abril de 1828, con lo cual la Facultad de Medicina de la Universidad Central cree que está comprobada la identidad de los restos del Mariscal de Ayacucho que se hallaban secretamente guardadas en el Carmen Moderno. Firmado en el acta respectiva.
El gobierno designó una comisión para rendir un gran homenaje el 24 de mayo y el 4 de junio de dicho año, comisión que se hallaba integrada en la siguiente forma: Por el Concejo Municipal de Quito, D. Daniel Burbano de Lara y Dr. Luis Eduardo Bueno. Por el ejecutivo Dr. Manuel Benigno Cueva, presidente de la cámara del senado, Dr. Carlos R. Tobar, comandante Delfín b. Treviño, Quintiliano Sánchez, Manuel Jijón Larrea, Jenaro Larrea y Julio Andrade. A esta comisión encargada en formular el programa de los actos se agregó posteriormente los señores Juan Murillo, Carlos Monteverde, José Fernández Madrid, Luis Napoleón Dillon, Dr. Alejandro Melo, Julio Jácome Ortega, Dr. Francisco Andrade Marín, Dr. Maximiliano Ontaneda, Juan Ignacio Pareja, Juan José Narváez y Manuel Jijón Ascázubi y Miguel Ángel Albornoz.
De esta conmemoración, se ha guardado el recuerdo de las honras fúnebres, efectuadas con gran solemnidad en la Catedral Metropolitana, en la que se pronunció una oración fúnebre el Monseñor Federico González Suárez.
Esta elocuente oración fúnebre se ha insertado en el tomo de oradores publicado por la colección Ariel, además en varias publicaciones, el Boletín Eclesiástico.
El descubrimiento de los restos del Gran Mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre, se debe al afamado médico Dr. Alejandro San Miguel Melo Montúfar. Es el caso que como facultativo atendió siempre a la señora Rosario Rivadeneira, la que perteneció a la servidumbre de la marquesa de Solanda, esposa del Gran Mariscal. Por esta circunstancia, muy feliz, por cierto, conoció que los restos del Mariscal se conservaban ocultos bajo el altar mayor del Carmen Bajo. Con gran interés y fervor patriótico se dedicó a establecer la verdad y la autenticidad de este secreto y de los restos, según nos ha manifestado el Dr. José Montero Carrión, autor de una importante obra, los Maestros del Ayer y Hoy en Medicina Ecuatoriana.

Crédito de la foto: INPC

 

lunes, 3 de febrero de 2025

Los músicos ciegos de Quito

Por Bolívar Bravo Arauz, excronista de El Comercio para la Sección del Recuerdo 

Se tiene una profunda admiración y simpatía para los artistas ciegos, a los no videntes que han cultivado el arte musical con verdadera maestría, con sentimientos de tristeza que es una clara revelación de su penosa existencia.

Entre los músicos ciegos hay que recordar, entre otros, a los siguientes: Alfonso Correa. fundador de la Sociedad de Ciegos Braille, Humberto de Rosa, Ángel Velásquez, Jorge Puente Humberto Acosta, Guillermo Viteri, Juan Borja y al ciego Basilio.

Comencemos por el ciego Basilio. Era de alta estatura: de cara redonda, le decían al sipo, por cuanto en su niñez había sido atacado de viruela, lo que le ocasionó la pérdida de la vista. Enseñaba a tocar la guitarra y el arpa Además, tocaba la flauta. Tocaba en actos religiosos, en fiestas y diversiones, poniendo la nota de alegría y regocijo. Era muy buscado.

Ángel Velásquez tocaba el arpa con primor. Ejecutaba música antigua y gozaba del aprecio popular. Se cuenta que era propietario de una casa en la Esquina de las Almas, entre las calles Rocafuerte e Imbabura, barrio San Roque.

Alfonso Correa, muy conocido y apreciado en Quito. Hombre culto, sabía leer y escribir por el método de Braile en relieve. Tenia varios libros en esta escritura y difundía sus conocimientos, por lo cual fundó la sociedad del mismo nombre. A pesar de su falta de vista, hacía pruebas y deleitaba en las casas de sus relaciones sociales. Tenía un oído finísimo y jamás se confundía con las personas a quienes conocía por su voz y por sus pasos. Fue alumno del Conservatorio de Música y aprendió a tocar el violín con el renombrado artista y escritor Enrique Terán, hijo del general Emilio María Terán. Correa fue artista de la radio e iba acompañado de su hermana Imelda.

Humberto de la Rosa, excelente artista, tocaba música nacional y extranjera. Andaba guiado por su madre, para transitar por las calles de Quito. Actuó por algunas ocasiones en Radio Tarqui.

Jorge Puente. Otro cieguito que se crió en el orfelinato cuando funcionaba en el hospicio. Cansado de pedir limosna, entró al Conservatorio de Música con el profesor Luis Adrián, llegando a dominar el piano. Adrián era maestro de capilla de San Roque y el Carmen Alto. A su muerte ocupó la vacante Jorge Puente. Se hacía leer buenos libros y tocaba el piano en casas de recreo.

Humberto Acosta vivía la quinta El Placer de la familia Álvarez Gangotena, que fue adquirida por el General Leonidas Plaza Gutiérrez, en su segunda administración presidencial para luego destinarlo al Instituto Normal Juan Montalvo.

En la esquina estaba la casa del Argomacín, un italiano que vendía trastos de porcelana. Además, en la misma calle Quiroga, en la parte alta vivía el pintor quiteño Joaquín Pinto. Al final de la calle Chile, vivía la familia Acosta Núñez: el último de los hijos de esta familia era el cieguito Humberto Acosta que tocaba guitarra, piano y violín.

Guillermo Viteri. Quedo ciego al estallar un tarro de pólvora que iba a soldar, fatal suceso que conmovió al vecindario. Tocaba el piano y andaba con un bastón blanco y un pito para pedir a los policías o transeúntes que le hagan pasar. Por su falta de vista era colérico y de mal humor.

Juan Borja. Hay un refrán que dice: Dios da la llaga y da la medicina. Juan Boria quiso iniciarse en el divino arte, el arte de los dioses, en el arte de Orfeo, pero no le fue posible. Ensayó entonces la declamación bajo la dirección de Abelardo Reboredo, en el Conservatorio de Música. Ayudado por una gran memoria, aprendió muchas y selectas poesías. Recitó hermosas poesías con verdadero arte en las radios.

Jamás pidió limosna. Solía pararse en el antiguo Pasaje Royal con las manos sobre el pecho y luego en la iglesia de La Concepción. El corazón de la gente quiteña que no es impávido ante el dolor ajeno le prestaba ayuda económica. Borja entró al Colegio Central Técnico y allí aprendió a tejer en mimbre para ayudarse en la lucha por la vida.

Foto: Imagen referencial de la esquina de las calles Guayaquil y Bolívar, frente a la Plaza de Santo Domingo. 

Crédito de la fotografía: INPC.

domingo, 26 de enero de 2025

Grandes figuras médicas de Quito

 

Grandes figuras médicas

La ciencia médica adquiere su progreso y avance a partir de la iniciación de la República. Comenzó con el doctor Juan Manuel de la Gala. Los enfermos eran atendidos por empíricos. Pero a partir de 1861, se organizaron las facultades en la Universidad Central, entre ellas la de Medicina. En los años siguientes, se encuentran médicos eminentes que salvan la vida de muchos enfermos y alivian el dolor. Los médicos que ejercían su profesión eran pocos, nos dijo el doctor José Montero Carrión, autor de valiosas obras sobre los valores de la medicina ecuatoriana.  

En la colonia aparece la figura del doctor Francisco Eugenio de Santacruz y Espejo, gran higienista y verdadero valor de la ciencia médica, según lo apunta Enrique Garcés, uno de sus biógrafos.

Entre los notables médicos podemos citar a José Manuel Espinosa, fue el primero que llegó al rectorado de la Universidad Central en 1845. En 1860 ascendió al rectorado por cuarta vez. Por sus conocimientos fue designado cirujano mayor del Ejército, cirujano de Hospital Militar de Quito, director general de estudios, presidente de la Junta de Sanidad de Quito. Luego encontramos a Juan Acevedo, cirujano del Hospital de la Ciudad. Nació en Quito, el año 1818. Fue un gran médico y cirujano, destacándose en Quito, en donde no había más de una docena de médicos. Se distinguió en los estudios de Anatomía y Cirugía. Y se consagró con especial empeño. Murió luego de hacer muchos bienes, a temprana edad, en sus floridos años.

Otra venerada figura en la ciencia médica fue Miguel Egas Cabezas, quien obtuvo su título de doctor en Medicina, en octubre de 1846, ante un tribunal compuesto por el Rector Dr. José María Espinosa y los miembros doctores Miguel Vergara, Joaquín T. Torres, Antonio Sáenz. Manuel Villavicencio obtuvo por oposición la cátedra de Medicina Legal y fue el segundo Rector Médico de la Universidad Central. En el año de 1879, Ignacio de Veintimilla lo desterró a Colombia. 

En 1863 fue ministro del Tribunal de cuentas. Es el creador de la Literatura Médica. Fue miembro de la Comisión Médica cuyo trabajo fue de abnegación en el terrible terremoto de Ibarra en 1868. Fue un sabio profesor de la Escuela Politécnica. Luego tenemos que mencionar al Dr. Rafael Barahona. Nació en Quito. Fue cirujano mayor del Escuadrón Lanceros del Norte. Fue Rector y Vicerrector de Universidad Central, Director de Estudios de Pichincha y por dos ocasiones diputado.

Otro médico eminente de 1829. En 1873 fue nombrado Profesor de la Facultad de Medicina en las cátedras de Materia Médica, Terapéutica y Clínica, cuando la Facultad apenas contaba con 4 profesores: Dr. Rafael Barahona, Antonio Sáenz, Miguel Egas y Ascencio Gándara. Fue rector de la Universidad Central hasta 1883, en que renunció por causas políticas, pues no podía permitir que se hollaran sus dinteles de la Casa de Estudios, atentando contra el pensamiento libre, el saber y la cultura. 

En 1897, la Junta General de Profesores, como justo reconocimiento a sus méritos, le designó Rector y uno de sus primeros afanes fue continuar la publicación de los anales que se habrán suspendido. En 1901, fue elegido Decano de la Facultad de Medicina, sirviendo en esta dignidad con gran eficiencia. Fue un admirador de la Escuela Inglesa e introdujo los trabajos de Parquinson, Lister,  Adison,  Adams, Bright, Hodkin.

Más tarde, predominaron las doctrinas de la escuela francesa en Medicina, con el grupo de médicos como Gallegos Anda, Luis G. Dávila, Villavicencio Ponce, Salgado, Vivanco. Isidro Ayora fue un  entusiasta de la Escuela Alemana en Obstetricia y Ginecología.

Otros médicos que merecen recordación, según apunta el Dr. Montero Carrión son Rafael Arjona Silva, Manuel Villavicencio y Montúfar. Felicísimo López, luchador valiente, denodado por las ideas liberales, expulsado del Congreso por el fanatismo de la época. Nació en Quito el 6 de agosto de 1884. Fue escritor y periodista en el Tiempo de Guayaquil y el Diario de Avisos. Escribió varias obras pudiendo citarse, entre ellas, Teocracia con Democracia, Virutas Almanaque del Pensamiento, Sincero e Higiene en Medicina. En 1901 compró en París el primer aparato de Rayos X del Hospital San Juan de Dios.

Por Bolívar Bravo Arauz para la Sección del Recuerdo de El Comercio

Crédito de la foto: Pazmiño / archivo de la familia Bravo Arauz.