lunes, 24 de marzo de 2025

El monumento a los héroes del 10 de Agosto de 1809


Por Bolívar Bravo Arauz para la Sección del Recuerdo de El Comercio


Se refiere en las crónicas ya empolvadas por el tiempo que, en el año de 1757, según el Padre Juan Domico Coleti, que en la ciudad de Quito, Quitum o Quitoa, de donde toma el nombre toda la provincia y que está situada bajo la Línea Equinoccial, existe en el centro de la ciudad una Plaza Mayor que se abre en un cuadrado de trescientas brazas, de suerte que toda la circunferencia era de unas 1.200 brazas.

Los cuatro lados del mismo lo forman al oeste el Palacio llamado de la Audiencia, en donde reside el Presidente; al este el Palacio Obispal y otras casas que están al lado izquierdo; frente a este y al lado Sur, la Iglesia Catedral siendo su titular a San Pedro.

En la mitad de la plaza se halla una fuente de piedra que se asemeja a la piedra tallada llamada de Rignano en la Istria; no es un mal trabajo y en la cima de la pila hay un ángel dorado que arroja agua desde una trompeta que parece tocara.

Añade que la ciudad se halla dividida en siete cuarteles o parroquias que son: El Sagrario, San Sebastián, San Blas, Santa Bárbara, San Marcos, San Roque y Santa Prisca. Hay casas de religiosos que son: dominicanos, franciscanos, agustinos, mercedarios, jesuitas y betlemitas. Los primeros tienen la Casa Grande y los otros la Recoleta. Los betlemitas tienen a su cargo el hospital de enfermos que tiene dos salas: para hombres y mujeres. Así permaneció la Plaza Mayor, llena de fango, sin empedrar.

Han pasado los años y hoy admiramos en el centro de la Plaza de la Independencia, el más hermoso monumento de granito y bronce para honrar a los próceres que lucharon y se sacrificaron para prender la antorcha luminosa por la libertad, el 10 de agosto de 1809, a fin de darnos una patria libre y soberana.

LOS GESTORES

Las crónicas edilicias señalan que en el último lustro del siglo, surgió la noble y patriótica iniciativa del Cabildo de Quito de levantar un monumento digno de la honor y la gloria, el homenaje permanente y eterno a los próceres quiteños, por lo cual un notable grupo de ciudadanos constituyó el Comité respectivo presidido por doctor Dr. Carlos R. Tobar e integrado por el Dr. Lino Cárdenas, presidente del concejo Municipal de Quito, Genaro Larrea, Alejandro Saa, y Daniel Román. Posteriormente, entró a conformar el doctor Francisco Andrade Marín, brazo ejecutor del proyecto.

Debe recordarse que tanto el Dr. Carlos Tobar como el doctor Lino Cárdenas, fueron ministro de estado, y rectores de la Universidad Central.  El Dr. Tobar, recordado literato, escribió en 1895 un libro titulado: Relación de un veterano de la Independencia.

El Municipio de Quito destinó la suma de diez mil sucres, como aporte inicial para la obra. Para la gestión económica y recolección de fondos fueron encargados los señores: Dr. Modesto A. Peñaherrera, Neptalí Bonifaz, José Madrid y Juan Mortensen. Por excusa de dos de sus miembros fueron designados los señores Juan Manuel Lasso Ascázubi y Carlos Espinosa.

Se proseguían los trabajos con entusiasmo. Por eso es curioso anotar que el primer proyecto de monumento fue presentado por el artista J.B. Mincheti, afamado escultor italiano. Se hicieron consultas de precios a las casas White Bronze Monument de Filadelfia y Uchtrich de Alemania, pero se desiste de las propuestas.

Como pasa el tiempo, la ciudadanía quiteña reclama con insistencia por la ejecución del monumento, pues afirma que es imprescindible pagar una deuda de gratitud para los próceres quiteños.  Y para que se lleve a efecto, aprovechan de las sombras de la noche para derrocar la pila de la Plaza Grande y obligar a las autoridades a levantar el monumento.

Al fin se logra que se coloque la primera piedra, el 10 de agosto de 1898, en la presidencia del general Alfaro. En el acto solemne toman la palabra los doctores Carlos R. Tobar, Francisco Andrade Marín, el gran higienizador de Quito que hizo el relleno de la quebrada Jerusalén hoy la Avenida 24 de mayo.

Continúa la recolección de fondos mediante contribuciones voluntarias, y para acrecentar se organizan rifas y veladas; los municipios envían contribuciones y no llega la de Guayaquil.

En 1902 se abre en Europa un concurso en el que participan escultores y artistas de fama universal, con la intervención del Cónsul del Ecuador en París, doctor Víctor Manuel Rendón.

LOS PARTICIPANTES

Participan en el concurso: Bertholdi, autor de la estatua de la Libertad que se levanta en la entrada de Nueva York; Michelet, autor de los bustos de Olmedo y Montalvo; Dampt Bartholome, autor del momento de Parede Chasaime; Aube Eichemuller, autor del monumento de Gambetta en el Palacio de Louvre; Auban, autor de monumento de Garibaldi en Italia y varios otros.

En marzo de 1904, se efectúa una gran sesión ampliada del Concejo Municipal de Quito, bajo la presidencia del señor Genaro Larrea y vicepresidente señor Enrique Freile Z.; los concejales Ramón Calisto, Feliciano Checa, Andrés O. Orces, Rudolfo Riofrío, Daniel Burbano de Lara, Dr. Manuel Montalvo, Dr. Alejandro Reyes, y Leonardo Fernández Salvador, actuando de secretario Manuel María Guerra, los miembros del Comité 10 de agosto Pro Erección del Monumento, asesorados por los más notables ingenieros y arquitectos de la época y se resuelve  acoger y aprobar, por ser la más conveniente, la del escultor italiano Adriatico Frioli. Igualmente, se resuelve dirigirse al cónsul del Ecuador en Génova, Dr. Leonidas Pallares Arteta, para que suscriba el contrato por la suma de 200.000 sucres.

En esta ciudad, se firma el contrato con arquitecto Lorenzo Durini, para el monumento.

Se hace un detallado estudio de los relieves que deben ir en el monumento, en el pedestal. Igualmente, se aprueba que debe llamarse próceres y se resuelve que junto a éstos debe ir el nombre de Manuela Cañizares.

El monumento trabajado por Frioli, llega a Guayaquil el 2 de febrero de 1906. Los nombres de los próceres que consta en la placa son los siguientes:

Álvarez Gabriel, Álvarez Vicente, Angulo Miguel, Ante Antonio, Argote Ramón, Benavides Melchor, Ascázubi José, Castelo, Castelo Manuel, Correa, Cuero y Caicedo José, Checa, Donoso Manuel. En otra placa del lado norte del monumento constan los nombres del Dr. Francisco Javier de Santacruz y Espejo, Manuela Cañizares, Guerrero Juan José, Hurtado Martín, Jerez José, Larrea Manuel, Landáburo, Matheu Manuel, Miraflores, Salazar, Silva, Solanda, Bejarano Jacinto, Vélez Nicolás, Villa Orellana, Zaldumbide Jorge, Zambrano Manuel, Zea Francisco, Montúfar Pedro, Mosquera, Peña Nicolás, Pineda Antonio, Luis Rodrigo Saá.

En otra placa se señala: Nómina de los Próceres de la Independencia ecuatoriana alevosamente asesinados en su propia prisión el 2 de agosto de 1810: Albán José, Aguilera Nicolás, Arenas Juan Pablo, Ascázubi Francisco Javier, Melo Víctor, Larrea Juan, Cajías Manuel, Godoy, Mideros, Morales Juan de Dios, Oleas Atanasio, Peña Antonio, Quiroga, Riofrío José, Tobar José, Villalobos, Vinueza José. Las calles de la ciudadela Vicentina llevan los nombres de algunos de estos próceres y héroes.

ALEGORIAS

Corona el monumento Quito, Luz de América, una bella estatua con la antorcha de la libertad y luz. Al pie el león ibérico herido de muerte con una flecha, el águila de los Andes con las alas desplegadas y rotas las cadenas de la esclavitud, el Escudo de Armas de la República; las armas de la victoria, la cruz y los laureles del triunfo. En los bajos relieves, la sala Capitular de San Agustín en donde se suscribió el acta de la Revolución Patriótica del 10 de agosto de 1809. El otro relieve se refiera al asesinato de los próceres. Hay que recordar que la Plaza de la Independencia, hasta 1940, o sea hasta la Segunda Guerra Mundial, estaba rodeada de unas artísticas verjas de hierro con seis puertas adornadas con escudos. Por las noches se cerraban las puertas de la Plaza Mayor. Iguales verjas habían en la Alameda, y pequeñas verjas en los jardines de las plazas de Santo Domingo y La Merced de esta ciudad.

Fotos: archivo nacional. 




No hay comentarios:

Publicar un comentario