lunes, 5 de mayo de 2025

El Teatro Nacional Sucre


 Por Bolívar Bravo Arauz para El Comercio 

En el Centro Histórico de Quito, Centro Colonial, se yergue el Teatro Nacional Sucre, escenario de grandes presentaciones artísticas y culturales, de antiguos debates universitarios estrictamente académicos e inolvidables veladas.

Desde los tiempos de la colonia, muy grande ha sido la afición de la sociedad quiteña por las presentaciones dramáticas. A ellas concurría lo más granado de la ciudad y se realizaban cuando se celebraba el nacimiento de algún príncipe, se alzaba la bandera por el Rey o se trataba de la premiación solemne a fin de cada año en los colegios que los había muy pocos. Las piezas elegidas cuando no eran de Lope de Vega o Tirso de Molina (Gabriel Telles) se referían a lo divino y las más de ellas sabían a autos sacramentales que se llevaban a cabo en la sala de San Luis o el Convictorio de San Fernando.

Ha quedado para la historia del recuerdo de la función que prepararon los próceres de nuestra independencia y que juzgaron adecuadas como La Araucana y el Catón de Utica, velada que se llevó a escena en el convictorio de San Fernando (hoy colegio de los Corazones) y que cayó bien en el ánimo de los quiteños que ya soñaban con la emancipación.

Hay que recordar que, en los primeros años de la República, visitaban de vez en cuando la capital y el puerto de Guayaquil afamadas compañías extranjeras que no tuvieron éxito y cosecharon únicamente admiración y aplausos.

El Congreso Extraordinario de 1867, reunido en Quito y presidido por el doctor Manuel Angulo proscribió corridas de toros y declaró atribución de los municipios la construcción de teatros en el territorio de las municipalidades La primera disposición se cumplió estrictamente con la entrega que caracterizaba al gobierno de entonces, de García Moreno. Lo segundo se lo realizó la entidad municipal.

En marzo de 1877, el ministro de lo interior, don Pedro Carbo, aprobó a nombre del gobierno de los estatutos de la sociedad La Civilización, formada por hombres cultos de la época y le concedió el terreno y la casa de la carnicería, para que allí se construya un teatro en el plazo de dos años.

Habían transcurrido siete meses cuando un nuevo comité compuesto por los jóvenes liberales entusiastas, con Luis Salvador que representaba como delegado del Ejecutivo, procedió a la demolición de una vetusta galería que fue construida por el presidente de la Real Audiencia, Villalengua, para que desde allí se presencien las lidias de toros.

En el periódico El Fénix, se burlaban de este proyecto de teatro para la juventud.

En 1880, se dio principio a la construcción del teatro mediante un contrato celebrado entre el gobierno del general Ignacio de Veintimilla y Leopoldo Salvador.

En 1887, nuestro historiador Don Pedro Fermín Cevallos anotaba que el sólido y gran Teatro Nacional se hallaba concluido y que Su costo era de ciento once mil sucres. La construcción había durado 7 años.

SOLEMNE INAUGURACIÓN

La solemne inauguración se llevó a cabo el 15 de noviembre de 1887, a las ocho y media de la noche, con la actuación del célebre pianista de París, capitán Voyer. El himno nacional fue ejecutado por la orquesta y banda de Artillería. El programa desarrollado fue el siguiente: 

1.- Marcha Indiana arreglada para el piano por el capitán Boyer.

2.- Estudios en La Menor de Thelberg.

3.- Sonámbula de Thelberg y un Allegro en La Menor con acompañamiento musical de gran orquesta.

Por el escenario del Sucre han desfilado célebres cantantes de ópera, actores dramáticos y cómicos, operetas, zarzuelas y compañías de renombre.

En una crónica corta como ésta, no podemos olvidar el gran papel del tramoyistas, utileros y de una gran cantidad de actores y gente de teatro que trabajaban tesoneramente para deleitar al público y también para ilustrarlo, pues el teatro es el medio de arte y cultura.

En el sucre se han presentado, entre otros artistas, pianistas de la talla de Arturo Rubinstein, bailarinas como Carmen Amaya, balletistas como Tamara Toumanova.

Por allí también ha desfilado conjuntos y artistas ecuatorianos como la recordadas compañías de Marina Moncayo y Marco Barahona, Telmo Vásconez, Tita Merizalde, Leonardo Páez, Eduardo Albornoz, María Victoria Aguilera, el popular y querido Ernesto Albán Mosquera que está celebrando sus bodas de oro de vida artística, Carlota Jaramillo de Araujo y una interminable lista de artistas nacionales que han cosechado muchos triunfos artísticos.

En 1900, hubo necesidad de efectuar formales reparaciones en el Teatro Sucre y el General Eloy Alfaro, Presidente de la República, dispuso que se contratase con el mismo arquitecto que trabajó los planos del Teatro las reformas indispensables. Cambió el techo; puso un cielo raso con armaduras y cubierta de hierro y acero y varió el piso de la platea con la suma de cinco mil sucres. Se pidió a Europa los mejores asientos.

En la presidencia de Galo Plaza Lasso, siendo ministro de Educación y subsecretario los licenciados Gustavo Darquea Terán y Humberto Vacas Gómez, respectivamente, se procedió la remodelación del hermoso teatro, bajo la dirección del director de Construcciones Escolares, Ing. Eugenio Klein. 

Con gran dirección y técnicas se hicieron trabajos de cambios en el cielo raso, pisos, escenario, cambios de asientos de butaca, arreglo de galería, hall de entrada, dotándole de gran belleza, hermosura y comodidad dignas del primer teatro de la capital.

Fotografía: archivo particular. 

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