Por Bolívar Bravo Arauz para El Comercio
El monumento al Mariscal Antonio José Sucre tiene su historia, así como su vida gloriosa, útil e inmaculada, destrozada por la ingratitud de sus contemporáneos. También ha sido su monumento. Un estigma de fatalidad lo rodea. A cinco días de la de la Batalla de Pichincha, en memorable sesión del Ayuntamiento quiteño, se resuelve la colocación de los bustos de Bolívar y Sucre junto al emblema de la ciudad en la sala capitular de San Agustín.
En 1874, un afamado profesor de escultura, el español José González Jiménez, de la Academia de Arte de Roma, somete a consideración del Cabildo un conjunto trabajado en arcilla plástica que representaba el general Sucre levantando en sus brazos a una mujer yacente, la que en sus manos sostenía rotas una cadena. Fue aquella primera idea de una erección del monumento del héroe. Se exhibió al público y se contrató al artista la ejecución del monumento en 10 000 pesos.
El grupo debía tener dos metros de alto y el pedestal alto, un metro y ochenta centímetros y un segundo pedestal bajo, de un metro y quince centímetros. Los ángulos debían ser ocupados por cóndores. Había un legado inicial de 5 000 sucres donados por la hermana política del mariscal, doña Rosa Carcelén de Valdivieso.
García Moreno, a la sazón del presidente de la República, hizo el ofrecimiento de entregar igual cantidad. Habían pasado 10 años y el artista exigía el pago de la segunda y tercera cuota por parte del Cabildo, pero se consideró nuevamente el proyecto y se rescindió el compromiso, pero resolvieron hacerse cargo del conjunto vaciado en yeso por la suma de 5 000 sucres, el mismo que se lo puede admirar en la solana del Teatro Nacional Sucre.
Se presenta un nuevo proyecto por parte del ingeniero Bruno Hidalgo, director de Obras Públicas municipales. Se envía el proyecto al cónsul de Ecuador en París, Clemente Ballén, junto con los detalles requeridos para la ejecución como son los edificios que rodean la plaza de Santo Domingo, su elevación, uniforme militar de la figura del héroe, peso de la estatua que no debía exceder los 500 kg, retratos de los oficiales que combatieron en Pichincha como Sucre, Santa Cruz, Lamar, Necochea, Miller, Córdova, etcétera.
En enero de 1889, el cónsul Clemente Ballén revestido de amplias facultades por recomendación de Mosiur Paul Dubois, director de la escuela de Bellas Artes de París, firmaba el contrato de ejecución del monumento por la suma de 45 000 francos con el célebre escultor francés Falguiere, quien estaba a la vez trabajando las estatuas de Arquímedes para el Palacio de la Sorbona, de Juno y Lafayette para el Gobierno de los Estados Unidos y más tarde trabajó el busto de nuestro prócer y poeta José Joaquín de Olmedo para la ciudad de Guayaquil.
En 1890, enviaba el cónsul Ballén los planos del pedestal. en el proyecto de uno Hidalgo Sucre tiene extendido el brazo derecho señalando al Pichincha. La ejecución de los bronce la ejecución de los bronce simbólicos de las batallas Pichincha y Ayacucho en sus manos mínimos detalles avanzaba de París junto con la obra escultórica. Mientras en Quito se levantaba el pedestal a cargo del arquitecto del Estado Francisco Smith.
En el pedestal debía ir en letra de bronce y por moción del Dr. Andrade Marín la leyenda: "A SUCRE DEL ECUADOR", realizadas gratuitamente por el grabador Joaquín Albuja.
LA INAUGURACIÓN
Llega el mes de mayo de 1892, 70 años de la gloriosa batalla de Pichincha. 400 años del descubrimiento de América gobernada por gobernaba el país el doctor Luis Cordero. En este mes llega a Quito la escultura del Mariscal Sucre.
A altas horas de la noche, ocultamente se lo traslada a la plaza de Santo Domingo. El 10 de agosto de este año, se inaugura solemnemente. Se desarrolla un programa en el que participan las autoridades civiles, militares y eclesiásticas. Las universidades, representaciones de las repúblicas bolivianas, colegios, escuelas, instituciones gremiales. El presidente Luis Cordero hizo solemne entrega del monumento.
Años más tarde, en 1908, las autoridades militares juzgaron que el pedestal era muy modesto y lo derrocaron para reemplazarlo con otro formado con mármoles blancos y grises. Se inauguró el nuevo pedestal el 10 de agosto de 1909, primer centenario del Grito de la Independencia. Pronunció un elocuente discurso el general Flavio Alfaro en representación del gobierno.
El año 1953, siendo alcalde de Quito, Rafael León Larrea, ante la indignación del pueblo de Quito, se procede a derrocar el pedestal de granito. La demolición del monumento se realizó en altas horas de la noche. Luego se procedió a levantar un ridículo pedestal que varias veces fue demolido por quiteños patriotas.
El pueblo, en forma sarcástica, dijo por esta profanación que Sucre había sido devaluado. Todo esto, se lo hizo a pretexto de modernizar a Quito, pues la plaza necesitaba una remodelación.
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