Un drama histórico e inmortal
Por Bolívar Bravo Arauz
Corría el año fatídico de 1941. En julio, una serie de incidentes en las fronteras de Ecuador y Perú puso en gravísimo peligro la paz continental como acontece en estos días. El Perú con su alevosía, invadió el territorio ecuatoriano a los aciagos días 5, 6 y 7 de julio en la provincia de El Oro y el 23, 24, 25 y 26, con ataques totales por toda la frontera de El Oro, Loja y el Oriente. Se ha escrito bastante sobre estos hechos militares que sufrió nuestra patria y en estas acciones el soldado ecuatoriano dio muestras de patriotismo y heroicidad. Son numerosos los episodios de gran valor.
El 25 de julio de 1941, hubo arrollador ataque peruano en Chacras y fue rodeado un pequeño destacamento. El teniente César Edmundo Chiriboga González y sus 25 soldados combatientes fueron obligados a rendirse. Ninguno cesó de disparar certeramente ante el secular enemigo hasta el último instante. Cayeron acribillados a bala y ninguno sobrevivió.
En el mismo día, declarado glorioso Día de la Armada se producía el combate naval en Jambelí entre el pequeño crucero cañonero ecuatoriano Abdón Calderón y el destructor peruano Almirante Villar, superior, muy superior que tuvo que batirse sin retirada, por los certeros disparos del heroico y pertinaz cañonero que comandaba Morán Valverde.
HEROICO SACRIFICIO DEL SUBTENIENTE HUGO ORTIZ
En los días 1 y 2 de agosto del aciago año, fueron alevosamente atacados con gruesos contingentes de tropa, las pequeñas guarniciones o destacamentos de Yaupi y Santiago en el Oriente ecuatoriano o región Amazónica.
La guarnición de Yaupi fue aniquilada. En seguida, los invasores, en número de 300, armados hasta los dientes atravesaron el río y luego la selva hasta Santiago. Aquí se encontraba el destacamento de 10 hombres comandados por el subteniente de caballería, hoy héroe nacional, Hugo Ortiz Garcés, de 20 años de edad. La guarnición lo formaban junto al subteniente Ortiz, el cabo Julio Jaramillo, los soldados José de los Santos Quiñones, esmeraldeño; Blas Preciado, Jacinto Cáñola, Juan de la Rosa, Manuel Góngora, José Julio Pérez, Gustavo Molina, José García y Segundo Herrera.
2 DE AGOSTO DE 1941.- En la mente del subteniente Ortiz bullen en recuerdos. La matanza del 2 de agosto de 1810 de nuestros próceres que dieron el primer grito de libertad por mulatos peruanos.
Se aproximaba la hora de la prueba del sacrificio, para aquel puñado de valientes defensores de nuestra integridad territorial.
Suenan los primeros disparos, de parte del enemigo sureño, a lo que el denodado y valiente oficial Ortiz ordenó a sus hombres: "Soldados duro con ellos. Disparen hasta agotar el último cartucho ¡Viva la patria!".
Se establece el combate luego de largos y angustiosos minutos en los cuales el ruido atronador de fusiles, ametralladoras y granadas de mano se entremezclaban con los ayes de los heridos y las imprecaciones de numerosos combatientes, se oye la voz del oficial peruano que mandaba alto al fuego.
No se sabe si este alto al fuego fue motivado por la tenaz resistencia de los nuestros o sencillamente una estratagema peruana, una de tantas, para darse cuenta de la situación o probablemente hasta tratar de descubrir las posiciones, y más que nada, localizar el sitio exacto donde se encontraba nuestro héroe, alma y vida de una resistencia que, jamás, pese a su abrumadora mayoría, los peruanos pensaron encontrarla.
Cuando ya seguramente consiguieron su objetivo, el oficial peruano dirigiéndose al subteniente, le grita: "subteniente Ortiz estás completamente rodeado. Casi todos tus hombres han muerto, ríndete..."
Desde su puesto y tomando su fusil ametralladora, este oficial que era todo fibra y todo corazón, le contesta con voz estentórea: el soldado ecuatoriano no se rinde jamás y rubricando su contestación con una ráfaga de ametralladora, obliga al enemigo a restablecer el combate.
Como el subteniente Ortiz fuera perfectamente localizado por sus atacantes, una ráfaga de ametralladora acribilló su cuerpo, pese a lo cual y haciendo un esfuerzo sobrehumano logra ponerse de pie y con angustia mortal de sus heridas, haciendo un esfuerzo desesperado por gritar, "Viva la Patria", cayó para no levantarse la más.
Cesan los disparos y cautelosamente sale de la espesura de la selva el mismo oficial peruano, grita a nuestros soldados para que no disparen y les ordena entregarse. Luego se acerca reverente ante el cadáver de Oswaldo Hugo Osvaldo Ortiz Garcés y le dice:"Ecuacho, eres todo un valiente. Todos los ecuachos son bravos y valientes".
La heroicidad del subteniente Ortiz, la sublimidad de su sacrificio fue tan grande que el mismo enemigo tuvo que reconocerlo. El capitán peruano ordena a su subalterno buscar la bandera del Ecuador, para con ella amortajar el cuerpo de nuestro Héroe Nacional y al enterrarlo en Yaupi, se le rinde todos los errores todos los honores correspondientes a su grado y jerarquía.
En 1960, en el gobierno del doctor Camilo Ponce Enríquez se inauguró su monumento en la avenida América y Mariana de Jesús. Le rinden de honores el Colegio Militar y el Colegio Mejía. Llevan su nombre varias unidades militares, planteles de educación para ejemplo de las generaciones venideras.
Otros hechos igualmente emocionantes fueron numerosos, pero se destacan el del célebre cabo Luis Alfonso Minacho, de heroísmo increíble, que murió disparando al enemigo, juntamente con su hijito, de 12 años de edad, Germán Minacho.
El cabo Minacho murió destrozado, pero su hijito fue capturado por los peruanos y conducido con otros siete valientes, donde, con todos ellos murió.
En la frontera de El Oro, principalmente en el sitio de Chacras, Huaquillas, Quebrada Seca, Carcabón, los batallones Cayambe y Montecristi, en su heroica defensa de nuestra patria casi desaparecieron por completo.
Dolorosos fueron acontecimientos, pero hay que notar que el Perú tenía en 1941, 30 aviones más fuerza blindada y motorizada. Las fuerzas que invadieron el Ecuador eran alrededor de 15 000 hombres y tenían el apoyo de la aviación y artillería.
El Ecuador, en aquel aciago y malhadado año, oponía una fuerza total con 2 000 hombres distribuidos así: 1 819 soldados a lo largo de la frontera de El Oro y el resto diseminado en pequeños grupos de 30 y 40 hombres, entre soldados de línea, carabineros y voluntarios distribuidos en Loja y el Oriente. De manera general, el Ecuador carecía de aviación militar, el armamento era pobre, anticuado y de diverso tipo. Así lo anotan historiadores y cronistas.
Otros valientes que ofrendaron sus vidas en defensa de la Patria y su territorio sagrado: los cabos Tipantuña y Cisneros, capitán Galo Molina. Nelson Galarza y otros, pero cuyo nombre se los guarda con respeto y gratitud imperecedera y en los actuales momentos se ha dicho los nuevos nombres y héroes de Paquisha y Machinasa.
Crónica publicada en 1981.
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