lunes, 25 de diciembre de 2017

Las deudas son otra secuela que dejan las desapariciones

Diego Bravo Redactor (I)

Las historias se repiten. Viajan de provincia en provincia, mandan a imprimir afiches, duermen en modestos hoteles, visitan morgues y pasan semanas en la Fiscalía. Otros perdieron sus trabajos, acabaron sus ahorros, se endeudaron en bancos y su sueldo lo destinaron al pago de trámites, movilización, copias de documentos, abogados. Todo para buscar a sus familiares desaparecidos...


Desde hace 20 años, María Eugenia Basantes trabaja y ahorra dinero solo para localizar a su hijo Adrián, desaparecido la mañana del 6 de noviembre de 1994 en el antiguo terminal Cumandá del centro de Quito. Solo tenía dos años.


Ese día, la mujer estaba en el restaurante de una pariente cuando, en un descuido, el pequeño salió del local y no volvió. La mujer trabaja en quehaceres domésticos puertas adentro. Dice que así ahorra dinero. Cuando acumula unos USD 500 o 1 000 renuncia y sigue en la búsqueda. “Ese es mi ritmo de vida en las dos últimas décadas”.


Ella viajó a Cuenca, Guayaquil y Quevedo para pegar afiches en escuelas, paradas de buses, estaciones de Policía, locales comerciales. Se hospedaba en hoteles que no cuestan más de USD 10 la noche. Ahora no tiene empleo y se le terminan los USD 1 000 que había ahorrado. Adrián se extravió un domingo. Según datos de la Dinased, una unidad especial de la Policía, en ese día se reporta la menor cantidad de desapariciones en el país.


De los 4 934 casos que hubo en el 2014, 417 ocurrieron un fin de semana. En la Asociación de Amigos y Familiares de Desaparecidos (Asfadec) hay cálculos de cuánto han gastado sus 80 afiliados: hasta USD 20 000. Telmo Pacheco es presidente de este grupo y está endeudado en USD 9 000 en un banco. Su hijo no vuelve a casa desde el 2011. Hizo préstamos y ese dinero le sirve para viajar a Loja, ciudad en donde se vio por última vez a Orlando. Él y los familiares de los desaparecidos se reúnen todos los miércoles en la Plaza Grande.


En el último estuvo Rosa López. Su nieto Marcelo Estévez falleció en abril del 2012. La mujer de 80 años levantaba un cartel con las fotos de cientos de personas que no han regresado a sus hogares. En torno a la organización de desaparecidos que lidera su hija, Susana, se unieron más deudos. Álix Ardila es otra afectada que ha gastado cerca de USD 20 000 para buscar a su hija Carolina Garzón. Ella viajó desde Bogotá y en Colombia vendió una casa y un vehículo.


Luego de casi tres años de este caso, el viernes, 13 de marzo se realizó la reconstrucción de los hechos en el barrio Paluco (suroriente de la capital), en donde la vieron por última vez. Con el dinero de la venta, ella ha gastado en movilización y comida. Al principio arrendó un departamento a USD 180 en el norte de Quito, pero luego se cambió a la casa de Telmo Pacheco.


Él la ayuda con alojamiento a bajo costo, pero cada mes gasta USD 600 en la impresión de 1 000 afiches con la foto de su hija. Lo mismo vive Sandra Guamán en la búsqueda de su hija María de siete años. Ella se extravió el 22 de enero del 2014 en Loja. La mujer vendía espumilla en el centro de esa ciudad cuando la menor se perdió. Ella es comerciante y su esposo es ayudante de albañilería. Sus ingresos de USD 150 no son suficientes y se endeudaron en USD 1 000.


Con esa cantidad, ellos recorrieron Zamora Chinchipe y Morona Santiago en bus. Allí visitaron morgues, pegaron carteles. También visitaron radios y periódicos locales para anunciar la desaparición. Hasta se movilizaron a las ciudades peruanas de Piura y Zuliana para localizar a la niña.


En un año gastaron más de USD 3 000. Guamán llora al pensar que su hija fue robada y llevada al Perú. Dice que el Ministerio del Interior le ha ayudado a pagar los gastos de alojamiento y pasajes de avión cuando ella viene a Quito para reunirse con las autoridades. Pilar Tobar también asiste a los plantones de desaparecidos. Ella es hermana de Camilo, que no volvió desde el 17 de abril del 2012 en Tumbaco (Pichincha). Para buscarlo, ha faltado al trabajo y eso le representa un día de descuento.


Ha llegado a gastar USD 50 diarios en pancartas, movilización, agua para personas que le acompañan a las búsquedas o en los plantones. Pero no todas las personas pueden costear los gastos tras las desapariciones de sus parientes. Nelly Oviedo no vuelve a su casa, en Ambato, desde el 7 de abril del 2007 y su hermana, Vilma, no puede buscarla. Simplemente dice que no tiene dinero.


Recibe menos del sueldo básico por lavar ropa. Puso la denuncia, pero en eso se quedó el caso. Su voz se quiebra al recordar que no puede buscarla...

domingo, 10 de diciembre de 2017

Samuel, el pequeño sombrerero

“Se arrodilló y al otro lado del pasadizo vio el jardín más maravilloso que podáis imaginar”
Alicia en el País de las Maravillas
Lewis Carroll

Samuel, el pequeño sombrerero

Te equivocaste de ciudad pequeño sombrerero
ahora que entablo un monólogo sin dibujos in absentia
discretamente te sigo los pasos
lo importante va por dentro 
sin chistar camino hasta el claro del bosque
miro por los ojos de Guapulo 

Te equivocaste de ciudad pequeño sombrerero
esta no es ciudadhiedra, esta es ciudadpiedra
esta no es ciudadquerida, esta es ciudadherida
Te equivocaste de ciudad pequeño sombrerero
esta es ciudadlatín y ciudadgriego
y nunca ciudadpatín y jamás ciudadriego
esta es ciudadextraña y en absoluto ciudadentraña

Te equivocaste de ciudad pequeño sombrerero
esta es ciudadpus y nunca ciudadluz
se equivocaron tus manos
esta es ciudadfangales y en absoluto ciudadfalanges

Te equivocaste de ciudad pequeño sombrerero
de qué lee el blanco Heraldo mientras desenrolla su pergamino y toca la trompeta 
de que música en particular se te acusa o de cual de los poemas que habitaste
o de cual de las convenciones que abdicaste
quien te acusa
quien te persigue
quien te apunta con el arma hacia el rostro infantil
corre sombrerero que no te alcance la ciudad
que no te alcance

Te equivocaste de ciudad pequeño sombrerero
extraviaste el camino
hay demasiado mundo en esta narración

en que se parece un cuervo a un armario
en que se parece un cuerpo a un osario

Respiras cuando duermes
duermes cuando respiras
cantas cuando mueres
mueres cuando cantas
te quedas cuando te has ido
te has ido cuando te quedas
corre pequeño sombrerero no dejes que la montaña se trague tus manos y que la reina sentencie antes del veredicto

Te equivocaste de ciudad pequeño sombrerero
quá día del mes es hoy en ciudadmuerte que jamás será ciudadsuerte
este no es un cuento como los otros
hay demasiada verdad
corre que vos no eres de este mundo
eres muy ángel  y aquí hay demasiada certeza y muy poco para la invención
esta es ciudadevitar y nunca ciudadlevitar

Te equivocaste de ciudad pequeño sombrerero
Dejaste la mesa puesta para el té con el lirón, la liebre de marzo, el gato de Chelsire, el Grifo o el Heraldo 
esto no es lo que parece mi pequeño sombrerero
esta es ciudadcaída y nunca ciudadcálida 
esta es ciudadbalas y nunca ciudadalas
esta es ciudadmalicia y en absoluto ciudadAlicia
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La muerte de Samuel Chambers es un hecho que nos duele y nos muestra la descomposición de la sociedad. ¿Qué sacan haciendo daño a una buena persona? ¿Por qué tanta maldad? Este es un bello poema escrito en su nombre por la brillante poeta quiteña Rocío Soria, a quien respeto mucho por su talento. Una mujer de letras en todo sentido.