lunes, 31 de marzo de 2025

Postrimerías del siglo XX

 


Por Bolívar Bravo para EL COMERCIO

Durante la vida republicana, nuestra patria ha sido asolada por las revoluciones muy cruentas y por las pestes. En la Colonia, fueron los terremotos y las invasiones de los piratas. Cada época tiene su plaga. A veces, las revoluciones no tienen justificaciones. Los pueblos se cansan de las dictaduras y de los abusos del poder.

Contra el general Ignacio de Veintimilla, cuya única obra que parece recordarse es la construcción del Teatro Nacional Sacre, el país emergió y vino la restauración. En la defensa de Veintimilla, el Capitán General, emerge valerosa la figura de Marieta, su sobrina.

Por aquel entonces, no había Registro Oficial. Se publicaba El Nacional. En sus páginas constan todos los manifiestos de los pueblos del Ecuador a favor del nuevo orden. Caído Veintimilla, luego de combatir a sangre y fuego, se funda en esta ciudad el gobierno Provisional integrado por los generales José María Sarasti y Agustín Guerrero, Pedro Ignacio Lizarzaburo, Rafael Pérez Pareja, Pablo Herrera el académico de la Lengua, Vicente Lucio Salazar, a quien se le encaras la Cartera de Hacienda y se nombra como Subsecretario al doctor Gabriel Jesús Núñez.

Luego de la restauración de los ataques de que fuera víctima la Institución, alma mater de la cultura, se nombre como rector al doctor Camilo Ponce y vicerrector al doctor Camilo Egas.

Director General de Instrucción Publica al doctor Federico González Suárez, doctor historiador, y más tarde Arzobispo de Quito. Subdirector de estudios a Roberto Espinoza. No existe Ministerio de Educación. Al aceptar el cargo, el presbítero González Suárez expresa: Acepto el cargo no sólo por la importancia que tiene, sino como reconocimiento a la conducta a la que se ha hecho acreedora la juventud ecuatoriana, por su gallarda actitud en defensa de nuestras instituciones republicanas y patrias. Quito, febrero 13 de 1863.

En este año, vemos funcionando el Consejo Superior de Instrucción Publica que subsiste hasta 1926, cuyo Presidente era Modesto Espinosa y Secretario el doctor Manuel Baca.

Al dar cuenta de su gestión, González Suárez expresa en su informe que ha asistido a los exámenes del Colegio Nacional y de la Universidad y me encuentro satisfecho del rendimiento de los jóvenes. La juventud debe ser siempre estudiosa y cumplidora de sus deberes en forma estricta. 

En 1883, la Corte Suprema de Justicia se halla integrada por los siguientes magistrados: José María Guerrero, Vicente Nieto, Pedro José Cevallos, Antonio Muñoz y Fernando Pólit. Debe recordarse que Fernando Pólit fue presidente por algunas ocasiones del Concejo Municipal de Quito. Oficial Mayor fue Nicolás Melo y Secretario el doctor Vicente Mogro.

DIVISION TERRITORIAL

En este año, se da a conocer que la división territorial del Ecuador es la siguiente: Provincias de Imbabura, Pichincha, León, Tungurahua, Chimborazo, Azuay, Loja, Los Ríos, Guayas, Manabí y Esmeraldas. Región Oriental y Archipiélago de Galápagos.

Parroquias urbanas de Quito, capital de la República: El Sagrario, Santa Barbara, Santa Prisca, San Blas, San Millán, San Sebastián, San Roque y Chimbacalle.

MINISTERIOS DE ESTADO

Es interesante recordar lo que decía la Ley de Régimen Administrativo. Cada uno de los ministros secretarios de Estado obrará a nombre y por autoridad del Presidente de la República o Encargado del poder Ejecutivo  que es el órgano principal de la administración en general. 

Los Ministros de Estado eran (Art. 19) de lo Interior y Relaciones Exteriores, de Hacienda y de Guerra y Marina.

BANCOS DE QUITO

En Quito existía el Banco de Quito, cuyo capital era de 884 499 pesos. Estado consolidado a febrero de 1882, el Gerente era el doctor Pedro F. Cevallos; Cajero Pedro Quiñónez y Contador. H. Morales

En Guayaquil funcionaba el Banco del Ecuador. El Banco de la Unión de Quito tenía un capital de 1’ 186.304 pesos. El gerente general era Manuel Palacios; cajero, Enrique Hurtado.

Según un balance, las cuentas corrientes ascendían a 191 082 pesos y los billetes en circulación alcanzaban los 519.952 pesos.

La sal costaba ocho reales la arroba, 9 de julio de 1881. El 23 de mayo de 1883, por Decreto Ejecutivo, se incorpora la Biblioteca Nacional a la Universidad Central. 

ANALES DE LA UNIVERSIDAD CENTRAL

Como un faro de luz y para la difusión de las letras y de la ciencia, en marzo de 1863, aparece el primer número de los anales de la Universidad de Quito. Esta valiosa publicación ha continuado y se tiene en archivos hasta el número 357.

En el primer número constan los discursos del Ministro de lo Interior, José Modesto Espinosa, literato de renombre; del doctor Camilo Ponce, Rector de la Universidad, de los estudiantes de las tres clásicas facultades de Jurisprudencia. Medicina y Ciencias, Pacífico Villagómez, Manuel María Casares y Pedro Antonio Guarderas, del doctor Julio B. Enríquez, Decano de Jurisprudencia, del doctor Carlos Casares, Profesor de Derecho Civil, de Don Manuel María Pólit, profesor de Lengua y Literatura francesa, más tarde Arzobispo de Quito. 

Además, artículos del doctor Ángel Polibio Chávez, Antonio Muñoz, Carlos Pérez Quiñónez, Teniente Coronel doctor Manuel Nicolás Arizaga, Ricardo Carrión, Adolfo Baquero Montaño, Eduardo Pérez Chiriboga y del doctor Luis Cordero, entre otros.

Crédito de la foto: archivo nacional. 

lunes, 24 de marzo de 2025

El monumento a los héroes del 10 de Agosto de 1809


Por Bolívar Bravo Arauz para la Sección del Recuerdo de El Comercio


Se refiere en las crónicas ya empolvadas por el tiempo que, en el año de 1757, según el Padre Juan Domico Coleti, que en la ciudad de Quito, Quitum o Quitoa, de donde toma el nombre toda la provincia y que está situada bajo la Línea Equinoccial, existe en el centro de la ciudad una Plaza Mayor que se abre en un cuadrado de trescientas brazas, de suerte que toda la circunferencia era de unas 1.200 brazas.

Los cuatro lados del mismo lo forman al oeste el Palacio llamado de la Audiencia, en donde reside el Presidente; al este el Palacio Obispal y otras casas que están al lado izquierdo; frente a este y al lado Sur, la Iglesia Catedral siendo su titular a San Pedro.

En la mitad de la plaza se halla una fuente de piedra que se asemeja a la piedra tallada llamada de Rignano en la Istria; no es un mal trabajo y en la cima de la pila hay un ángel dorado que arroja agua desde una trompeta que parece tocara.

Añade que la ciudad se halla dividida en siete cuarteles o parroquias que son: El Sagrario, San Sebastián, San Blas, Santa Bárbara, San Marcos, San Roque y Santa Prisca. Hay casas de religiosos que son: dominicanos, franciscanos, agustinos, mercedarios, jesuitas y betlemitas. Los primeros tienen la Casa Grande y los otros la Recoleta. Los betlemitas tienen a su cargo el hospital de enfermos que tiene dos salas: para hombres y mujeres. Así permaneció la Plaza Mayor, llena de fango, sin empedrar.

Han pasado los años y hoy admiramos en el centro de la Plaza de la Independencia, el más hermoso monumento de granito y bronce para honrar a los próceres que lucharon y se sacrificaron para prender la antorcha luminosa por la libertad, el 10 de agosto de 1809, a fin de darnos una patria libre y soberana.

LOS GESTORES

Las crónicas edilicias señalan que en el último lustro del siglo, surgió la noble y patriótica iniciativa del Cabildo de Quito de levantar un monumento digno de la honor y la gloria, el homenaje permanente y eterno a los próceres quiteños, por lo cual un notable grupo de ciudadanos constituyó el Comité respectivo presidido por doctor Dr. Carlos R. Tobar e integrado por el Dr. Lino Cárdenas, presidente del concejo Municipal de Quito, Genaro Larrea, Alejandro Saa, y Daniel Román. Posteriormente, entró a conformar el doctor Francisco Andrade Marín, brazo ejecutor del proyecto.

Debe recordarse que tanto el Dr. Carlos Tobar como el doctor Lino Cárdenas, fueron ministro de estado, y rectores de la Universidad Central.  El Dr. Tobar, recordado literato, escribió en 1895 un libro titulado: Relación de un veterano de la Independencia.

El Municipio de Quito destinó la suma de diez mil sucres, como aporte inicial para la obra. Para la gestión económica y recolección de fondos fueron encargados los señores: Dr. Modesto A. Peñaherrera, Neptalí Bonifaz, José Madrid y Juan Mortensen. Por excusa de dos de sus miembros fueron designados los señores Juan Manuel Lasso Ascázubi y Carlos Espinosa.

Se proseguían los trabajos con entusiasmo. Por eso es curioso anotar que el primer proyecto de monumento fue presentado por el artista J.B. Mincheti, afamado escultor italiano. Se hicieron consultas de precios a las casas White Bronze Monument de Filadelfia y Uchtrich de Alemania, pero se desiste de las propuestas.

Como pasa el tiempo, la ciudadanía quiteña reclama con insistencia por la ejecución del monumento, pues afirma que es imprescindible pagar una deuda de gratitud para los próceres quiteños.  Y para que se lleve a efecto, aprovechan de las sombras de la noche para derrocar la pila de la Plaza Grande y obligar a las autoridades a levantar el monumento.

Al fin se logra que se coloque la primera piedra, el 10 de agosto de 1898, en la presidencia del general Alfaro. En el acto solemne toman la palabra los doctores Carlos R. Tobar, Francisco Andrade Marín, el gran higienizador de Quito que hizo el relleno de la quebrada Jerusalén hoy la Avenida 24 de mayo.

Continúa la recolección de fondos mediante contribuciones voluntarias, y para acrecentar se organizan rifas y veladas; los municipios envían contribuciones y no llega la de Guayaquil.

En 1902 se abre en Europa un concurso en el que participan escultores y artistas de fama universal, con la intervención del Cónsul del Ecuador en París, doctor Víctor Manuel Rendón.

LOS PARTICIPANTES

Participan en el concurso: Bertholdi, autor de la estatua de la Libertad que se levanta en la entrada de Nueva York; Michelet, autor de los bustos de Olmedo y Montalvo; Dampt Bartholome, autor del momento de Parede Chasaime; Aube Eichemuller, autor del monumento de Gambetta en el Palacio de Louvre; Auban, autor de monumento de Garibaldi en Italia y varios otros.

En marzo de 1904, se efectúa una gran sesión ampliada del Concejo Municipal de Quito, bajo la presidencia del señor Genaro Larrea y vicepresidente señor Enrique Freile Z.; los concejales Ramón Calisto, Feliciano Checa, Andrés O. Orces, Rudolfo Riofrío, Daniel Burbano de Lara, Dr. Manuel Montalvo, Dr. Alejandro Reyes, y Leonardo Fernández Salvador, actuando de secretario Manuel María Guerra, los miembros del Comité 10 de agosto Pro Erección del Monumento, asesorados por los más notables ingenieros y arquitectos de la época y se resuelve  acoger y aprobar, por ser la más conveniente, la del escultor italiano Adriatico Frioli. Igualmente, se resuelve dirigirse al cónsul del Ecuador en Génova, Dr. Leonidas Pallares Arteta, para que suscriba el contrato por la suma de 200.000 sucres.

En esta ciudad, se firma el contrato con arquitecto Lorenzo Durini, para el monumento.

Se hace un detallado estudio de los relieves que deben ir en el monumento, en el pedestal. Igualmente, se aprueba que debe llamarse próceres y se resuelve que junto a éstos debe ir el nombre de Manuela Cañizares.

El monumento trabajado por Frioli, llega a Guayaquil el 2 de febrero de 1906. Los nombres de los próceres que consta en la placa son los siguientes:

Álvarez Gabriel, Álvarez Vicente, Angulo Miguel, Ante Antonio, Argote Ramón, Benavides Melchor, Ascázubi José, Castelo, Castelo Manuel, Correa, Cuero y Caicedo José, Checa, Donoso Manuel. En otra placa del lado norte del monumento constan los nombres del Dr. Francisco Javier de Santacruz y Espejo, Manuela Cañizares, Guerrero Juan José, Hurtado Martín, Jerez José, Larrea Manuel, Landáburo, Matheu Manuel, Miraflores, Salazar, Silva, Solanda, Bejarano Jacinto, Vélez Nicolás, Villa Orellana, Zaldumbide Jorge, Zambrano Manuel, Zea Francisco, Montúfar Pedro, Mosquera, Peña Nicolás, Pineda Antonio, Luis Rodrigo Saá.

En otra placa se señala: Nómina de los Próceres de la Independencia ecuatoriana alevosamente asesinados en su propia prisión el 2 de agosto de 1810: Albán José, Aguilera Nicolás, Arenas Juan Pablo, Ascázubi Francisco Javier, Melo Víctor, Larrea Juan, Cajías Manuel, Godoy, Mideros, Morales Juan de Dios, Oleas Atanasio, Peña Antonio, Quiroga, Riofrío José, Tobar José, Villalobos, Vinueza José. Las calles de la ciudadela Vicentina llevan los nombres de algunos de estos próceres y héroes.

ALEGORIAS

Corona el monumento Quito, Luz de América, una bella estatua con la antorcha de la libertad y luz. Al pie el león ibérico herido de muerte con una flecha, el águila de los Andes con las alas desplegadas y rotas las cadenas de la esclavitud, el Escudo de Armas de la República; las armas de la victoria, la cruz y los laureles del triunfo. En los bajos relieves, la sala Capitular de San Agustín en donde se suscribió el acta de la Revolución Patriótica del 10 de agosto de 1809. El otro relieve se refiera al asesinato de los próceres. Hay que recordar que la Plaza de la Independencia, hasta 1940, o sea hasta la Segunda Guerra Mundial, estaba rodeada de unas artísticas verjas de hierro con seis puertas adornadas con escudos. Por las noches se cerraban las puertas de la Plaza Mayor. Iguales verjas habían en la Alameda, y pequeñas verjas en los jardines de las plazas de Santo Domingo y La Merced de esta ciudad.

Fotos: archivo nacional. 




domingo, 9 de marzo de 2025

Los juegos infantiles, parte del folklore

 

Foto: Tomada del libro Los Sesenta de Luis Mejía

Por Bolívar Bravo Arauz para las Crónicas del Recuerdo de El Comercio

En la infancia hay recreaciones infantiles para pasar dulcemente las horas mediante variedad de juegos que se eje cutan acompañados de canciones sen cillas y tiernas. Estas canciones forman la base de nuestro folclore. Mucho y de estos juegos fueron trasladados de la Península y no carecen de originalidad.

Se puede evocar de los tiempos de la infancia, los goces infinitos de chapotear por las calles mojadas. En la ciudad acogedora y gentil, risueña y graciosa en la que llueve trece meses al año, según expresión popular.

Veíamos congregarse en los amplios patios de las casas, en los huertos perfumados y en las estrechas calles de una ciudad alumbrada por el farolito al conjuro de mil leyendas y tradiciones de una ciudad que soñaba con los fantasmas, duendes y aparecidos.

Los tiempos han cambiado al igual que la fisonomía de la ciudad y la forma tradicional y pintoresca.

De esos juegos de la edad dorada y feliz de la infancia, el más recordado es sin duda el juego de la Viudita Inquieta, en el que cogidos de las manos, con inmensa alegría expresado en los sonrosados rostros, mientras el viento agitaba las trenzas larguísimas de las niñas, o la melenita de los pequeños, al mismo tiempo que se sitúa en el medio una niña, los demás dan las vueltas cantando:

Hermosas doncellas

que al prado venís
a recoger flores
de mayo y abril 

La niña que hace el papel de viuda y que está en el centro del círculo, canta entonces sola:

Yo soy la viudita
del Conde Laurel.
Yo quiero casarme 
y no hallo con quien 

El coro infantil responde: 

Pues siendo tan bella
no encuentras con quien
elige a tu gusto 
aquí tienes cien

La viudita contesta:

Elijo esta niña
por ser la más bella
la blanca azucena
del todo el jardín

El coro responde otra vez:

Y ahora que hallaste 
la prenda querida
feliz a su lado 
pasarás la vida
contigo sí
contigo no
contigo viudita 
me casaré yo

Y en esas mismas noches, cuando oíamos absortos, de los labios de nuestras abuelitas, relatar los cuentos espeluznantes, sin pensar que algún día habíamos de escuchar reemplazados por las ondas milagrosas de la radio, el cine sonoro y la televisión, con ingenuidad repetíamos:

A la una... sale la luna
A las dos... suena el reloj
A las tres, sale el Andrés
A las cuatro, salta el gato
A las cinco, viene Jacinto
A las seis, juega Moisés
A las siete, el Diablo se mete
A las ocho, come tu bizcocho
A las nueve, nadie se mueve
A las 10:00, pasa el ciempiés

Después de la cena, venía la alegría desbordante y sincera, en medio de un claro cielo en noche de luna serrana. A veces, en las noches de invierno, obscuras y frías entonces, se repetía esta cantinela:

Agua, Señor de San Marcos
Señor de los charcos
para mi lindo traguito 
que está muy bonito 
para mi cebada
que está muy granada
para mi sandía
que está muy florida
para mi aceituna
que ya tiene una. 

Y amanecida plácida y risueña la vida de esta ciudad tranquila y solariega se oía esta simpática relación:

Cu-cu-cu-cu
cantaba la rana
debajo del agua
pasó un caballero
de capa y espada
pasó una señora 
de falda de cola
pasó un marinero
llevando un romero
le pedí un ramito
no me quiso dar
y entonces de rabia
me puse a llorar

Ráfagas heladas de verano o soles ardientes con nubes de polvo y besos de viento, invitaban al juego en las colinas cercanas. Se recuerdan los juegos que comenzaban así:

Buenos días su señorío
matantirum - tirulan
que quería su señoría
matantirulan

Otros juegos son: el yasta y otros.
Otro jueguito decía así:

Pin pin Serafín
cuchillito de marfil
manda la ronda que esconda este pie
tras la puerta de San Miguel
amén papel 




domingo, 2 de marzo de 2025

Antiguos institutores de Quito

 

Por Bolívar Bravo Arauz para la Sección del Recuerdo de El Comercio

Antes de la fundación de los normales había los renombrados institutores para quienes va esta nota en la página de recuerdos. Estos maestros son: Daniel Enrique Proaño, las señoritas Toledo, Obdulia Quevedo, Los señores Pablo J. Gutiérrez, Ricardo Rodríguez, Roberto Cruz.

Daniel Enrique Proaño 

Nació en 1850. Una escuela fiscal de Quito lleva su nombre. Estudio en un instituto Cartográfico de la Escuela Politécnica fundada Por García Moreno. Fue director del antiguo instituto de Pedagogía. En 1880, en el barrio de La Ronda funda el colegio de Santa Infancia. En este colegio, fundado por ese insigne pedagogo había desayuno escolar, la gota de leche, enseñanza ejemplar y gimnasia. Funcionó durante 50 años. Escribió varios libros como Compendio de Gramática, la educación popular, cinco tomos en la Revista Pedagógica, folletos en prosa y en verso.

El general Alfaro mandó a imprimir 1 500 folletos de Educación Popular para que sean distribuidos gratuitamente. Fue también notable en esta época don Roberto Cruz autor de numerosos libros. Lleva su nombre la escuela de la parroquia de la Magdalena.

Proaño fue director de Estudios de Pichincha, miembro del Consejo Escolar y vocal del consejo de Instrucción Pública.

Su vestido era característico. Leva, bastón, trajes elegantes. Era de pequeña estatura, de tez morena y era muy respetado por la ciudadanía y los altos funcionarios del Gobierno. Vivió por muchos años en el barrio de la Tola.

Escuela de la Toledo

¿Quién no ha escuchado hablar del famoso jardín del Instituto de las Señoritas Toledo? 

Funcionó en la Casa de la Inquisición (calle Bolívar y Venezuela), derrocada por afán de modernización de la urbe colonial. Luego pasó a la calle Rocafuerte, bajos del convento de Santo Domingo.

La fundadora, Lucinda Toledo (un jardín de infantes lleva su nombre), nació en Quito, en 1863. Fue hija de Antonio Toledo y Nicanora Paredes. Se educó en la escuelas de los Sagrados Corazones y San Carlos. A los 15 años comenzó la carrera del magisterio, en Ambato. Luego vino a Quito a prestar sus servicios en la escuela de los Sagrados Corazones. Pronto fundó la escuela de San Luis Gonzaga para los varones y Santa Rosa de Lima para las niñas. 

Le ayudan en esta labor María Eduviges y Teresa. Cobraban como pensión veinte centavos por mes.

Pasaron los años, las generaciones agradecidas acuerdan rendir homenaje a su dilecta profesora, Lucinda Toledo. Se funda el comité formado por los caballeros: Gustavo Bueno, Carlos Mantilla Ortega, Miguel Dousdebés, doctor Julio Vásconez, Benjamín Chiriboga, Gerardo Enríquez.

En el gobierno del doctor Carlos Arroyo del Río, siendo ministro de Educación el doctor Abelardo Montalvo, en 1943, se le concede la condecoración al mérito. Para la entrega de la presea aurea se efectuó la sesión solemne en el Teatro Nacional Sucre. Se habían consagrado sus ex-alumnos que demostraron su gratitud para tan insigne educadora. Entre estos merecen citarse el padre Julio Armijos S., Augusto Arias, doctor Julio Vásconez Delgado, ingeniero Alfonso Calderón, ex-ministro de Previsión y Trabajo y de Defensa Nacional, Alfonso Pérez Pallares, ex-alcalde de Quito, doctor José Ricardo Chiriboga Villagómez, también ex-alcalde, doctor Víctor Hugo Vayas, ex-controlador de la Nación, etc.

La señorita Toledo vivió en sus últimos años rodeada de sus sobrinas Nicanora, Rosa María, Ana Lucía y Rosario Zurita. La casa de la señorita Toledo se halla ubicada frente a la capilla de señor de los milagros, en el tradicional barrio de la Loma. Se conserva con religiosidad un ábaco en el que aprendían los niños a calcular.

Pablo J. Gutiérrez 

Otro notable educador fue Don Pablo Julián Gutiérrez. Fue profesor del colegio Mejía y de varios otros planteles. Es autor de la Aritmética de Bolsillo y Aritmética comercial, valiosos textos de enseñanza.

La escuela Pablo J. Gutiérrez fue fundada hace 44 años y funcionaba en la ciudadela América. La escuela tiene su prestigio y han ocupado la dirección los profesores Jorge Regalado, Rosendo Mediavilla, Héctor Zurita Pico y el actual, licenciado Rubén Lárraga, quien se halla 20 años frente al plantel.

Hay que anotar que esta escuela no tenía un local donde funcionar. Para solucionar este grave problema, el Ministerio de Educación acaba de adquirir una amplia y hermosa quinta en la avenida Universitaria, en la suma de 7'646 912 sucres, a los herederos de Cristóbal Bonifaz.

Benefactora de la educación 

Merece especial mención Isabel Palacios. Tenía afán por la educación popular, de los niños quiteños de hogares humildes. Donó la casa y el terreno en donde se construyó el local para la escuela Hermano Miguel de la parroquia de San Blas. En este lugar, calle Guayaquil, se construyo un edificio moderno donde funciona el Ministerio de Agricultura y Ganadería.

Se cuenta que un día que salía de su casa situada en la antigua calle Bolivia, hoy Espejo, en el lugar en el que existe el Teatro Bolívar vio que un alguacil cuyo nombre era Jorge Yépez pero que se le conocía con el apodo o mote de Ángel Dormido, llevaba preso a un acaudalado industrial, Juan Pío Aguirre, que tenía una gran fábrica en Latacunga, pero que había sido arrasado por un aluvión y su fortuna había sufrido fuerte quebrando. Le dice al alguacil: suelte al caballero y venga a mi casa que yo cubriré su deuda porque el es un hombre honrado, pero en desgracia. Y así lo hizo. Isabel Palacios hacía muchas donaciones y ayudas.

Camilo Salas Valderrama 

Otro recordado maestro es Camilo Salas Valderrama. Educador quiteño fue nombrado director de la escuela Central de varones la que se denomino después Simón Bolívar N.1, la primera escuela fiscal laica establecida por el general Eloy Alfaro, luego de la transformación liberal del 5 de junio de 1895. Durante la administración del general Leonidas Plaza, Camilo Salas fue consejero escolar en la compañía  de Federico Santur, maestro quiteño que prestó sus servicios docentes por algunos años, en Centro América.

El Consejo Escolar, durante la administración de los ministros Luis Napoleón Dillon y Manuel María Sánchez, se preocupó por la implantación de la escuela laica gratuita y obligatoria de acuerdo con las normas constitucionales, la elaboración de planes y programas de estudio, dotación de mobiliario escolar, material didáctico y métodos de enseñanza hasta entonces desconocidos en el País. Otro ministro que se preocupó por el mejoramiento de la educación fue el doctor Alfredo Monge, hermano de don Celiano Monge, secretario particular del general Alfaro.

Fotografía: Archivo de la familia Bravo Arauz.