sábado, 24 de mayo de 2025

Historia de Quito: celebración del centenario de la Batalla de Pichincha



Celebración del centenario de la Batalla de Pichincha 

Por Bolívar Bravo Arauz para El Comercio

Para celebrar dignamente el primer centenario de la Batalla de Pichincha, el Congreso de 1919 dictó un decreto por el cual se establecía una Junta del Centenario. Esta se integró el 2 de enero de 1920.

La Junta del Centenario consideró que las obras de mayor urgencia en las que debía emprender eran la canalización y pavimentación de la ciudad. 

Para los trabajos de canalización y alcantarillado, habían efectuado estudios la extinguida Junta del Agua Potable de Quito, el Ministerio de Obras Públicas y el Municipio de Quito. La Junta creyó conveniente aprobar el estudio del ingeniero W. Schoeter.

El 25 de Agosto de 1921, se firmó el contrato, para la canalización de una sección de la ciudad, comprendida entre las calles Olmedo, Cuenca, Rocafuerte y Flores, incluyéndose además la canalización de la calle Guayaquil hasta la calle Elizalde y de la calle Maldonado hasta el puente sobre el río Machángara que debía estar terminado antes del 24 de mayo de 1922. A la misma fecha debía estar terminada la pavimentación de una sección de la ciudad. El valor del contrato de canalización fue de 390.843 sucres.

En 1921, se licitó la obra de pavimentación de la ciudad; a la licitación concurrieron el Ing. Manuel A. Navarro, quien presentó el sistema bitulitico y otras firmas que abogaban por la colocación de adoquines. Luego de un informe del ingeniero Ernesto Franco se aceptó y así el 21 de abril de 1921, se aceptó la propuesta del Ing. Navarro. Debía hacerse la pavimentación de la ciudad con hormigón asfáltico según el procedimiento de la casa Warren Bross Company firmándose la respectiva escritura. 

Debía pavimentarse una superficie de 150 000 metros cuadrados. Se pagaría había 14 sucres por cada metro de pavimento, siendo por lo tanto el valor del contrato de dos millones, cien mil sucres, con la obligación de dejar toda la maquinaria y herramienta y más accesorios en beneficio de la junta. Además, el contratista garantizaba que el material y la mano de obra sería de la mejor clase y que, además, el contratista se obligaba a reparar cualquier desperfecto o daño durante el plazo de cinco años contados desde la fecha de entrega.

Es natural que hubo problemas en los trabajos como los referentes a las tuberías de agua potable y, sobre todo, por los rieles de los tranvías eléctricos que circulaban en la ciudad. Se consintió en la en la colocación de postes que obstruían las calles y aceras con peligro para los transeúntes y pasajeros de los tranvías. El contratista debía entregar 50.000 metros pavimentados antes del 24 de mayo del 1922.

La pavimentación debía cubrir las siguientes calles, reemplazando el antiguo empedrado: Avenida 24 de mayo entre las sección Imbabura y García Moreno; García Moreno entre 24 de Mayo y Olmedo; Venezuela entre Rocafuerte y Olmedo; Guayaquil de Rocafuerte a la Alameda; Maldonado entre Rocafuerte y puente sobre el Machángara; Rocafuerte entre García Moreno y Maldonado; Bolívar entre Cuenca y Flores; Sucre entre Cuenca y Guayaquil; Bolivia (hoy espejo) entre García Moreno y Flores; Chile entre Cuenca y Flores; Mejía entre García Moreno y Guayaquil; Olmedo entre García Moreno y Guayaquil; Flores entre Rocafuerte y Chile; Plaza de Santo Domingo entre Rocafuerte y Chile y Cuenca entre Chile y Bolívar.

El Congreso de 1921 constituyó la junta con nuevos miembros. 

Como obras a efectuar también se consideró la rectificación de la Avenida Colombia, para la regularidad y ensanche de la calle. Debía hacerse la expropiación de los terrenos necesarios, la construcción de una gradería que ponga en comunicación la calle Arenas con la Benalcázar.

Se consideró la realización de obras indispensables para el embellecimiento de la entrada sur de la ciudad mediante el ensanche de la carrera Maldonado, desde el puente del Machángara hasta el Parque Centenario, a expensas de una faja perteneciente al huerto del convento del Buen Pastor; el arreglo de las aceras de las casas frente al Parque La Recoleta. El empedrado de la avenida 18 de septiembre, hoy 10 de agosto, desde El Ejido hasta la avenida Colón y la construcción de dos acueductos que cruzan dicha avenida. La nivelación de la calle Vargas con un costo de 5.000 sucres, el relleno del hueco de la quebrada Jerusalén para la canalización del puente de los Gallinazos. 

El costo de estas obras ascendió a 1'100.000 sucres. 

Luego, la Junta entró a considerar el programa de las fiestas. Se acordó la acuñación de medallas conmemorativas de las fiestas. Se contrató con el artista Luis F. Veloz la restauración de 500 cuadros de las iglesias y conventos de San Agustín, San Francisco y la sacristía de la iglesia de Guápulo. 

El contratista comenzó su trabajo en la sala capitular de San Agustín. Con el artista Antonio Salgado se contrató la construcción de una fuente con la escultura La Insidia a colocarse en el parque de Mayo. Se acordó la realización de una gran exposición de artes e industrias a presentar en los pabellones del nuevo hospital civil (hoy Eugenio Espejo que no se inauguraba).

Foto: archivo particular. 





domingo, 18 de mayo de 2025

Historia de Quito: el negro Ceferino Congo


El negro Ceferino Congo 

Por Bolívar Bravo Arauz para El Comercio

La real orden mercedaria tiene en sus páginas de recuerdos hechos gloriosos. Es redentora de cautivos, según su fundador San Pedro Nolasco. Fray Hernando de Granada fundó la primera escuela para niños en esta ciudad, ya con el apoyo de su amigo, Sebastián de Benalcázar. 

En épocas de la guerra independencia y sobre todo la Batalla de Pichincha, jugó un rol importante. Por primera vez, flameó el tricolor nacional en las torres El Tejar que guarda el recuerdo del Padre Bolaños.

Se cuenta que el padre Leopoldo Roldán Cajas al visitar el pueblito de Perucho, le dieron una agradable sorpresa al regalarle un negrito del Chota, al que le pusieron el nombre de Ceferino Congo. El negro Ceferino era un muy reconocido en Quito. Usaba lentes era alto y fornido.

El negrito resultó mudo, pero vivo, despierto, servicial e inteligente. Todo lo que le enseñaba el Padre Roldán aprendía sin dificultad. Al regresar el Padre Roldán de un viaje que había realizado a México, le sorprendió la muerte y el pobre negrito perdió a su querido patrón. Era apreciado en la comunidad. 

Ceferino Congo fue encargado de dar cuerda al reloj de la torre de La Merced que fue traído por el Padre Alban hace siglo y medio. Además se encargaba de la iglesia para las misas y honras fúnebres, Ceferino regulaba el reloj cuando se cuando se atrasaba subiera la torre estaba el pabellón y bajaba también la bandera pero previamente izaba el tricolor nacional.

Iba a la biblioteca, a la magistral biblioteca de la orden, cogía un libro lo hojeaba y luego lo aprobaba con la cabeza, como diciendo es muy bueno.

Ceferino dejó gratos recuerdos.

En la Orden Mercedaria de la época no puede olvidarse al padre Joel Leonidas Monroy, cuencano, venerable sacerdote, autor de importantes obras de carácter histórico y promotor de la coronación de Nuestra Señora de la merced de Quito. A la época puede recordarse a los padres Juan Ignacio Moreno, Francisco Rueda, Coronel, Calderón, Guillermo y Benjamín Bravo Cabrera, y últimamente los padres Luis del C. S. Acuatias, Visitador, Santamaría, Cadena y al dinámico Padre Octavio Proaño. También es notable el Padre Pedro Armengol Villafuerte.

No puede olvidarse en esta pequeña crónica a un antiguo educador, el hermano Valenzuela, y sus compañeros Maldonado, Egas, Benigno Mejía, todos fallecidos.

Igualmente, se recuerda que el negrito Ceferino Congo, un buen día, se presentó en la iglesia vestido de blanco para que le den la primera comunión. Era muy diligente; hacía mandados; recorría el convento, ayudaba en la cocina.

Despertaba admiración, pues por sus formidables fuerzas y solito replicaba la gran campana de la Virgen, moviendo el gran badajo. Se relata que esta campana fue una de las tantas revoluciones que hemos tenido y perdió su gran sonoridad.

Se aclara que Congo tenía buena vista, pero le gustaba usar anteojos y salir con buche a la calle. Saludaba con todos y a todos. Les daba la mano demostrando gran sociedad lo que hacía que todos lo quisieron. 

Cuando el negrito Ceferino enfermó y y murió, su fallecimiento fue muy sentido y constituyó una grave pérdida para la comunidad mercedaria, pues era un útil y abnegado servidor.

Foto: archivo familiar. 

domingo, 11 de mayo de 2025

Historia de Quito: crónicas humorísticas-La Tela de Araña 1925-26


Por Bolívar Bravo Arauz para El Comercio. Una crónica sobre la historia de Quito.

Crónicas humorísticas-La Tela de Araña 1925-26

Quito atravesaba el primer cuarto de siglo. El 9 de julio de 1925, la liga de militares jóvenes dio al traste con el gobierno para "terminar la tiranía bancaria", especialmente del Banco Comercial y Agrícola apresando a su gerente don Francisco Urbina Jado. Se formó la Junta de Gobierno integrada por eminentes ciudadanos: Luis Napoleón Dillon, Modesto Larrea Gijón, José Rafael Bustamante, Francisco Arízaga Luque, Pedro Pablo Garaicoa, Francisco J. boloña y el general Francisco Gómez de la Torre, para las diferentes carteras.

Se inició la reforma tributaria y se decretó la creación del Banco Central, pero la Junta cayó. Se formó la Segunda Junta de Gobierno compuesta igualmente por valiosos y prestantes elementos tales como Humberto Albornoz, Julio Moreno Peñaherrera, Homero Viteri, Isidro Ayora y Adolfo Hidalgo Nevares. 

En abril de 1926, el doctor Ayora fue llevado a la presidencia por la junta militar presidida por el comandante Juan Ignacio Pareja e integrada por el teniente coronel Telmo Paz y Miño, mayores Federico Struve, Sierra Paredes, Morán Estrada, capitán Alfaro del Pozo

Vino la misión Kenmerer e inició una era de verdaderas reformas.

Un recordado periodista, don Leonardo Echeverría, quien en 1917 publicara La Langosta inició la publicación del periódico que llevaba el título de Tela de Araña. 

En las páginas del periódico existen sabrosas crónicas. Una de ellas en verso y que se refiere a la época abril de 1926, y dice:

Hablemos de modas 

De moda, alzarse el traje
de moda, los ternos todos
de moda al hacer un viaje
a Telaraña las moscas 

Y aquí vienen las chiquillas,
con cuartillo de vestidos
enseñando las rodillas
a buenos y corrompidos.

Y a unas viejas pretenciosas
con sus canillas agudas
haciéndose las donosas
y un tanto desvergonzadas
y hasta las viejas han visto
al ver pasar una guambra
él pasa muy tiesa y muy lista
le dicen con ira: samba...! 

De moda está el socialismo
de moda, la Misión Kenmerer
de moda, el bolcheviquismo
de moda siempre el querer 

Lo que ya pasó de moda
fue el botón Córdoba y sus ministros
pues hicieron buena poda
los militares más listos

Y entraron de moda aquellos
y de moda sigue siendo
para esposas guapas, bellas
y si llevan muchas estrellas.
Lo que la moda ha empezado
en hacer locas de amor
a toda Eva que ha llegado
a saborear el tambor.

Luego hay la letanía a San Isidro ayora. dice así:

Oh glorioso Isidro Ayora!

Dad a los oportunistas
el aviso de que aún no es hora.
Si te acosan muchos canes
soltad a los edecanes.

Y si alguien mucho ha llorado
hacedle que le consuele
tu secretario privado

San Leonardito Palacios
impide tú los ascensos
de los pelos muy lacios 

Y si más te piden la toga
haz que pasen por la vista
de Ángel Isaac Chiriboga 

Si Carlitos Ordeñana
obliga a tus empleados
que vayan más de mañana.
Si una maestra llora a mares
entrégale al calladito
a José María Suárez 

Si Homerito Viteri Lafronte
te tira del consulado
mándale que se consulte
con Carlos Manuel Larrea 

Si Pedro Pablo Egüez
todos te agradeceremos
la energía que despliegues
si de tu agrado no sea
algún director de diario
será Valverde Rumbea
San Julito Moreno
o todos los pícaros
ordénales pongan freno.
Y si acaso no pudiera
amonestar le toca
a Isaac J. Barrera

Y San Pedrito Núñez
a los que suben el cambio
recórtales las uñas
en tu puesto eres el rey
por lo tanto mándales a ahorcar
con Manuelito Stacey.

San Lino Cárdenas, dile
a Santa junta de Beneficencia
que en arriendos se estire

San Enrique Bustamante
el más alegre milagrero
deja de ser tunante
sólo así tu secretario
en todos los matrimonios
vestirá escapulario. 

San Guillermito Burbano
pon mordaza a las placeras
como hombre, no como hermano.
Más si no puedes hacerlo
descarga tu poderío
en el audaz Jorge Merlo.

 Oh santos descoyuntados
Oh tenientes políticos
del todo necesitados
rogad que haya matrimonios
de bocas pintadas
y pocas feas con moños
para que así seamos dignos
de alcanzar vuestras promesas.
Amén. 

Para entender la letanía, se hace indispensable conocer la nómina de alto de los altos funcionarios de la época: presidente-dictador, Dr. Isidro Ayora. Ministro de Gobierno, Julio E. Moreno P.; subsecretario, Isaac J. Barrera; ministro de Relaciones Exteriores, Homero Viteri Lafronte y subsecretario, Carlos Manuel Larrea. Ministro de Instrucción Pública, Carlos Ordeñana y subsecretario José María Suárez M. 

Ministro de Previsión Social, Pedro Pablo Egüez y subsecretario, Luis Valverde Rumbea. Ministro de Defensa Nacional, Leonardo J. Palacios y subsecretario coronel Ángel Isaac Chiriboga Navarro. Secretaria privado de la Presidencia, Julio Endara M., ministro de Hacienda, Dr. Pedro L. Núñez y subsecretario Manuel Stacey.

Director de la Junta de Asistencia Pública, doctor Lino Cárdenas, director de Registro Civil, Enrique Bustamante L., intendente general de Policía, coronel Guillermo Burbano Rueda y secretario, licenciado Jorge Merlo.

Crédito de la foto: archivo particular.
Pie de foto: la Plaza Grande antes de la instalación del monumento de la Independencia. Tiene abundante vegetación y árboles. Al fondo, el Palacio de Carondelet.  

lunes, 5 de mayo de 2025

El Teatro Nacional Sucre


 Por Bolívar Bravo Arauz para El Comercio 

En el Centro Histórico de Quito, Centro Colonial, se yergue el Teatro Nacional Sucre, escenario de grandes presentaciones artísticas y culturales, de antiguos debates universitarios estrictamente académicos e inolvidables veladas.

Desde los tiempos de la colonia, muy grande ha sido la afición de la sociedad quiteña por las presentaciones dramáticas. A ellas concurría lo más granado de la ciudad y se realizaban cuando se celebraba el nacimiento de algún príncipe, se alzaba la bandera por el Rey o se trataba de la premiación solemne a fin de cada año en los colegios que los había muy pocos. Las piezas elegidas cuando no eran de Lope de Vega o Tirso de Molina (Gabriel Telles) se referían a lo divino y las más de ellas sabían a autos sacramentales que se llevaban a cabo en la sala de San Luis o el Convictorio de San Fernando.

Ha quedado para la historia del recuerdo de la función que prepararon los próceres de nuestra independencia y que juzgaron adecuadas como La Araucana y el Catón de Utica, velada que se llevó a escena en el convictorio de San Fernando (hoy colegio de los Corazones) y que cayó bien en el ánimo de los quiteños que ya soñaban con la emancipación.

Hay que recordar que, en los primeros años de la República, visitaban de vez en cuando la capital y el puerto de Guayaquil afamadas compañías extranjeras que no tuvieron éxito y cosecharon únicamente admiración y aplausos.

El Congreso Extraordinario de 1867, reunido en Quito y presidido por el doctor Manuel Angulo proscribió corridas de toros y declaró atribución de los municipios la construcción de teatros en el territorio de las municipalidades La primera disposición se cumplió estrictamente con la entrega que caracterizaba al gobierno de entonces, de García Moreno. Lo segundo se lo realizó la entidad municipal.

En marzo de 1877, el ministro de lo interior, don Pedro Carbo, aprobó a nombre del gobierno de los estatutos de la sociedad La Civilización, formada por hombres cultos de la época y le concedió el terreno y la casa de la carnicería, para que allí se construya un teatro en el plazo de dos años.

Habían transcurrido siete meses cuando un nuevo comité compuesto por los jóvenes liberales entusiastas, con Luis Salvador que representaba como delegado del Ejecutivo, procedió a la demolición de una vetusta galería que fue construida por el presidente de la Real Audiencia, Villalengua, para que desde allí se presencien las lidias de toros.

En el periódico El Fénix, se burlaban de este proyecto de teatro para la juventud.

En 1880, se dio principio a la construcción del teatro mediante un contrato celebrado entre el gobierno del general Ignacio de Veintimilla y Leopoldo Salvador.

En 1887, nuestro historiador Don Pedro Fermín Cevallos anotaba que el sólido y gran Teatro Nacional se hallaba concluido y que Su costo era de ciento once mil sucres. La construcción había durado 7 años.

SOLEMNE INAUGURACIÓN

La solemne inauguración se llevó a cabo el 15 de noviembre de 1887, a las ocho y media de la noche, con la actuación del célebre pianista de París, capitán Voyer. El himno nacional fue ejecutado por la orquesta y banda de Artillería. El programa desarrollado fue el siguiente: 

1.- Marcha Indiana arreglada para el piano por el capitán Boyer.

2.- Estudios en La Menor de Thelberg.

3.- Sonámbula de Thelberg y un Allegro en La Menor con acompañamiento musical de gran orquesta.

Por el escenario del Sucre han desfilado célebres cantantes de ópera, actores dramáticos y cómicos, operetas, zarzuelas y compañías de renombre.

En una crónica corta como ésta, no podemos olvidar el gran papel del tramoyistas, utileros y de una gran cantidad de actores y gente de teatro que trabajaban tesoneramente para deleitar al público y también para ilustrarlo, pues el teatro es el medio de arte y cultura.

En el sucre se han presentado, entre otros artistas, pianistas de la talla de Arturo Rubinstein, bailarinas como Carmen Amaya, balletistas como Tamara Toumanova.

Por allí también ha desfilado conjuntos y artistas ecuatorianos como la recordadas compañías de Marina Moncayo y Marco Barahona, Telmo Vásconez, Tita Merizalde, Leonardo Páez, Eduardo Albornoz, María Victoria Aguilera, el popular y querido Ernesto Albán Mosquera que está celebrando sus bodas de oro de vida artística, Carlota Jaramillo de Araujo y una interminable lista de artistas nacionales que han cosechado muchos triunfos artísticos.

En 1900, hubo necesidad de efectuar formales reparaciones en el Teatro Sucre y el General Eloy Alfaro, Presidente de la República, dispuso que se contratase con el mismo arquitecto que trabajó los planos del Teatro las reformas indispensables. Cambió el techo; puso un cielo raso con armaduras y cubierta de hierro y acero y varió el piso de la platea con la suma de cinco mil sucres. Se pidió a Europa los mejores asientos.

En la presidencia de Galo Plaza Lasso, siendo ministro de Educación y subsecretario los licenciados Gustavo Darquea Terán y Humberto Vacas Gómez, respectivamente, se procedió la remodelación del hermoso teatro, bajo la dirección del director de Construcciones Escolares, Ing. Eugenio Klein. 

Con gran dirección y técnicas se hicieron trabajos de cambios en el cielo raso, pisos, escenario, cambios de asientos de butaca, arreglo de galería, hall de entrada, dotándole de gran belleza, hermosura y comodidad dignas del primer teatro de la capital.

Fotografía: archivo particular.