Mi apreciado colega Rodrigo Villacís Molina ha escrito una crónica sobre don Nelson Aníbal Núñez, sabio, hombre erudito en ciencias económicas, políglota, vidente. Como tengo más años y lo he conocido personalmente, voy a referirme a su valiosa labor y a su situación en el olvido.
Hace más de medio siglo, se publicó en esta bella capital, una simpática revista “La Cruz”, semanario de un grupo de universitarios que integraban la Asociación católica de la Juventud Ecuatoriana. Era antes del 9 de julio de 1925 y tenía nobles ideales. Recuerdo algunos de sus nombres: Nelson Aníbal Núñez a la cabeza, Luis Cornelio Díaz, Luis Afonso Ortiz Bilbao, Jorge Salvador Donoso, Rafael Villalba, Carlos Dousdebés, José Luis González y otros igualmente notables. Apunta que luego tuvieron otras publicaciones: La Defensa y El Campo. Pronto empezaron a desarrollar en diferentes actividades brillaron por su talento.
Nelson Aníbal Núñez, muy joven, y tal vez el mayor de todos, fundó la compañía Ambas Américas. Era, como bien dice Villacís Molina, un hombre que se había enamorado excesivamente de los libros y de los estudios. Aprendía varios idiomas y que luego los dominó. Pero su verdadera inclinación era por los estudios económicos, como Luis Napoleón Dillon, el gran creador y gran revolucionario, luchador indeclinable contra la dominación bancaria. Dominaba idiomas, como Gustavo Salgado el recordado catedrático universitario y valioso jurista, como Francisco Darquea (padre) hombre de trato exquisito y de talento.
Pasaron los años y en la administración de Dr. José M. Velasco y siendo ministro del Tesoro, actualmente Finanzas y anteriormente de Hacienda, los doctores Mariano Suárez Veintimilla y Enrique Arízaga Toral, fue Director técnico don Nelson Aníbal. Por entonces se publicaba el Boletín del Ministerio y allí se hallan los trabajos sobre ciencia hacendaria, tributación, como lo conoce el entonces subsecretario y pulcro funcionario Lcdo. José M. Avilés Mosquera que desempeñaba la Subsecretaría del Portafolio.
Llegó al poder Carlos Julio Arosemena Tola, quien nombró como ministros a los doctores Juan Tanga Marengo, Alfredo Pérez Guerrero, Teodoro Alvarado Olea, Raúl Clemente Huerta, para las carteras de Gobierno, Previsión Social, Economía y Tesoro, respectivamente. Para la cartera de Educación designó al doctor José Miguel García Moreno, quien ocupaba el rectorado de la Universidad de Guayaquil.
Núñez Valdéz presentó la renuncia ante el doctor Huerta y fue aceptada. Entiendo que no volvió a ocupar funciones públicas. Sus colaboraciones y pronósticos sobre fenómenos sísmicos, crisis económicas, sociales, aparecían en el Debate, en la Revista Mercedaria y otras.
Es natural que se perdía a un honesto funcionario y a un hombre de gran valía. Son cosas de la política.
Posteriormente fue atacado por el mal de Parkinson. Luego vino su miseria. Este terrible mal que ha atacado a hombres geniales.
Esto nos hace recordar la parálisis que le vino al Canónigo Luis R. Escalante, llamado el “Pico de Oro”
Quiteño, nacido en 1867. Fue párroco de El Belén, Santa Bárbara, San Sebastián y finalmente la Parroquia El Salvador. Fue nombrado Canónigo Honorario por el Arzobispo Manuel María Pólit Lasso.
Es digno de recordarse cuando ocupó la tribuna sagrada en la conmemoración del Centenario de la muerte del el Mariscal Sucre en la Catedral Metropolitana. Fue socio de la Bolivariana del Ecuador.
En su enfermedad, trombosis, le produjo una hemiplegia, parálisis del medio cuerpo y perdió también el habla. Fue atendido por su sobrino el Dr. Juan Francisco Orellana. Después de seis años de enfermedad, murió en 1940 en la más espantosa miseria
En una carta que escribió sirviéndose de un diccionario y señalando palabra por palabra, expresó: “Sufro lo que no es decible. Triste, solo y pobre, pobre, porque en el ejercicio de mi ministerio sacerdotal nunca busqué granjerías. Dios quiso castigarme, dejando con mi vida mi corazón y son luz mi pensamiento. De ese cortejo inmenso que llenaban mi cuarto en los días que pasaron, no me ha quedado en la desgracia un solo amigo. Solo he pedido en mi horrible desgracia que Dios me lleve pronto”.
El canónigo Escalante, quiteño, fue teólogo, filósofo, orador, literato, lingüista y políglota, pues hablaba varios idiomas. En sus brazos, murió el Arzobispo Pólit Lasso, a la salida de una sesión de la Junta Consultiva de Relaciones Exteriores y también a consecuencia de un ataque.
Para terminar, solo se debe recordar que Nelson Aníbal Núñez yace hoy en el Hogar de Nuestra Señora de Lourdes para enfermos incurables que solo esperan la visita de la fiera Parca, hogar que se mantiene por la filantropía y el noble corazón de damas a cuya cabeza está la señorita Rosario Barahona E. Que contraste con aquellos que comercian con el hombre y el dolor de sus semejantes y de otros que aprovechan de los problemas, catástrofes y conflictos del país, para su beneficio personal y que se merecen sanción ejemplar.
Crédito de la foto: archivo familiar.