domingo, 23 de febrero de 2025

Recuerdos de una brillante generación

 



Por Bolívar Bravo Arauz para la Sección del Recuerdo de El Comercio

Mi apreciado colega Rodrigo Villacís Molina ha escrito una crónica sobre don Nelson Aníbal Núñez, sabio, hombre erudito en ciencias económicas, políglota, vidente. Como tengo más años y lo he conocido personalmente, voy a referirme a su valiosa labor y a su situación en el olvido. 

Hace más de medio siglo, se publicó en esta bella capital, una simpática revista “La Cruz”, semanario de un grupo de universitarios que integraban la Asociación católica de la Juventud Ecuatoriana.  Era antes del 9 de julio de 1925 y tenía nobles ideales. Recuerdo algunos de sus nombres: Nelson Aníbal Núñez a la cabeza, Luis Cornelio Díaz, Luis Afonso Ortiz Bilbao, Jorge Salvador Donoso, Rafael Villalba, Carlos Dousdebés, José Luis González y otros igualmente notables. Apunta que luego tuvieron otras publicaciones: La Defensa y El Campo. Pronto empezaron a desarrollar en diferentes actividades brillaron por su talento.

Nelson Aníbal Núñez, muy joven, y tal vez el mayor de todos, fundó la compañía Ambas Américas. Era, como bien dice Villacís Molina, un hombre que se había enamorado excesivamente de los libros y de los estudios. Aprendía varios idiomas y que luego los dominó. Pero su verdadera inclinación era por los estudios económicos, como Luis Napoleón Dillon, el gran creador y gran revolucionario, luchador indeclinable contra la dominación bancaria. Dominaba idiomas, como Gustavo Salgado el recordado catedrático universitario y valioso jurista, como Francisco Darquea (padre) hombre de trato exquisito y de talento.

Pasaron los años y en la administración de Dr. José M. Velasco y siendo ministro del Tesoro, actualmente Finanzas y anteriormente de Hacienda, los doctores Mariano Suárez Veintimilla y Enrique Arízaga Toral, fue Director técnico don Nelson Aníbal. Por entonces se publicaba el Boletín del Ministerio y allí se hallan los trabajos sobre ciencia hacendaria, tributación, como lo conoce el entonces subsecretario y pulcro funcionario Lcdo. José M. Avilés Mosquera que desempeñaba la Subsecretaría del Portafolio.

Llegó al poder Carlos Julio Arosemena Tola, quien nombró como ministros a los doctores Juan Tanga Marengo, Alfredo Pérez Guerrero, Teodoro Alvarado Olea, Raúl Clemente Huerta, para las carteras de Gobierno, Previsión Social, Economía y Tesoro, respectivamente. Para la cartera de Educación designó al doctor José Miguel García Moreno, quien ocupaba el rectorado de la Universidad de Guayaquil.

Núñez Valdéz presentó la renuncia ante el doctor Huerta y fue aceptada. Entiendo que no volvió a ocupar funciones públicas.  Sus colaboraciones y pronósticos sobre fenómenos sísmicos, crisis económicas, sociales, aparecían en el Debate, en la Revista Mercedaria y otras.

Es natural que se perdía a un honesto funcionario y a un hombre de gran valía. Son cosas de la política.

Posteriormente fue atacado por  el mal de Parkinson. Luego vino su miseria. Este terrible mal que ha atacado a hombres geniales.

Esto nos hace recordar la parálisis que le vino al Canónigo Luis R. Escalante, llamado el “Pico de Oro”

Quiteño, nacido en 1867. Fue párroco de El Belén, Santa Bárbara, San Sebastián y finalmente la Parroquia El Salvador. Fue nombrado Canónigo Honorario por el Arzobispo Manuel María Pólit Lasso.

Es digno de recordarse cuando ocupó la tribuna sagrada en la conmemoración del Centenario de la muerte del el Mariscal Sucre en la Catedral Metropolitana. Fue socio de la Bolivariana del Ecuador.

En su enfermedad, trombosis, le produjo una hemiplegia, parálisis del medio cuerpo y perdió también el habla.  Fue atendido por su sobrino el Dr. Juan Francisco Orellana.  Después de  seis años de enfermedad, murió en 1940 en la más espantosa miseria

En una carta que escribió sirviéndose de un diccionario y señalando palabra por palabra, expresó: “Sufro lo que no es decible. Triste, solo y pobre, pobre, porque en el ejercicio de mi ministerio sacerdotal nunca busqué granjerías. Dios quiso castigarme, dejando con mi vida mi corazón y son luz mi pensamiento. De ese cortejo inmenso que llenaban mi cuarto en los días que pasaron, no me ha quedado en la desgracia un solo amigo. Solo he pedido en mi horrible desgracia que Dios me lleve pronto”.

El canónigo Escalante, quiteño, fue teólogo, filósofo, orador, literato, lingüista y políglota, pues hablaba varios idiomas. En sus brazos, murió el Arzobispo Pólit Lasso, a la salida de una sesión de la Junta Consultiva de Relaciones Exteriores y también a consecuencia de un ataque.

Para terminar, solo se debe recordar que Nelson Aníbal Núñez yace hoy en el Hogar de Nuestra Señora de Lourdes para enfermos incurables que solo esperan la visita de la fiera Parca, hogar que se mantiene por la filantropía y el noble corazón de damas a cuya cabeza está la señorita Rosario Barahona E. Que contraste con aquellos que comercian con el hombre y el dolor de sus semejantes y de otros que aprovechan de los problemas, catástrofes y conflictos del país, para su beneficio personal y que se merecen sanción ejemplar.

Crédito de la foto: archivo familiar. 


domingo, 16 de febrero de 2025

Salas capitulares de Quito


Por Bolívar Bravo Arauz para El Comercio. Sección del Recuerdo

Quito posee dos Salas Capitulares en San Agustín que tiene una justa celebridad lugar en la historia pues allí se reunieron en 1809 los patriotas que en América fueron los primeros en construir una Junta Suprema y Soberana de Quito, que declaró la independencia . Es una reliquia que evoca la presencia de ilustres . De altas y macizas paredes, tiene a su cabecera un altar tallado y dorado maravillosamente del XVII, a cuyos lados hay hileras de asientos en gradería primorosamente tallados. 

Al fondo la misma mesa que sirvió para la Secretaría de Junta Suprema y la tribuna que sirvió para pronunciar las proclamas y decretos de nuestros próceres. Todo inspira respeto y recordación. El artesano colonial con sus arabescos. Allí hallamos cuadros del pintor quiteño Miguel de Santiago y cubre el piso una rica alfombra de aquellas fabricadas en los obrajes con arte y gracia. Esta sala fue restaurada en 1922, año del centenario de la Batalla de Pichincha, a cargo del artista Luis F. Veloz, pues los años le habían causado destrucción, asimismo los años en que el convento sirvió de cuartel. 

La otra sala capitular se halla en Casa de Casillas, Casa de los Canónigos o más bien de los Obispos de Quito, situada en la calle Venezuela 715. Encierra los retratos al óleo de todos los obispos de Quito desde 1545 a 1969, un total de 35 cuadros.

En orden cronológico son los siguientes: 

I.- El primer obispo García Días vino de España con Pedro de la Gasca, Pacificador. Asumió su cargo en 1545 y murió en en 1562.

II.- Fray Pedro de la Peña, dominico. Llegó al obispado en 1563. Fundó el Convento de la Inmaculada Concepción, murió en Lima en 1583.

III.- Fray Antonio de San Miguel Solier. Franciscano. Nombrado obispo, no se posesionó, falleciendo en Riobamba en 1590.

IV.- Fray López de Solís. Agustino. Obispo desde 1594 a 1606. Fundó el Colegio Seminario de Lima.

V.-  Fray Salvador de Rivera, nació en Lima. Obispo de Quito a la que llegó en 1605. Murió en Lima en 1612.

VI.- Fernando Arias Ugarte. Obispo de Quito, 1613, promovido luego a obispo de Santa Fé, Charcas y Lima. Falleció en 1638.

VII.- I. Alfonso de Santillana, dominico. Nació en Sevilla. Electo obispo en 1622, murió en octubre 1623.

VIII.- Fray Francisco de Sotomayor, franciscano. Llegó a Quito en enero de 1625. Falleció en Potosí en febrero de1630.

IX.- Fray Pedro de Oviedo. Monje Bernarco nació en Madrid. Obispo de Quito en 1629 y luego Arzobispo de Charcas, Murió en Potosí.

X.- Dr. Agustín de Ugarte Saravia. Inquisidor. Obispo de Quito desde 1646. Fundó el Monasterio del Carmen Bajo. Fue enterrado allí.

XI.- Sr. Alonso Peña Montero. Obispo desde 1652. Presidente de la Real Audiencia de Quito desde 1674.

XII.- Dr. Sancho Andrade Figueroa. Obispo desde 1688. Más tarde Virrey del Perú y Arzobispo de Santa Fe de Bogotá en 1702.

XIII.- Diego Ladrón de Guevara. Obispo de Quito, desde 1705 y virrey del Perú desde 1710. Murió en México en 1718,  cuando iba a España.

XIV. Luis Francisco Romero. Obispo de Santiago de Chile y luego de Quito en 1718, falleció en Charcas en 1729.

XV.-Fray Juan Gómez de la Cueva y Frías. Dirigió la Diócesis en octubre de 1726 al 21 de agosto de 1729 en que murió.

XVI.- Andrés Paredes de Polanco y Armendáriz. Nació en Lima, bispo de Quito de diciembre de 1734 a

..tuvo de obispo de 1791, a 1792,  renunció.

XXI.- Fray José María de la Madrid. Franciscano. Primer obispo natural de Quito, gobernó de 1772 1793. Falleció en alta mar.

XXII.- Miguel Álvaro Cortés, obispo de Quito 1796 a 1799.

XXIII.- Dr. José Cuero y Caicedo, natural de Cali, obispo de Quito, de 1800 a 1815. Prócer de nuestra independencia.

XXIV.- Dr. Leonardo Santander y Villavicencio. Obispo de Quito, de 1817 a 1822. Volvió a España en 1822.

XXV.- Dr. Rafael Lasso de la Vega, obispo de 1828 a 1833.

XXVI.- Nicolás Joaquín de Arteta y Calisto. Quiteño, obispo de 1833 a 1849. Consagró la Iglesia Catedral de Quito. En 1848 creó el Arzobispado de Quito y fue el primero como tal.

XXVII.- Francisco Javier. Arzobispo de 1851 a 1861

XXVIII.- Dr. José María Riofrío, lojano. Arzobispo en 1867. Murió en 1877.

XXIX.- Fray José María de Jesús Yerovi. Nació en Quito en 1819 y fue arzobispo entre 1867 y 1868 en que murió.

XXX.- Dr. José Ignacio Checa y Barba, quiteño. Arzobispo de 1868 a 1877, en que murió envenenado en viernes santo.

xxxi.-Dr. José Ignacio Ordoñez nació en Cuenca. Obispo de Riobamba en 1866 y arzobispo de 1882 a 1893.

XXXII.- Dr. Pedro González Calisto. Quiteño. Estudió en Roma. Arzobispo de 1893 a 1904, año en que murió.

XXXIII.- Dr. Federico González Suárez, quiteño, arzobispo desde 1906 hasta el primero de diciembre de 1917, año en que murió. Es el historiador máximo de Ecuador.

XXXIV.- I. Dr. Manuel María Polit Lasso. Nació en Quito en 1862, luego de ser obispo de Cuenca, ascendiendo al arzobispado de Quito en 1919 y falleció en 1933.

XXXV.- Su eminencia Carlos María de La Torre Nieto. Quiteño. Arzobispo desde 1933 a 1953, año en que se convirtió en el primer cardenal del Ecuador. Renunció por su edad en 1967. 

Sucedió al Cardenal de la Torre Mons. Pablo Muñoz Vega, nacido en Mira, provincia del Carchi en 1903. Profesor del Colegio Latinoamericano de Roma. 

Fotografía: El Comercio. 

lunes, 10 de febrero de 2025

Importantes sucesos en los albores del siglo XX


Por Bolívar Bravo Arauz para El Comercio

Al comenzar el siglo XX se registraron dos importantes acontecimientos: el hallazgo de los restos del Mariscal Antonio José de Sucre y la concurrencia del Ecuador a la feria Internacional de París, donde obtuvo importantes premios.

El Mariscal Antonio José de Sucre, a esta ciudad donde había formado su hogar, luego de asistir al congreso llamado “el Congreso admirable” y luego de expedir una carta fundamental, terminó sus labores. Este constituyente se reunió en Bogotá en 1830 y respaldado por Sucre. En esta Carta Política se seguía respaldando teóricamente la unidad colombiana. Posteriormente vino la separación. Las fuerzas gran colombianas derrotaron a las del Perú en la Batalla del Tarqui del 27 de febrero de 1827; los estrategas que organizaron fueron el Mariscal Sucre y Juan José Flores.
Cuando regresaba el Mariscal Sucre a esta ciudad, traidoramente fue asesinado en las selvas de Berruecos el 4 de junio de 1830. Había en el siniestro un tremendo detalle: los cinco asesinos, dos comandantes, un capitán y dos soldados. Fue en medio de odio político y ambiciones.
Habían transcurrido setenta años del crimen cuando ocurrió el hallazgo de los restos de Sucre. El 24 de abril de 1900 concurrieron para hacerse cargo de los restos y para luego hacer su identificación científica, el presidente general Eloy Alfaro, el vicepresidente Dr. Carlos Freile Zaldumbide, el vicepresidente alterno Dr. Abelardo Moncayo, el ministro del interior Rafael Gómez de la Torre, el ministro de hacienda Tomás Gallardo, el encargado de negocios de Francia Hipólito Franco, el Cónsul de Venezuela Manuel Jijón Larrea, el intendente de Policía de Pichincha Daniel Rodríguez, el delegado del Concejo Municipal de Quito Daniel Burbano de Lara, el Rector de la Universidad, Central Ignacio Gándara; los profesores de la Facultad de Medicina, Dr. Lino Cárdenas, Decano, Rafael Rodríguez, Manuel María Casares, Manuel María Almeida, Guillermo Ordóñez, Juan Antonio López y Luis Leoro.
Los restos se hallaban en una caja cuadrangular, deteriorada por el paso del tiempo. Fuera del cajón se encontró un vestido negro de mujer, fragmentos de bala y tablas. Se sacaron las piezas del esqueleto y los siguientes: una bata de niño, una camisa de niño, la parte delantera de otro vestido de niño y los que se encontraron también los siguientes: un cráneo con partes de huesos de la cara y cuya región temporal llamó la atención de los circundantes y de manera inmediata por perforación que en ella se descubrió, un maxilar inferior un puño y esternón, dos clavículas 19 vértebras, muchos fragmentos de costilla, una del sacro, dos fragmentos de omóplatos, dos húmeros, dos radios, dos cúbitos, algún hueso de las manos, dos huesos ilíacos destruidas, dos fémures, dos peronés, una rótula, dos calcáneos, algunos más de los pies.
Todas las piezas y vestidos, el cajón y la tierra fueron entregados al intendente de Policía para su custodia.
Al día siguiente, convocados a sesión extraordinaria en la Facultad de Ciencias Médicas, a la una de la tarde se hallaban presentes el Decano de la Facultad doctor Lino Cárdenas y los doctores Asencio Gándara, Rafael Rodríguez Maldonado, Manuel María Casares, Guillermo Ordóñez, Ricardo Ortiz Luis Felipe Leoro, Joaquín Ontaneda, Aparicio Batallas y Daniel Burbano de Lara, secretario de la Facultad, además los ministros de Estado y más autoridades.
Se procedió con las formalidades legales a abrir la caja y a estudiar detenidamente las partes óseas. Se llegó a las siguientes conclusiones: “todos los huesos pertenecen a un solo individuo del sexo masculino. Por el examen de las suturas craneales, la configuración de los huesos, la soldadura de las piezas del esternón y caracteres del maxilar inferior, el esqueleto pertenece a una persona de una estatura de un metro sesenta y ocho, a un metro setenta. Se cree que perteneció a un individuo de 35 a 40 años de edad".
Por los caracteres de la lesión en la región temporal derecha, esta debió ser producida por un proyectil esférico de arma de fuego que perforó el cráneo en la dirección de una tangente que, una vez destruidas las partes blandas, dio lugar a la perforación indicada.
Por los cabellos encontrados por su longitud diferente, pertenecen, a dos personas distintas y esto se corrobora por las prendas de vestir de niños encontrados.
La perfecta conformidad que guardan las lesiones del cráneo, con desgarraduras que se encuentran en el sombrero que llevaba la víctima el día del horroroso crimen y la particularidad de la configuración de la cabeza, y la particularidad de la configuración de la cabeza particularidades que resulta mejor comparadas con el perfil trazado en los retratos auténticos del Gran Mariscal.
Las lesiones encontradas en el antebrazo derecho que bien pudieron ser consecuencia del atentado cometido en Chuquisaca, Bolivia, cuando ejercía la presidencia de dicha nación, el 18 de abril de 1828, con lo cual la Facultad de Medicina de la Universidad Central cree que está comprobada la identidad de los restos del Mariscal de Ayacucho que se hallaban secretamente guardadas en el Carmen Moderno. Firmado en el acta respectiva.
El gobierno designó una comisión para rendir un gran homenaje el 24 de mayo y el 4 de junio de dicho año, comisión que se hallaba integrada en la siguiente forma: Por el Concejo Municipal de Quito, D. Daniel Burbano de Lara y Dr. Luis Eduardo Bueno. Por el ejecutivo Dr. Manuel Benigno Cueva, presidente de la cámara del senado, Dr. Carlos R. Tobar, comandante Delfín b. Treviño, Quintiliano Sánchez, Manuel Jijón Larrea, Jenaro Larrea y Julio Andrade. A esta comisión encargada en formular el programa de los actos se agregó posteriormente los señores Juan Murillo, Carlos Monteverde, José Fernández Madrid, Luis Napoleón Dillon, Dr. Alejandro Melo, Julio Jácome Ortega, Dr. Francisco Andrade Marín, Dr. Maximiliano Ontaneda, Juan Ignacio Pareja, Juan José Narváez y Manuel Jijón Ascázubi y Miguel Ángel Albornoz.
De esta conmemoración, se ha guardado el recuerdo de las honras fúnebres, efectuadas con gran solemnidad en la Catedral Metropolitana, en la que se pronunció una oración fúnebre el Monseñor Federico González Suárez.
Esta elocuente oración fúnebre se ha insertado en el tomo de oradores publicado por la colección Ariel, además en varias publicaciones, el Boletín Eclesiástico.
El descubrimiento de los restos del Gran Mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre, se debe al afamado médico Dr. Alejandro San Miguel Melo Montúfar. Es el caso que como facultativo atendió siempre a la señora Rosario Rivadeneira, la que perteneció a la servidumbre de la marquesa de Solanda, esposa del Gran Mariscal. Por esta circunstancia, muy feliz, por cierto, conoció que los restos del Mariscal se conservaban ocultos bajo el altar mayor del Carmen Bajo. Con gran interés y fervor patriótico se dedicó a establecer la verdad y la autenticidad de este secreto y de los restos, según nos ha manifestado el Dr. José Montero Carrión, autor de una importante obra, los Maestros del Ayer y Hoy en Medicina Ecuatoriana.

Crédito de la foto: INPC

 

lunes, 3 de febrero de 2025

Los músicos ciegos de Quito

Por Bolívar Bravo Arauz, excronista de El Comercio para la Sección del Recuerdo 

Se tiene una profunda admiración y simpatía para los artistas ciegos, a los no videntes que han cultivado el arte musical con verdadera maestría, con sentimientos de tristeza que es una clara revelación de su penosa existencia.

Entre los músicos ciegos hay que recordar, entre otros, a los siguientes: Alfonso Correa. fundador de la Sociedad de Ciegos Braille, Humberto de Rosa, Ángel Velásquez, Jorge Puente Humberto Acosta, Guillermo Viteri, Juan Borja y al ciego Basilio.

Comencemos por el ciego Basilio. Era de alta estatura: de cara redonda, le decían al sipo, por cuanto en su niñez había sido atacado de viruela, lo que le ocasionó la pérdida de la vista. Enseñaba a tocar la guitarra y el arpa Además, tocaba la flauta. Tocaba en actos religiosos, en fiestas y diversiones, poniendo la nota de alegría y regocijo. Era muy buscado.

Ángel Velásquez tocaba el arpa con primor. Ejecutaba música antigua y gozaba del aprecio popular. Se cuenta que era propietario de una casa en la Esquina de las Almas, entre las calles Rocafuerte e Imbabura, barrio San Roque.

Alfonso Correa, muy conocido y apreciado en Quito. Hombre culto, sabía leer y escribir por el método de Braile en relieve. Tenia varios libros en esta escritura y difundía sus conocimientos, por lo cual fundó la sociedad del mismo nombre. A pesar de su falta de vista, hacía pruebas y deleitaba en las casas de sus relaciones sociales. Tenía un oído finísimo y jamás se confundía con las personas a quienes conocía por su voz y por sus pasos. Fue alumno del Conservatorio de Música y aprendió a tocar el violín con el renombrado artista y escritor Enrique Terán, hijo del general Emilio María Terán. Correa fue artista de la radio e iba acompañado de su hermana Imelda.

Humberto de la Rosa, excelente artista, tocaba música nacional y extranjera. Andaba guiado por su madre, para transitar por las calles de Quito. Actuó por algunas ocasiones en Radio Tarqui.

Jorge Puente. Otro cieguito que se crió en el orfelinato cuando funcionaba en el hospicio. Cansado de pedir limosna, entró al Conservatorio de Música con el profesor Luis Adrián, llegando a dominar el piano. Adrián era maestro de capilla de San Roque y el Carmen Alto. A su muerte ocupó la vacante Jorge Puente. Se hacía leer buenos libros y tocaba el piano en casas de recreo.

Humberto Acosta vivía la quinta El Placer de la familia Álvarez Gangotena, que fue adquirida por el General Leonidas Plaza Gutiérrez, en su segunda administración presidencial para luego destinarlo al Instituto Normal Juan Montalvo.

En la esquina estaba la casa del Argomacín, un italiano que vendía trastos de porcelana. Además, en la misma calle Quiroga, en la parte alta vivía el pintor quiteño Joaquín Pinto. Al final de la calle Chile, vivía la familia Acosta Núñez: el último de los hijos de esta familia era el cieguito Humberto Acosta que tocaba guitarra, piano y violín.

Guillermo Viteri. Quedo ciego al estallar un tarro de pólvora que iba a soldar, fatal suceso que conmovió al vecindario. Tocaba el piano y andaba con un bastón blanco y un pito para pedir a los policías o transeúntes que le hagan pasar. Por su falta de vista era colérico y de mal humor.

Juan Borja. Hay un refrán que dice: Dios da la llaga y da la medicina. Juan Boria quiso iniciarse en el divino arte, el arte de los dioses, en el arte de Orfeo, pero no le fue posible. Ensayó entonces la declamación bajo la dirección de Abelardo Reboredo, en el Conservatorio de Música. Ayudado por una gran memoria, aprendió muchas y selectas poesías. Recitó hermosas poesías con verdadero arte en las radios.

Jamás pidió limosna. Solía pararse en el antiguo Pasaje Royal con las manos sobre el pecho y luego en la iglesia de La Concepción. El corazón de la gente quiteña que no es impávido ante el dolor ajeno le prestaba ayuda económica. Borja entró al Colegio Central Técnico y allí aprendió a tejer en mimbre para ayudarse en la lucha por la vida.

Foto: Imagen referencial de la esquina de las calles Guayaquil y Bolívar, frente a la Plaza de Santo Domingo. 

Crédito de la fotografía: INPC.