martes, 31 de diciembre de 2024

Una de las imágenes ganadoras del Concurso Fotográfico Quito de Noche de 1963


La Empresa Eléctrica Quito, en 1963, organizó el Concurso Fotográfico Quito de Noche, que tenía diferentes temáticas. Se presentaron 269 trabajos en blanco y negro, 28 ampliaciones de colores no transparencias y 65 transparencias a color. Una de las ganadoras fue la del fotógrafo José Pérez, la cual es mostrada arriba en esta publicación. Es la de tres chullas quiteños volviendo a casa, en horas de la madrugada, tras salir de fiesta. Caminan por la calle Portilla, en el sector de La Recoleta, con dirección a sus viviendas. 

lunes, 30 de diciembre de 2024

Albores del Siglo XX en Quito


Vamos con la octava crónica de mi abuelo, Bolívar Bravo Arauz. Trata sobre varios hechos muy relevantes que se dieron, en Quito, a principios del siglo XX. Les sugiero que pongan mucha atención a las obras que Eloy Alfaro inició en la capital para mejorar las condiciones de salubridad e higiene. Lo mismo al leer cómo fue la construcción del ferrocarril. 
 
ALBORES DEL SIGLO XX

Por Bolívar Bravo Arauz para El Comercio

Rige en el país el general Eloy Alfaro, es arzobispo de Quito Pedro González y Calisto, presidente del congreso el Dr. Manuel Benigno Cueva y vicepresidente Abelardo Moncayo.

El Concejo Municipal de Quito esta presidido por Genaro Larrea, vicepresidente Enrique Freile Zaldumbide.

El 11 de junio de 1897 se crea el colegio Mejía, con educación primaria, secundaria y normal.

En 1900 se halla al frente de la cartera de Instrucción Pública el doctor José Peralta, quien funda la primera escuela Nocturna de Artesanos, ya que está convencido de que solo la educación hará la transformación del país. Se sientan las bases para la creación de escuelas rurales. La primera escuela nocturna para adultos, creada por decreto de 21 de septiembre de 1900, con todos los elementos para brindar una buena enseñanza con la dotación de material didáctico, edificio adecuado y profesores preparados.

Se establecieron 581 becas, distribuidas en los diferentes colegios de la República. 50 en el Colegio Mejía, 20 en el colegio Vicente Rocafuerte de Guayaquil, 100 en la escuela de Artes y Oficios. El resto en planteles primarios de Quito, Guayaquil, Ambato, etc., 4 en la Universidad Central y 12 en el exterior.

El Dr. Peralta enunció, por primera vez, que se debía admitir a la mujer para estudios universitarios, brindándole así nuevos horizontes. Para el Conservatorio de Música contrató a los profesores Enrique Marconi, italiano, Pedro Traversari padre e hijo.

LA ESTADISTICA

Señalaba el Dr. Peralta que a las 407 escuelas nacionales, atendidas por 459 institutos y a los 120 municipales a cargo de 161 profesores, concurrían 36.296 alumnos. A las 360 escuelas municipales con 125 institutoras, asistían 24.800 niñas. A los 20 colegios nacionales y a los 28 colegios de niñas asistían 6252 alumnas.

En el empeño de contar con personal de profesores para las escuelas, el doctor Peralta y Celiano Monge, secretario de la Presidencia de la República, en febrero de 1901, fundaron los institutos pedagógicos para varones y señoritas, los normales Juan Montalvo y Manuela Cañizares.

LAS COMUNICACIONES.

Podemos afirmar que se hallaba incomunicada la Sierra con la Costa. Un viaje, con todos los riesgos duraba ocho días. El traslado de alimentos y mercaderías se lo hacía a lomo de mula. Había la institución de los arrieros. La diligencia iba hasta Tambillo. La vía era por Ventanas. Luego se llegaba a Guayaquil, asolada por varias pestes de la fiebre amarilla, la bubónica, el paludismo.

Alfaro, el viejo luchador, emprendió en su empresa colosal, la construcción del ferrocarril de Guayaquil a Quito o sea el ferrocarril trans andino, magna obra de excepcional importancia que se inició con el presidente García Moreno.

Coincidían en este aspecto, pero Alfaro estaba decidido a realizarla a toda costa. Alfaro tuvo que luchar en contra del congreso de 1898. Se levantó la bandera contra el contrato ferrocarrilero. Luego de tenaces gestiones se constituyó en Nueva Jersey “The Guayaquil and Quito Railway Company”. Dos hombres hicieron posible formación. El ministro Luis Felipe Carbo y el ingeniero norteamericano Archer Harman. Inicialmente el contrato constaba por 12.282.000 dólares en bonos para ser pagado gradualmente por el gobierno del Ecuador. Sobre esta cantidad se había emitido otros 5.250.000 dólares para ser pagados con lo que produzca el mismo ferrocarril.

Al terminar el primer período presidencial de Alfaro, el ferrocarril había avanzado (1901) hasta las faldas del Chimborazo en la Sierra. El ferrocarril se inauguró con gran alborozo el 5 de junio de 1908, en la segunda administración del general Alfaro.

EN FAVOR DE QUITO

Al contemplar el general Alfaro y los miembros de su gabinete el lamentable estado de la Capital de la República, resolvió dictar las medidas necesarias para su adecentamiento y cambio de vía. Pidió al Concejo Municipal de Quito la planificación y estudios inmediatos para la provisión del servicio de agua potable. Servicios de desagüe y canalización, así como lo relacionado con el alumbrado público. El gobierno de Alfaro dijo que está dispuesto a contribuir con el dinero que requiera para que estas obras indispensables para Quito se hagan realidad en el menor tiempo posible.

Inició la construcción del mercado de Santa Clara, ya que solamente se contaba con un mercado abierto en la plaza de San Francisco, a dos cuadras de la quebrada de Jerusalén y que constituía por lo tanto un foco de infección en la ciudad. Si bien es cierto Quito contaba por entonces con una población de 60.000 habitantes, debe recordarse que la ciudad estaba cruzada de quebradas y estas obras eran imprescindibles.

LA PRENSA

La prensa había florecido. La revolución liberal fue como una claridad de luz y libertad.  A comienzos del XX, se hallaban en pleno apogeo los siguientes periódicos: El Grito del Pueblo, periódico ilustrado e informativo en Guayaquil desde fines del siglo anterior. El Tiempo de Quito y Guayaquil cuyo director era el coronel Luciano Coral, valiente hijo del Carchi.

También se publicaba en Quito un diario liberal llamado “El Pichincha”, cuyo director era F. Aristizábal.

También hallamos en Quito el Ecuador de Juan Ignacio Gálvez con propios talleres. El Sol, diario de la tarde Guayaquil del poeta José de Lapierre¸ El Mercurio de Guayaquil de Jacinto Jouvín Arce.

Aparecen también periódicos de oposición como Fray Gerundio y El Pobrecito, en Quito y Guayaquil.

Al terminar su período el general Alfaro, vienen los trabajos pre electorales, aparecen periódicos como el Diablo Predicador El Clavo, El Destripador y El Mortero por las candidaturas de los generales Leonidas Plaza y Manuel Antonio Franco.

Los conservadores tienen su periódico El Ecuatoriano dirigido por Ricardo Cornejo. En 1900, el Dr. Aparicio Ortega publica la revista jurídica política, en ella se hace un severo análisis de la época. Posteriormente aparecerá El Fígaro, El industrial y la Linterna en que se hacía conocer a la colectividad que un grupo jóvenes trabajaba por transformar el país. Eran Ellos: Miguel Valverde, Gonzalo S. Córdova, Luis N. Dillon, José María Ayora y Julio E. Moreno.

Foto de arriba: Foto de la Plaza de la Independencia, en el corazón del Centro Histórico de Quito, tomada en 1945 y es utilizada en este blog como una imagen referencial para esta crónica.

Crédito de la foto: del archivo fotográfico de la Reserva Alberto Mena y Caamaño. Centro Cultural Metropolitano. De la exposición LA CIUDAD, EL CAMPO Y LA PIEDRA. La mirada de Jones Odriozola.  

martes, 24 de diciembre de 2024

La historia de la Sociedad Artística e Industrial de Pichincha


La Sociedad Industrial 

Cuatro artesanos quiteños tuvieron la idea de fundar una sociedad que velará por el adelanto cultural, profesional y económico de los artesanos así como por sus conquistas especiales concedidas por el Estado. En el año 1892, se encontraron estos cuatro artesanos. Eran Miguel Belisario y José Manuel Yépez, Rafael y Leonidas Sánchez. Eran maestros en hojalatería, sombrerería y zapatería. Se reunieron en la casa de Antonio Gómez de la Torre, donde tenía su habitación Miguel Belisario Yépez, en la calle Cuenca, hoy Conservatorio de Música y Declamación, diagonal a la Iglesia de la Merced. 

El 11 de febrero de 1892 se constituye la Sociedad Artística e Industrial de Pichincha con el siguiente directorio y personal fundador: Presidente José Vásconez, Vicepresidente Mariano Vergara, Secretario Nicanor Martínez, Tesorero Juan Pablo Sáenz, vocales Nicanor Bedoya, Pedro Manuel, Secundino Hafnsel, Francisco Calderón, Alejandro Villagómez, Isidoro Hidalgo, Benjamín Pazmiño, Rafael Villagómez, Miguel Belisario Yépez, Rafael María Pérez, Serafín Flor, Venancio Suárez, Benjamín Echeverría, Leopoldo  Bastidas, Jerónimo Noriega, Leonidas Buitrón, Virgilio Acosta, José Bolaños, Miguel Miño, Ezequiel Fabara, Elías Endara, , Ezequiel León Paz y Adolfo Marín.

Se nombraron representantes por las artes y oficios. En Arte Musical, Aparicio Córdova, pintura, Rafael Salas, escultura, Ignacio Benalcázar, sastrería, Francisco Calderón, carpintería Julio Torres, zapatería Rafael Zapata, hojalatería Miguel Belisario Yépez, herrería y mecánica José Garzón, talabartería, Nicanor Aguilar, armería José Pérez, sombrerería, Victoriano Orejuela, peluquería Isidoro Hidalgo, industriales, José Donoso, Miguel Bravo, Julián San Martín y Miguel V. Dávila.

La Sociedad Artística participó en la inauguración de la estatua del Mariscal Antonio José de Sucre, 1892.

Han sido presidentes de la Sociedad José Vásconez, Francisco Rivadeneira, Rafael E. Dávila, Miguel Belisario Yépez, Miguel Prado Orrego, Carlos Eduardo Moncayo, Luis Miguel Molina, Segundo B. Cisneros, Luis F. Vásconez Benjamín Pazmiño Bulnes, José Pástor Pérez. Fue secretario por muchos años, León Pacífico Bravo (padre de Bolívar Bravo A. y bisabuelo de Diego Bravo C.) director de la Casa del Obrero y bibliotecario en 1922 en que celebró con pompa el primer centenario de la Batalla del Pichincha.

Fueron socios distinguidos Manuel Chiriboga Alvear, Julio Sáenz Rebolledo, Zoilo Suárez, el grado bordador quiteño Darío Albuja, José María Rodríguez, Rafael Quijano, José Ramón Paredes, Eloy Rojas, Luis Barba Viteri, Eudoro Balarezo Crespo, José Elías Endara, Ezequiel León Paz, Ignacio Sánchez, Gabriel  Freire, Miguel Prado Ortega, la Sociedad Artística tuvo destacada actuación.

En 1917 se celebró la boda de plata de la fundación, En 1893 se formó el Batallón Sociedad Artística para defender las fronteras.

Fueron socios de honor y contribuyeron a darle realce, sustentando las conferencias los doctores, Luis F. Borja, Reinaldo Cabezas Borja, Telmo R. Viteri.

En 1917, en que se celebró las bodas de plata de la Sociedad Artística Industrial de Pichincha, se realizó la inauguración de del Asilo de Obreros Inválidos, en el barrio San Roque, calle Rocafuerte. En este local se realizó un oratorio y una biblioteca para ilustración de los socios. En 1922 centenarios de la Batalla de Pichincha .

Congreso donó la Casa del Obrero sede de la Sociedad  Artística, tenían en sus locales varias entidades obreras. Sociedad Tipográfica de Pichincha, Sociedad Protectora de Artesanos, Sociedad de Sastres, Sociedad de Cocheros, Sociedad de Carpinteros, Sociedad de Panaderos y Pasteleros, Sociedad Bar de Pichincha, Sociedad de Sombrereros, Sociedad de Albañiles Picapedreros, y Sociedad de Jiferos. Por algunos años funcionó una Academia de Corte y Confección , organizada por la Sociedad Feminista  Luz del Pichincha a cargo de maestro Cornelio Cevallos.

PLACAS CONMEMORATIVAS

La Sociedad Artística e Industrial de Pichincha dio siempre muestras del mas vivo patriotismo.

Colocó una placa en el antiguo cuartel llamado impropiamente Real de Lima, que lleva esta inscripción. La Sociedad Artística e Industrial del Pichincha rinde homenaje de admiración y gratitud a los valientes hijos del pueblo: Landáburo, Jerez, Pazmiño, Godoy, Albán, Mideros Mosquera, Morales, Pereira, Salvador, Rodríguez, y mas abnegados artesanos, ilustres y denodados héroes de la jornada de nuestra emancipación política. Rafael Dávila,  Presidente M.M. Sánchez Secretario.

Se hace mención en la placa de los mártires del 2 de agosto de 1810, como Juan Salinas, Quiroga, Riofrío, Peña, Ascázubi, Manuel Cajías, Oleas, Melo, Villalobos, Tobar y Albán.

Igualmente colocó una placa en el monumento a los Héroes Ignotos, en la Avenida 24 de Mayo. Se colocaron placas en las torres del Tejar por parte de la Sociedad de Hojalateros, lugar donde flameó el tricolor Nacional en Mayo de 1822, luego de la Batalla del Pichincha.

El actual Presidente de la Sociedad Artística e Industrial del Pichincha es el doctor Telmo Hidalgo.

Por Bolívar Bravo Arauz para El Comercio 



Fotografía de arriba: la fachada de la casa, ubicada en la calle Cuenca, en donde funcionó la Sociedad Artística e Industrial de Pichincha. Por largo tiempo fue el Conservatorio Nacional de Música allí, pero ahora, en este 2024, es sede del Instituto Nacional de Danza. 

Fotografía de abajo: la placa recordatoria ubicada junto a la puerta de madera de la casa en donde funcionó Sociedad Artística e Industrial de Pichincha. 


sábado, 21 de diciembre de 2024

La historia y trayectoria de uno de los toreros más icónicos de Quito

 


Quito es una ciudad mágica en donde siempre han aparecido cientos de personajes ilustres e icónicos que son recordados hasta la actualidad. Sin embargo, también hay otros que han sido olvidados con el pasar de los años y absolutamente nadie los recuerda. Su paso en las calles y plazas de la capital del Ecuador se borraron para siempre. Por eso, me es relevante recordarlos y eso solo se puede hacer mediante una búsqueda exhaustiva en hemerotecas, bibliotecas o archivos históricos. Como periodista de Comunidad, mi misión es rescatarlos y tratar de darles algo de vigencia nuevamente para que la cultura, historia y tradición de la ciudad no se pierdan. 

En esta ocasión, mis investigaciones me llevaron a encontrar la historia de José Díaz, conocido torero al que popularmente lo bautizaron como "El Quiteño" a inicios del siglo XX. Inició sus andanzas en los ruedos taurinos en 1898 como banderillero y se retiró en 1937; es de decir, en la época más linda y romántica de la ciudad. A continuación, transcribiré íntegramente la entrevista que le hicieron en diario en El Comercio y que se publicó en 1959 cuando tenía 70 años. Sin lugar a dudas, se trata de una joya histórica. Esta entrevista fue realizada y escrita por el periodista que tenía como seudónimo Asoleado. 

La fotografía corresponde a Diario El Comercio. 

"El Quiteño" recuerda cuando se lidiaban toros de 24 arrobas en Quito y no se conocía el afeitado

José Díaz es el decano de los toreros nacionales. Empezó como banderillero en 1898 y se retiró en 1937. Ha toreado en Panamá, Colombia, Venezuela, Perú y Bolivia. Recibió la alternativa en 1914 de manos de Francisco Carrillo siendo testigo Manuel Moreno "El Bravo". Una cornada le partió la femoral.

Cuando se conoce que vive vive aún un taurino como "El Quiteño", decano de los toreros ecuatorianos y uno de los aficionados más antiguos que existe en Quito, no pudimos dejar que pase más el tiempo, sin conversar con él. Fuimos a un salón cercano y solos los dos, revisamos toda una época de la fiesta brava en Quito.

-¿Su nombre? 

José Díaz.

-¿Edad?

Setenta años.

-¿En qué año comenzó su vida activa en los ruedos?

En 1898.

-¿Y se retiró?

En 1937 en La Arenas.

-¿Su primera salida a los ruedos?

Como le dije, en 1898, formamos una "cuadrilla juvenil" con el asesoramiento de Sebastián Rivero (Chaleco), por eso me bautizaron como "Chaleco II". 

-¿Antes de eso ya iba a la plaza?

Unos tres años antes a la plaza de Guancacalle, bajaba al burladero los toros del pueblo, pero no tenia valor para enfrentarlos.

- ¿Quiénes eran los más entusiastas por la fiesta brava en ese tempo?

Existía el Club "Ecuador", formado por los señores Larrea, Gómez de la Torre, Seminario, Zaldumbide, y los presidía don José Rafael Bustamante, pero el más entusiasta, quien era el el organizador de festejos y tentaderos, era el "Mono" Torres.

- ¿Por qué se decidió por el profesionalismo?

Por estos jóvenes que he nombrado, siempre me llevaban a las haciendas a torear y con tanto entrenamiento me sentí torero.

- ¿Cómo empezó?

Como todos los matadores de ese tiempo, empecé como banderillero.

-¿Quién le dio la alternativa? 

Francisco Carrillo, siendo testigo Manuel Moreno "El Bravo". Esto fue en 1914.

-¿Qué alternantes recuerda? 

A Conejito de Caracas, El Chispa, Chaleco. Como banderiIlero salí con Valentín y Faico.

-¿Ha salido fuera del país? 

En 1909, a Panamá, Colombia, Venezuela, Perú y Bolivia, en calidad de banderillero de algunos matadores. 

-¿Tuvo algo sobresaliente esta gira?

Si, en Panamá en un concurso de banderilleros, gané el trofeo donado por el Presidente Abaldi,

-¿Ganó dinero en los toros? 

Mucho.

-¿Cuánto le pagaban por una corrida?

De banderillero, en Quito, máximo 300 sucres. En el exterior llegué a ganar el equivalente a mil sucres. Como matador en Quito, el sueldo más alto que gané fue el de ochocientos sucres.

- Como banderillero afuera, ¿ganó más que de matador en Quito?

Es raro, pero así fue.

- ¿Cuáles eran las principales ganaderías de su tiempo?

Pedregal de doña Mercedes Velasco de Gomes, Antizana, de dona Josefina Villavicencio de Guarderas, Yanshurco, de don Santiago Velasco; Tambo, de don Octavio Escudero; Turubamba. de la familia Fernández Salvador y Pullurima, de donde fue el toro que mató al Señorito.

- ¿El mejor toro que ha toreado en su vida?

De Pedregal en 1932, "Criminal" era su nombre.

-¿Los toros criollos de antes eran más bravos que los de ahora?

Mucho más bravos y de más peso, porque luego de escogidos, los ganaderos les daban de comer.

- ¿Cuánto costaba un toro bravo en esa época?

Lo más caro era ochenta sucres y de 22 a 24 arrobas.

- Ahora piden mínimo dos mil ¿Toreaban astados afeitados? 

Eso no se conocía en ese tiempo.

- ¿Había suerte de varas?

Una vez, cuando "El Chispa" trajo como picador a Francisco Pardal, y recuerdo que un toro de Pedregal recibió siete puyazos, con la puya que se usaba en esa época, que hacía mucho menos daño que la de ahora.

- ¿Su mejor momento taurino?

Es uno que demuestra la honradez profesional que existía en ese tiempo. Venía Valentín contratado por 10 corridas, y раra asegurar el éxito de la primera, yo y el Empresario don Andrés Orcés, escogimos una corrida "terciadita" de Yanahurco de don Santiago Velasco. Viéndola el día viernes antes de corrida, Valentín llamó al empresario y le dijo: "don Andrés, Ud. se ha equivocado, yo soy de alternativa en Madrid y no un becerrista, yo no toreo esos chotos". Y hubo que suspender la corrida hasta el siguiente domingo, que salió una corrida escogida por Valentín; esto, en el tiempo en que una corrida en Quito, pasaba desapercibida en el mundo taurino, es un indicio de la seriedad y afición de los toreros profesionales.

- ¿Sufrió usted, alguna cornada grave?

Sí, en Panamá. Un toro me partió la arteria femoral. Salvé de milagro y solo porque un médico alemán, de apellido Boit, tenía una clínica frente a la plaza y por coincidencia estuvo en la corrida. Me trasladaron inmediatamente y tuvo que hacerme la operación sin anestesia, pues no había tiempo para ponérmela. Desde luego que apenas me cogieron la arteria con una pinza, me desmayé y desperté cuando la operación había terminado. 

- ¿Es usted casado?

Sí, con tres hijos, uno varón y dos mujeres.

- ¿Quiso ser torero su hijo?

Podía haber sido un buen torero, pero su madre no lo dejó. 

- ¿Cuál era su suerte favorita?

Amé las banderillas al cuarteo. 

- ¿Había mucha afición a los toros en ese tiempo?

Claro que sí, sobre todo cuando toreaban los universitarios y estudiantes de los que sobresalían, el doctor Alfonso Cruz, señor Galo Plaza, el mayor Catón Cruz, y el señor Galo Molina, etc. pero el amo de todos los aficiona. dos prácticos era el Teniente José María Plaza. 

- ¿Tiene esperanzas de un futuro mejor para la fiesta en Ecuador?

Desde luego, con los muchachos ecuatorianos que están afuera, gracias a la nueva plaza y con la campaña de EL COMERCIO con su página taurina, la afición tiene que aumentar y ser más enterada, y la presentación del espectáculo será mejor.

- ¿Va usted a los toros en la actualidad?

A todas las corridas. No me cobran la entrada sea cual sea el empresario, creo que por ser el decano de los toreros ecuatorianos. Les estoy muy agradecido.

- ¿Algo más?

Que la situación económica está bastante difícil, Dios quiera que algún día la afición se acuerde de mí y me dé un beneficio y, ojalá, si es posible, que la Cámara de Agricultura me de algún trabajo en la nueva plaza.

- Adiós Quiteño.

Hasta luego Asoleado y gracias

Asoleado



En la imagen se puede observar al Quiteño. La fotografía fue tomada del sitio Recordando a Quito. Referencia: página de Santiago Duque. 






lunes, 16 de diciembre de 2024

Sociedad Fígaro fundada en 1896

 

Uno de los colectivos más relevantes y trascendentales de escritores y artistas quiteños fue la Sociedad Fígaro, fundada en 1896. En este destacaron personajes ilustres como Luis Napoleón Dillon. Quito, 1905/03/10. "Retrato de 9 personas miembros de la Sociedad Literaria "Fígaro", cuatro de ellos sentados y el resto de pie. Constan sentados de izquierda a derecha: Luis E. Escudero, Luis Napoleón Dillon, Presidente; Miguel Angel Albornoz, Sergio Arias Moscoso. De pie: Temístocles Puyol, F. Alberto Darquea, Rafael Orrantia, Francisco de Paula Miño y Miguel Angel Corral Salvador". 

La fotografía fue publicada en el perfil de Facebook de los Asociados Egresados Dillon. Fuente: Ministerio de Cultura y Patrimonio del Ecuador y Archivo Histórico. 

Sociedad Fígaro fundada en 1896 

Por Bolívar Bravo Arauz para El Comercio

En enero de 1896 cuando todavía se respiraba el ambiente producido por la revolución liberal transformadora del Ecuador obra y producto del pensamiento de Juan Montalvo y la espada luminosa de Alfaro, un grupo de jóvenes fundaba la Sociedad Fígaro, por iniciativa de Luis Napoleón Dillon, con el vivo afán de cultivar los estudios literarios y filosóficos.

En su local de la cuatro esquinas en esta ciudad, celebraban sus sesiones que eran inolvidables veladas en las que se leían sus trabajos literarios y poéticos. Formaban al grupo, a más de Luis Napoleón Dillon, Miguel Ángel Albornoz, Sergio Arias Moscoso, Luis Enrique Escudero, Miguel Ángel Corral Salvador, Abelardo Moncayo, F Alberto Darquea, Rafael Orrantia, Francisco Miño, Sixto M. Durán, Temístocles Puyol, Rafael Duarte.

Auspiciaban la labor del grupo hombres de solido prestigio como Carlos R. Tobar, Roberto Espinosa, Leonidas Pallares Arteta, Quintiliano Sánchez, Julio Castro y José Peralta.

ACTO INAUGURAL

En la sesión inaugural, el presiden de la naciente sociedad, Luis N. Dillon decía: “Ciencias Literatura y Arte serán los ideales de esta sociedad, tres núcleos a cuyo derredor girarán los esfuerzos enunciados".

Ciencia nombre sublime que abarca el mundo mágico que al pronunciarla, conmueve al universo. Su imperio no conoce límites ni su poder, ni obstáculos. Es un insondable mar de efectos sorprendentes que recoger valiosas perlas.

Quien no alza sus ojos y no ve que el cielo de la historia, el espíritu de los hombres de ciencia, patriarcas de la ciencia han dejado sus nombres grabados con caracteres de luz en el libro de la fama. Hay hombres de viven siempre. La huesa, laboratorio misteriosos, desliga su espíritu de la materia y comunicando a aquella fuerza expansiva, lleva a los sabios por los ámbitos de la inmortalidad. 

Estrella fulgurante la ciencia ilumina y el sabio contempla y ve bullir los embriones de las cosas, cuya naturaleza percibe y cuyos efectos analiza antes de que el tiempo deforma y realidad. De aquí de aquí nace el don profético , aureola que circunda la cabeza del sabio trocándola en un semidios que, con sus obras espanta y maravilla.

La ciencia de tal modo refina la sensibilidad y afina la inteligencia que hace al hombre oír el silencio de la nada, ver en la oscuridad de lo desconocido y palpar lo que aún no tiene cuerpo. Con su poderoso influjo vuelve al alma tan rápida y ligera que desgarra las entrañas de la tierra. La sorprende en sus arcanos y luego, como relámpago que pasa inflamando el  horizonte se eleva al firmamento.

La ciencia remueve la tierra, el sabio la posa en sus manos y como arúspice en las entrañas de la victima. Adivina los misterios que el “tiempo” sacerdote invisible consume en el altar del universo.

Colón rompiendo con su voluntad de hierro las barreras del mundo, borrando el nom plus ultra las columnas gaditanas y lanzándose al anchuroso lago para buscar un edén florido allí donde la humana timidez no ve sino abismos pavorosos, es un sabio”

LA LITERATURA

Y luego Dillon habla sobre la literatura. La voz de un creador en el campo literario, dijo, ha salvado en ocasiones a un pueblo. La literatura del sentimiento. El apasionado acento de una madre, supo contener ante los muros de Roma a Coriolano y a su ejército vencedor. En el mundo moral y en el universo todo, en donde la literatura ejerce su imperio. Personificando cuanto de sublime existe en el cielo y la tierra. Espiritualizando la materia y animando a seres insensibles, recorre la literatura desde los abismos del corazón hasta la región de las estrellas.

Fiel amigo de la ciencia y religión, ayuda a la primera desentrañar los misterios que la naturaleza encierra levantando y espiritualizando la inteligencia del sabio, cuyas miradas sin ella no alcanzarían sino los confines de la materia, sirve a la segunda transportando en sus alas el trono del creador las aspiraciones del alma religiosa y descendiendo del cielo cargada de los beneficios y grandeza que Dios distribuye entre los hombres.

Tan antigua como la literatura fue la primera maestra del hombre, la encargada de civilizarlo.

LA REVISTA FÍGARO

La Sociedad Fígaro la publicación de su revista en el primer número, decía en el prospecto. Tenemos el propósito de ilustrar el entendimiento y pulir en el corazón los sentimientos que debe poseer todo el que anhela el progreso de la patria, añadiendo que esta sociedad con su revista harían un oasis donde expandiendo el espíritu y robusteciéndolo con el estudio que en letras de Cicerón, es el que mejora la juventud y divierte la vejez.

En los números de la revista , un verdadero tesoro, hallamos al estudio que hace Dillon de problemas y cuestiones sociales, a más de sabrosas tradiciones. Albornoz escribe cuentos y poesías amorosas, es un inspirado vate, Luis Enrique Escudero traza cuadros del mar de la cordillera andina, Sergio Arias Moscoso tiene poemas y cuentos. Se encuentran dolientes estrofas de Miguel Ángel Corral, quien mas tarde sería el renombrado novelista, F. Alberto Darquea hace el elogio de Mariano José de Lara, el del Pobrecito Hablador. Orrantía, Puyol enfocan asuntos de ciencia, arte y filosofía. Todos escriben y comentan.

Dillon apunta, Quien dice vida, dice corazón, quien de corazón dice amor, poesía. La poesía es vida sin muerte, felicidad sin tormento, sol sin sombras, La poesía es la Patria, es el alma nuestra alma, es la niñez, la juventud, es el universo de dios.

Albornoz escribe bellas poesías que más tarde aparecieron en el poemario sueños y Cantigas, editadas por Carlos H Endara. Diletante lo mismo que el librito, Corazón de la Montaña, de Luis Napoleón Dillon, cuentos y leyendas como el Incendiario de Guayaquil, 1896. Los jóvenes de este Grupo Literario y Artístico prestarían muchos servicios a la Patria. En la diplomacia en el Parlamento. En las altas funciones del estado, fueron ministros estado, periodistas, escritores, como Dillon, Albornoz, Escudero. Sergio Arias, padre del poeta Augusto Arias Robalino, murió prematuramente. Pero el Grupo o Sociedad Fígaro dejó una estela de recuerdos. Eran jóvenes que usaban chisteras, cuello alto y almidonado, levita larga, pantalón fantasía, botines de charol y botainas que gustaban de la música, de la poesía del verdadero amor.

lunes, 9 de diciembre de 2024

Los Petitos, dos conocidos músicos quiteños


Esta es otra crónica de personajes inéditos de Quito de hace varias décadas atrás. Digo inéditos porque en la actualidad nadie se acuerda de ellos. En ninguna reseña periodística o libro aparecen. He buscado si hay registros sobre esta agrupación llamada Los Petitos y es imposible. Generalmente, al hablar de música quiteña, a todos se nos viene a la cabeza el dúo Benítez y Valencia, entre otros artistas. Pero Los Petitos son casi desconocidos en nuestra cultura popular. Nadie los recuerda. Por eso me parece importantísimo rescatar esta crónica de Bolívar Bravo Arauz. No dejaré que sus relatos se pierdan porque son la historia viva de esta bella ciudad. 

Foto: Es una imagen (póster-postal) que compré a un comerciante autónomo. Se trata de la esquina entre las calles Espejo que antes se llamaba Bolivia y Venezuela. Es el sitio en donde se ubica el Palacio Municipal, frente a la Catedral y la Plaza Grande. En la postal se indica que la imagen corresponde a 1867, pero en realidad sería de 1892 hacia adelante. Gracias a Luis Azuero por la observación. Miren cómo eran los acabados del antiguo edificio y el ambiente de la ciudad. Algún día, en mi libro, publicaré la reseña histórica de lo que fue el antiguo Palacio Municipal y cómo se desarrollaban las actividades alrededor de ese inmueble.

Los Petitos, dos conocidos músicos quiteños

Por Bolívar Bravo Arauz para El Comercio

Hace algunos años en Quito no se conocía otro nombre que el de Petitos, admirados y respetados músicos quiteños que dejaron grabada la huella de su paso por la vida. Estos dos artistas estuvieron siempre vestidos de negro. Decían que llevaban el luto por su mamacita. Cuando entraban a  una cafetería decían que querían solo café negro, en agua o con agua, porque estaban de luto. Y por eso llevaban hasta las uñas con unas cintas negras.

Su casa estaba situada en la calle Guayaquil junto a la antigua Casa López, intersección con la Espejo, hoy la afamada casa de Carlos Becdach. Pero además tenían una propiedad en Guápulo, a donde iban a pasar una temporada verano. Para viajar allá daban partes a sus relacionados, era tanta su etiqueta social.

El mayor de los Petitos era Reinaldo Suárez Córdova el hombre representativo de la familia. Usaba coco, leva chaqueta con leontina y reloj de bolsillo. Zapatos de charol, chaleco y pantalón de fantasía. El menor usaba sombrero negro de fieltro y en esto se distinguía de su hermano mayor. Los sombreros no les faltaban nunca lo mismo que bastón. Los cuellos, la pechera y los puños siempre tiesos, bien almidonados. El menor usaba zapatos de resorte, sin bastón.

Decía Petito mayor, el hombre de la etiqueta que los estudios musicales los había hecho en Colombia, por eso su adoración al bambuco. Pero también gusta de los pasillos. Tocaba el piano. Su hermano menor tocaba el órgano y era músico de la Capilla Mayor.

A don Reinaldo le veíamos dirigiendo los coros de las escuelas fiscales de Quito. Con gran garbo decía “Soy el Inspector General de Música de la República”.

No tomaba ni fumaba, tampoco tenía amores con mujeres , y decía “eso hago para conservar mi voz”

Parece que no dejaron descendencia.

Además don Petito era un ferviente bolivariano. En la inauguración del monumento al Libertador Bolívar, en 1934, lo vimos dirigiendo el conjunto coral para el Himno de la Sociedad con su invariable batuta, junto a don Carlos Ibarra, Dr. Francisco Chiriboga Bustamante, don Emilio García Silva. No podía faltar el bolivariano de corazón, general Ángel Isaac Chiriboga Navarro.

Han pasado los tiempos. Y hoy la juventud si ha visto pasear por las calles a la Torera. De ella dijo el Gonzalo Aguinaga:

Torera, le gritaban los muchachos
Torera le gritaban todos
y esconden la cabeza tras la risa
sin saber que está subiendo a las estrellas.
        Y así como Diógenes buscaba un hombre con la lámpara encendida
        si a la vuelta de la esquina de San Roque, San Juan o San Diego
        a la Torera le preguntamos qué hacer?
        Nos dirá en susurros, busco el cielo.

La Torera hace alarde de riqueza y de nobleza. Va por las calles quiteñas siempre con su sombrilla y su cara risueña. Un día fue mascota de desfile bufo. Pero ha terminado en el Asilo de Ancianos. Una figura quiteña.

SERGIO MEJIA AGUIRRE

Poeta, músico, dramaturgo, fotógrafo, enamorado. Sergio Mejía Aguirre fue hijo del Sr. David Mejía y de la Sra. Eleodora Aguirre. Hizo sus estudios en la Escuela de San Blas de los Hermanos Cristiano y luego pasó Conservatorio de Música donde tuvo a maestros como Sixto María Durán y Francisco Salgado. Aprendió a tocar bandoneón, mandolina, guitarra y piano.

Luego se constituye en un artista de gran inspiración. Escribe buena música como pasillos, pasodobles, y valses enriqueciendo la producción musical nacional.

El pasillo que le ha inmortalizado es Negra Mala, música y letra propia del autor. Luego escribió Rubia Buena. Entre sus producciones podemos citar: Princesita, Morena, Mi Ultimo Cielo, Mi María.

Pasodobles como Patria Mía, Oriente Ecuatoriano, Triunfo, Himno a Bolívar. Otras piezas son: Long Rosa, guambra Ingrata, Chilpe Anaco, Calzón. Fue fotógrafo del diario El Comercio.

Como poeta compuso versos a Sucre, Bolívar, Eugenio Espejo y el drama “Mendigo de Amor” que fue llevado a la escena. Fue también orador.

Como poeta escribió Elegía Mundana, versos de carácter amatorio. Entresacamos este verso:

Cansado estoy de todo y lo confieso ahora,
Que mis labios resecos de besar
guardan datos secretos de pasión turbadora
y se cierran, por fin a descansar.
        Poeta dramaturgo, fotógrafo y mundano, 
Que mezcla de aptitudes y a granel
        la lira, la vigueta, la Kodak y el piano
y a la vez oro puro, a veces oropel.

viernes, 6 de diciembre de 2024

La serenata pasó del balcón a lo virtual

 


Les comparto un recuerdo de cómo se vivieron las Fiestas de Quito durante la pandemia del covid-19. Esas festividades fueron atípicas y quienes cubrimos esas celebraciones sabemos cómo todo se organizó desde la virtualidad con conciertos y serenatas que se transmitieron por Internet. Nadie podía aglomerarse para evitar la propagación del virus. Fueron momentos muy duros para la ciudad. 

https://www.elcomercio.com/actualidad/quito/fundacion-quito-historia-celebracion-fiestas.html

La serenata pasó del balcón a lo virtual

Diego Bravo 
El Comercio 5 de diciembre de 2020

En los últimos 70 años las serenatas quiteñas han experimentado cambios que van desde lo más simple, como las canciones interpretadas bajo los balcones de las casas del Centro Histórico, hasta los conciertos y presentaciones móviles que ahora miles de personas siguen en vivo por las redes sociales. 

Antes de que en 1961 se oficializaran las fiestas de Quito, cuando el popular dúo Benítez y Valencia cantó albazos y pasacalles en la Plaza Grande, desde el atrio de La Catedral, la gente ya tenía en las serenatas un espacio para hablar principalmente sobre el amor y los corazones rotos, cuenta el investigador Mario Godoy.

El dúo Benítez y Valencia en una serenata en la calle Morales (La Ronda) en los años 60 (izquierda). La forma de festejar con música ha cambiado. Debido al covid-19, se ha potenciado el uso de internet.

En los años 20, 30, 40 y 50, en las esquinas, plazas y calles de los tradicionales sectores de San Marcos, la Loma Grande, La Ronda, El Panecillo, San Roque y La Tola era frecuente escuchar a grupos de jóvenes que interpretaban serenatas frente a las viviendas de sus enamoradas, madres, abuelas o rindiendo homenajes a gremios deportivos, reinas o dirigentes barriales.

El repertorio de esos encuentros bohemios incluía valses, pasillos, tangos, boleros y la última canción podía ser un ritmo ecuatoriano como pasacalle, sanjuanito o albazo. 

A mediados de los 50, los músicos locales apostaron por el formato de tríos, similar al de los mexicanos Los Panchos, que se convirtió en la esencia del amor que sentían los novios o esposos.

A eso se suma que adquirieron protagonismo las Estudiantinas, un ensamble en el que se mezcla el sonido de los bandolines, bandolas y guitarras. “Los jóvenes no tenían televisión, lo único que hacían era reunirse y se inspiraban para tocar música romántica en la madrugada”, acota Godoy.

En los años 60 -narra el historiador Rafael Racines- los adolescentes organizaban las serenatas con las baladas de los cantantes extranjeros de moda en ese tiempo como Alberto Vásquez, Enrique Guzmán, César Costa, Sandro… A la vez interpretaban con guitarra la música de artistas nacionales que hasta hoy son referentes como Carlota Jaramillo, el dúo Benítez y Valencia, las hermanas Mendoza Suasti.

“A mediados de los 60 apareció la cumbia colombiana. Luego surgieron agrupaciones quiteñas como Don Medardo y sus Players y los Hermanos Vaca, que eran las más famosas”, rememora Racines.
 
En la década de 1970 era usual que en cada vecindario se organicen bailes populares y se contraten orquestas, recuerda Tito Sangucho, director de la banda Los Titos. “Comenzamos con las fiestas de Quito en nuestro barrio que era muy apagado, en la Colón y Versalles. Preparamos unos canelazos con nuestros familiares y dimos un concierto para los vecinos”.

Con nostalgia, el músico recuerda que antes era frecuente encontrar presentaciones con orquestas en cada vecindario. Los moradores recolectaban dinero y contrataban los grupos. “La gente iba de barrio en barrio. Bailaba unas cuantas canciones en un sitio y luego se movilizaba a otro siempre tomándose un canelazo”.

Con la aparición del disco móvil se dejó de contratar orquestas. Luego comenzaron a llegar cantantes internacionales que acaparaban los conciertos en sitios de concentración masiva como el parque La Carolina o la Tribuna del Sur.

Este año, por la emergencia sanitaria causada por el covid-19, el Cabildo ha organizado conciertos móviles en plataformas que recorren los barrios. Cada presentación se transmite por redes sociales. Los músicos nacionales esperan que se supere la pandemia y aspiran presentarse como lo hacían antes, en vivo y en directo.

lunes, 2 de diciembre de 2024

El ambiente popular quiteño

 


Esta crónica de Bolívar Bravo Arauz es una verdadera joya. Publicada en 1934 por el IV centenario de la fundación española de Quito. Narra el ambiente de la capital en esos tiempos y las tradiciones que se perdieron. También recuerda a varios personajes icónicos de la capital del Ecuador que ahora han sido olvidados. En verdad, me siento orgulloso de volver a publicar estas líneas de mi abuelo y espero que las disfruten. Aprovecho para agradecer al historiador Rafael Racines por entregarme esta maravilla de texto que lo llevo en mi corazón quiteño. 

Es uno de los trabajos escritos más relevantes de los años 30. Incluso el célebre historiador Fernando Jurado Noboa lo cita en su magnífica obra 'El Chulla Quiteño, nacimiento, vida y agonía de un prototipo citadino'. Se trata de una crónica genial que nos cae de maravilla en esta época de Fiestas de Quito. 

Miren el dibujo que acompaña a este texto y representa al Carnaval Quiteño. Es original de la época. 

EL AMBIENTE POPULAR QUITEÑO

Por Bolívar Bravo Arauz 

En los momentos actuales, el pensamiento de todos los habitantes de de la ciudad de Quito está absorbido por la celebración del Cuarto Centenario de la fundación española, conmemorado al calor del sol de los Incas

Para los niños de las escuelas quiteñas, que no conviven con los recuerdos y tradiciones de su ciudad grande en todo -así en la alegría como en el dolor- que sabe reír con igual intensidad, van dedicadas estas líneas que llevan el aroma de la sinceridad. 

Parece que ha muerto ya el secreto mágico de las pasadas horas, aún la misma fisonomía de la ciudad ha sido remozada. Hoy todo está callado: las muchedumbres se mueven silenciosas, son serios los semblantes; se nota la desaparición de los tipo populares, representación viviente de las épocas. Ya no se ven esas fiestas patriarcales en que tomaban parte las místicas abuelas; no brota como antaño la poesía de la vida real que retrata a las costumbres. 

Ya no se oyen, al ambular por las calles, la sátira mordaz, la frase jocosa, la suave ocurrencia, la mueca ridícula del tipo gracioso, del muñeco indecente o del truhan atrevido, como símbolo de la ciudad alegre y picaresca; en las horas serenas o en los días de alboroto y regocijo, en medio del jugar de los niños, el dialogar de los enamorados, el descansar de los ociosos, brotaba la risa saltarina, ya se trate de la salida de misa, ya del ritual  de las retretas, durante la tarde ambarina o la noche lunada, no faltaba tampoco el gesto festivo en la juerga sabida, en que las mujeres se volvían todo remilgos y quiebros, todo estufos y dengueos, todo quites y arrumacos, lo que me hace pensar en que, así como Florencia y Liverpool fueron las ciudades artista y mercader, respectivamente, Quito fue la ciudad mística, burlona y picaresca por contraste.

Un poeta la llama arca de gentileza, joya de arte y morada de la fe: en efecto, era costumbre cotidiana rezar al toque Angelus, al de las avemarías, y saludar con el bendito en los labios.

Cansados están estos muros centenarios de oír: "Bendito y alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar, y la virgen concebida sin pecado original"..... "Así sea". Nunca pasaba indiferente ante la canonización de un santo, jubileos, novenarios y trisagios en honor del Señor del Saqueo, de la Virgen de la Empanada. Arrepentida en los ejercicios espirituales, contrita y llorona ante los temblores, epidemias y sacrilegios, daba sin embargo muestras de ocurrencia y fantasía con sus milagros y temas religiosos. 

Fue abundante en conventos y monasterios donde hombres hombres y mujeres se recluían por dificultades matrimoniales; tenía esmero en construir los claustros de una manera adusta, con coros y salas capitulares primorosamente tallados y con enorme magnificencia externa. 

Y al conjuro de los motines religiosos, aparecían en las retorcidas callejuelas de la villa quiteña, románticas figuras que borrado este siglo; galanes de peluca empolvada que sueñan con la dama de noble estirpe, que ostente frente nacarada, zapatitos de raso y corpiños apretados; que luzca trajes de miriñaque con encajes de Bruselas en pomposa y sutil crinolina.

El Santo Oficio conducía al hereje a la hoguera rodeado de cuatro curas, ante la pena o la risa sardónica acompañada de pifias al ver su ser humano en situación tan ridícula.

Llevaba en la mano una vela verde; en la cabeza un cucurucho o cono de papel de una vara de alto, lleno de dibujos de diablos, pecados capitales y demás símbolos de los vicios humanos; en la espalda un Sambenito o capotillo de color amarillo así mismo con jeroglíficos, soga al cuello y mordaza al lado de un indecente borriquillo. 

En los suburbios de entonces, San Blas, San Roque, El Cebollar, pululaban las cholas remilgadas que cantaban amor a la vida. 

Viene la República y el tipo popular es el que lanza la frase capciosa, piropea y responde al vulgo, y viste estrafalariamente. Y así como no faltan revoluciones, tampoco faltan figuras pintorescas que con sus donaires festivos, con sus gracejos especiales, han dejado una estela de recuerdo flotante en el ambiente balsámico de la ciudad. 

Divina letanía de recuerdos que encierran a Don Juan Champuz, al Manuel Blanco, a la Carifo, al Orejas de Palo, al Mudo Sulem, al Guagrote, al Padilla, al Sahumerio y otros más.

Las calles y plazas de la ciudad sonrientes parecen que incitan a los hombres de hoy y niños de ayer con una evocación nostálgica de las burlas y carcajadas con que trataban a estas fantasmagóricas siluetas. 

Al Mudo Sulem, aquel hombre blanco regordete, de pequeña estatura y de mejillas sonrosadas; bufón parlanchín que obligaba a desternillarse de risa al oír el canto de su voz gangosa y tartamudeando sus versos trocaicos: 

"Para arriba va la presa
para abajo el cazador
cázale perro valiente
a la mejor..."

Eterno enemigo de las mujeres a quienes insultaba de por vida: mata de ají, manojo de llaves, jabones, cenicera, sanroqueña, tal y cual..... (con suma rapidez).

Sabía el calendario de todos los santos de la Corte Celestial de memoria, al pie de la letra, como dirían los muchachos y por esto preguntaba de una manera impertinente, especialmente cuando se trataba de niñas, "la gracia" para decirle cual era el día de su santo. Las gentes afirmaban que este señorito era de "buena cuna". 

La Carifo era una mujer alta y morena, llamada, vulgarmente "marimacho"; tenía aspecto varonil y llamaba la atención pública, porque en las grandes paradas militares que acostumbraba el General Alfaro, salía a la cabeza del Ejército con el emblema nacional ym como si fuera cachiporra, hacía evoluciones, honores y paso de gran parada ante "Mi General Alfaro" y el Alto Comando, capaz de mover fibras delicadas de patriotería. 

Su verdadero apellido era Jerez y sus pupilas habían visto la luz primera en la taumaturga población del Quinche, de la que había emigrado impulsada por su espíritu militar. Cuentan las malas lenguas de las beatas que por las noches se le veía cruzar los arrabales llena de arrobos de entusiasmo por los valientes defensores de la patria. Mi General, con ese gran corazón que tenía, era su paño de lágrimas, a la vez que su tutor......

El Juan Champuz era un hombre alto, siempre  cubierto con una capa de paño café, mugrienta y felposa, llamada por los vecinos "Casa Barragán", y un buchecito, pantalón cohete, y descalzo. Debajo de la capa llevaba un muñeco de trapo, "El Belermito", como decían los graciosos muchachos; lo exponía entonces a la vista de la muchachada inquieta, y lo hacía bailar, mover los brazos, la cabeza, las piernas, ante el contentamiento de los chicuelos fervorosamente cándidos, que boquiabiertos le miraban, en son de burla y curiosidad; venía la mofa, aquel le halaba de la capa, este le hacía muecas, y él, entonces, los cargaba a pedradas, a puñete limpio y a zurriagazos. 

El Orejas de Palo pertenecía al brillante gremio de los "aguateros", famosos por la desvergüenza de su vocabulario, a tal extremo que las aburridas madres decían a sus hijos malcriados: "eres mal hablado como un aguador". Pues bien; este individuo era el encanto de la ciudad por tener la rara cualidad de contestar en consonante a todos los dichos y palabras que le decían. 

Desde las pilas de Nuestro Padre San Francisco o de la Plaza Grande acarreaba agua en un pondo a las honestas moradas de nuestros abuelos; era, pues, en el trayecto, cuando la chusma le gritaba: "orejas de palo", a lo que él contestaba "macho garroteado". 

"Mudo aguador"
"Mi perro es mejor"
"Amigo de Alfaro"
"Por eso tengo el aro"

"Mudo jetón"
"Más bien pelón"

(en verdad lo era).- "¿Por qué te hiciste cargador de agua?".- Porque no tenía nagua"., y así cosas tan graciosas como pícaras que hacían reír aún a los de piedra. 

Un día del señor no faltó quien le grite: "Orejas de cordero", históricamente contestó:


"Si no soy tan majadero
para vender el crucero
y quedarme con las manos.... en el...."

El Guagrocote, admirablemente descrito por D. Cristóbal de Gangotena y Jijón, era un tipo bribón; cholo alto, fornido y feo; vecino del temible barrio de San Roque, fabricante de máscaras para inocentes, las "hediondas caretas del Guagrocote", alquilador de ropajes para payasos y monos, director de una banda de músicos semejante a los de Bremen; salvaje descuartizador de gatos, cuyas negras pieles exponía en la puerta de su tienda; hacía una famosa chicha morada, cuyo secreto heredaron sus hijas "las guagrocotas"; salía a la puerta de su tienda, desde donde satirizaba al pueblo quiteño. 

Cuando veía a los chapas registrando los candados para la seguridad pública, les decía... "ah ja! no... ya estáis rebuscando para robarte"...; pasaban los chullitas y les gritaba: "Ahí pasa el chulla sin calé"... Otro día pasaban dos pobres y buenas mujeres, a quienes nuestra gente, que no era buena, apodaba "la polilla y el parapeto"; el hombre de nuestra historia, que no tenía pelo de santo, le dice a su hijo: "mira, cómprame un parapeto, pero te avisaré que ya está apolillándose". Así otras cosas más. 

¿Quién no recuerda al Padilla? Aquel hombrecillo pequeño, de cara tan arrugada que una pasa simulaba, que vestía ternos grises a cuadros, a la moda, capaz de dejar prendadas a nuestras chiquillas bonitas; buen señor era aquel, pues, nunca faltó, y Dios lo tenga a su diestra, de los simulacros de lavatorios de pies en la Catedral Metropolitana, donde figuraba como apóstol, quizá San Pedro. En las empedradas calles, con los coches lujosos, transitaba él, portando en sus espaldas "carteles de propaganda", en medio de los empellones, y con una rabieta feroz que le acompañaba. 

¿El Sahumerio? El hombre de las "eres" rasgadas, de pies torcidos, que con su canasto al brazo anuncia: "los arrrr...madores, y el sahumerio oloroso y fragante", a la par que anuncia que se va "arrrrrematar" algo en las escribanías. 

Y no me olvido de dos individuos de lo más granado de nuestra capital, descalzos, vestidos de kaki, con sables de madera, que saludan cuadrándose, dirigen el tráfico, y a quienes la sal quiteña les llama por ludibrio: "la fuerza del ejército y Alto Comando". 

Tampoco me olvidaré de un vecino que en regio carnaval bailaba con un clavel rojo en el ojal, al par que cantaba: 

"Con mi morena voy a bailar
lunes y martes de carnaval. 

Ay, pobre del zapatero
que vive de su trabajo,
ya se le rompió la lesna
pata pa' arriba, pata pa' abajo".

Este era un médico famoso porque recetaba las curas para el mal del ojo, hemorroides o meningitis: el aceite de la mosca, la manteca de culebra, las pilitas de ratón, la sangre de la cresta de gallo, etc. 

Ahora se ve a los heladeros, y sólo recordaré una propaganda chick, que gritaba el buen hombre de Dios, con una voz tan estentórea que era para volver sordos: 

"Helao de leche
delicao, superior
pa la niña bonita (no pa' las feas)
que refresque la calor". 


Y así en este valle del Señor San Francisco. Escrito a los 12 meses del año de gracia de 1934.


lunes, 25 de noviembre de 2024

Mujeres luchadoras de Quito


Esta crónica de Bolívar Bravo Arauz se titula Mujeres luchadoras de Quito y hace referencia a ilustres damas quiteñas. También recuerda las interesantes anécdotas del general Leonidas Plaza Gutiérrez, expresidente del Ecuador. Les invito a disfrutarla. 

Mujeres luchadoras de Quito 

Por Bolívar Bravo Arauz para El Comercio 

Quito, risueña y gentil, noble y acogedora, registra en sus anales la historia y la leyenda de mujeres de singular belleza, talento y heroísmo, en las cruentas luchas de la emancipación. Manuelita Sáenz, nacida en Quito, a principios de 1797, de hidalga cuna, se constituye en compañera de lucha libertaria de Simón Bolívar, el padre de la patria, el hijo de la gloria y el espíritu de la libertad y se constituye en la libertadora del libertador, luego de tenebrosa y oscura noche septembrina. Es su adorable Manuela, la divina loca. 

Próspero Pereira Gamba dice de Manuelita Sáenz: era una de las damas más hermosas que recuerde haber visto en mi tiempo. De rostro color perla, ligeramente ovalado, de facciones salientes, todas bellas: ojos arrebatadores y amplia cabellera suelta. Sobre todo, se distinguió por su adhesión y amor a toda prueba. Para conocer mejor a Manuela hay que deleitarse leyendo a sus ilustres biógrafos: Alfonso Rumazo González, Raquel Verdesoto de Romo Dávila y Ricardo Álvarez. Cuantas emociones y recuerdos de Bogotá, en Lima, en los campos de batalla y más páginas de las luchas de la emancipación americana. 

La otra gentil figura es la de Marieta de Veintimilla, que se distinguió comandando los batallones del capitán general Ignacio de Veintimilla, en la lucha cívica que emprendió el Ecuador, llamada la restauración, que se trataba, cabalmente, de restaurar en el país, los principios de la ley, de la libertad y la justicia que habían sido conculcados por un gobernante ambicioso y arbitrario. 

Su bella sobrina, Marieta, luchó con singular denuedo. Era inteligente, valiente. Esta tremenda guerra civil duró más de seis meses. Al ser derrotado y salir en fuga el dictador, cometió el último saqueo, 200.000 pesos al Banco del Ecuador, de Guayaquil. Muerto en 1908, sus restos olvidados reposan en la Capilla de las Almas la Catedral de Quito. 

LA CARIFO

Adviene el gobierno liberal. Cuando las tropas del general Eloy Alfaro hacían su entrada triunfal en esta capital. Luego de la Batalla de Chasqui, llamó la atención al pueblo quiteño ver a una mujer al frente de un pelotón, ceñida la espalda y con las cartucheras de la cintura y portando un fusil marcando paso. 

Era una auténtica alfarista y había ganado las presillas en justa lid. ¿Quién era esta valiente mujer, émula de Manuela Sáenz y Marieta de Veintimilla? Era una valiente mujer salida de la entraña popular. 

Era Amalia Carifo. Llegó a ser sargento 1° del Ejército del Ecuador. Esta valiente mujer, de simpático rostro, blanca y rubia, fue casi una heroína. Nativa de la parroquia del Quinche, tenía muchas cualidades. Se cuenta que era muy hábil para las labores de mano, muy buena bordadora y además de conversación fluida y agradable. Mujer de campaña. Fatalmente, sufrió enajenación mental y fue llevada a un manicomio. En los momentos de lucidez, su grito de guerra era: ¡Viva Alfaro!

El pueblo quiteño extrañaba no verla desfilar en las paradas militares. Cuando murió, el general Alfaro ordenó que le rindieran los honores correspondientes a su grado y durante su enfermedad se le entregaba pensión militar. Tal era la nobleza y generosidad del viejo luchador. 

TAMBIÉN HUBO UN SECUESTRO  

Se ha dicho que Quito era una ciudad conventual y esto era verdad. Las noches eran frías y silenciosas. Así eran en la colonia y siguió en la República. 

En esta urbe tranquila, vivía doña Marta Jarrín, la que era conocida con el gracioso sobrenombre de la Marica de Palo. Tenía un establecimiento público en la calle Mejía, entre Venezuela y García  Moreno, lugar céntrico. 

Allí se expendían buenos licores: el afamado coñac Gallito, el mallorca de Guayaquil, el Barahona, tan célebre y renombrado antes de la aparición del Flores de Barril, el anís del Mono, buenos picantes, ricas empanadas y otros menjurjes matizados con picante ají. 

Los chullas quiteños acudían allá y frecuentaban mucho este establecimiento, pues en aquellos dichos tiempos no funcionaba la Cueva del Oso, ni el jardín de Verano, ni el de Invierno y claro, su afán era servirse los buenos picantes, saborear los exquisitos licores y sobre todo, para ver y admirar a la Marica de Palo, llamada así, porque era alta, erguida como un palo, guapa y de mucho garbo al andar, de mucho donaire y llena de dichos y decires, bromas y gracias, propias de la afamada sal quiteña. 

Lo recordado y célebre consiste en que el general Plaza Gutiérrez, de trato fino y exquisito, franco y campechano, en su primera administración y cuando aún era soltero (1901) era un amigo de la juerga, bastante divertido. Concurría a la tienda de Mariquita y allí, tomaba unos coñaquitos con sus amigos y bromas van y bromas vienen y seguía el buen humor. 

Una noche quiteña, de luna, fría como son las noches de este Quito hermoso, ciudad para vivir, Patrimonio Cultural de la Humanidad, el general había concurrido. Aprovechó Mariquita, lo hizo descuidar y le puso candado al presidente, mejor dicho, le secuestró, como sucede en los tiempos actuales. 

Grande fue el regocijo de la ciudad al conocer al día siguiente la broma, pues esta se regó como pólvora. Así era la vida en una ciudad pequeña y chismosa. Lo curioso es que el día siguiente, al mediodía, se le abría la puerta para que concurriera al despacho presidencial. 

Una revista humorística de la época publicó un verso que decía: "Dicen que el general Plaza Gutiérrez

No es un hombre malo 

Y siendo Presidente de la República

Se ha enamorado de la Marica de Palo"

¡Ja, ja!

Soltero de la época 

  





jueves, 21 de noviembre de 2024

¿En qué piensa don Evaristo en medio de los apagones?

Foto: Diego Bravo C. Tomada en la Plaza del Teatro, en el Centro Histórico de Quito, la noche del sábado 16 de noviembre de 2024.  

lunes, 18 de noviembre de 2024

Reportajes populares de Quito

 





De la Sección del Recuerdo de Diario El Comercio de Quito, en la que mi abuelo Bolívar Bravo Arauz colaboró por décadas. Esta crónica iba a formar parte del libro inédito 'Quito Antiguo y Moderno' que jamás fue publicado e iba a ser la continuación del célebre texto 'Quito Monumental y Pintoresco'. Cuenta las historias de personajes quiteños que jamás han sido mencionados en los libros u otros espacios de difusión cultural. Se trata de información diferente y relevante para conocer la historia de la capital. 

REPORTAJES POPULARES DE QUITO

Por Bolívar Bravo Arauz para El Comercio

La bella y querida ciudad de Quito, relicario de arte en América, Patrimonio Cultural de la Humanidad, registra en sus páginas, con cariño y veneración a célebres personajes. Asimismo cuenta con figuras populares que dejaron una estela de recuerdos. 

¿Quién no ha celebrado en estos últimos años, las ocurrencias, el chiste, el donaire del terrible Martínez, del sordo piedra y de otros igualmente famosos que forman la galería de los alegres y picarescos quiteños de pura cepa?

Muchos de ellos han pasado a la eternidad. He aquí algunos de ellos. 

EL SAHUMERIO, ANTONIO PEÑA

Por las empedradas calles quiteñas, se deslizaba hace algunos años, sahumerio Antonio Peña, con sus dos pies torcidos, cruzados al andar. 

Sahumerio, el popular pregonero, se situaba en las puertas de las escribanías, situadas en otros tiempos, en el Palacio de Justicia, en la calle Chile y con voz estentórea, pregonaba, se... rrremata, a la una, a las dos, a las tres y se producía el remate. 

A todos saludaba, diciendo: "Buenos días, patroncito, una ayudita para mis hijos, para mi familia, una ayudita. A veces andaba de rodillas, pues tenía unas rodillas de cuero. Anunciaba y vendía también el sahumerio. Luego puso una tienda en El Toril, donde era amable con todos. 

Era buscado y requerido como pregonero en los juzgados, en la Alcaldía Municipal, en todas partes en donde había algo que rematar. 

JUAN O JUANA

En los anales de la franciscana ciudad todavía se recuerda a Juan o Juana. Los que pasan del medio siglo recuerdan su simpática figura. Vestía terno sastre de mujer. En 1906, año de recordaciones, vivía en el barrio de Chimbacalle. Era chistosa, atenta, culta. Nadie sabía su sexo ni su identidad. 

Pronto dejó de vestir de mujer, luego de cursar por el colegio e ingresar a la universidad. Se enamoró de una simpática muchacha y le propuso matrimonio. Tuvo que hacerlo. Así se reveló que su nombre era Víctor Jijón. 

Para casarse, dejó la indumentaria de mujer, así lo criaron. Las monjitas de San Diego le dieron un flamante terno de hombre y así se casó. Fue su madrina la señora Angela Casares, compañera en los ejercicios espirituales de San Diego. El padre Toribio López, franciscano español, le consiguió trabajo en Ambato. Luego regresó a Quito, compró una casita y tuvo un hijo que se hizo profesional distinguido. 

DON PABLO RODRÍGUEZ

Don Pablo Rodríguez era una respetable figura quiteña. Dependiente de por vida, trabajaba en la consignación de alfeñiques y raspaduras de doña Francisca Andrade Ruales, en la plazuela de La Merced, esquina donde hoy se levanta el Teatro Granada. El vecino Rodríguez como hombre antiguo de bien y buen cristiano, llevaba las cuentas de los alfeñiques con mucha escrupulosidad que eran conocidos con el nombre de Quisaguas, porque vienen de la hacienda Quisagua de los padres de La Merced. 

El valor era de cinco centavos por atado, conteniendo cuatro unidades, envuelto en una hoja de caña de azúcar. 

Se cuenta que don Pablito fue el iniciador del reparto del pan de San Antonio en la Iglesia de Cantuña. Recibían los niños, según tradición de la época, tres panecillos luego de haber rechazado el bendito por tres veces. 

CHULLA ABRAHAM, DAME MEDIO PARA PAN 

En las polvorientas calles de Quito, aún no había pavimentación, se oían los gritos de los muchachos: Chulla Abraham, dame medio para pan.

Abraham Espinosa era un hombre bueno de oficio pintor. 

El grito de Chulla Abraham, se debió al cambio de indumentaria. Empezó a vestir como los chullas quiteños. Era de carácter alegre, bonachón y fuerte de contextura. No se fastidiaba ante los gritos de la muchachada. 

Un día se enfermó y fue al viejo hospital donde murió, tenía pulmonía. Al enterarse, consternados los circunstantes, no faltó quien dijera:  Buen Abraham, pedirás a Dios que no me falte el pan. Abraham, acordaraste de una fiel esposa a quien nunca le faltaste un pan.

DON MANUEL MARTÍNEZ, EL TAZÓN 

Don Manuel Martínez, vulgarmente conocido con el nombre de El Tazón, era dueño de una tienda de abarrotes, bien provista, en la Plaza de San Francisco. En aquellos dichosos tiempos, no había ENPROVIT (Empresa Nacional de Productos Vitales) ni nada parecido. No se había inventado tantos servicios y sólo se encontraban los abaceros populares de buena fe. 

Hemos dicho que Manuel Martínez tenía en su tienda en la calle Sucre, casa de la familia Espinosa, esquina de la Grada Larga. Vendía barato y con peso legal. Se confesaba con el Padre Diego, español y franciscano. 

Tanía buena clientela, pero lo interesante de nuestro relato es que don Manuel tenía una lora fina, la que permanecía todo el santo día en un palo a la entrada de la tienda. 

En poco tiempo, la lora aprendió todo y conocía a la famosa clientela. Así anunciaba la llegada de los compradores diciendo: Ya llega la Rafaela, la coconera; ya viene la Rosa; ya pasa la Rosario, la tramposa. Ya viene el Dr. Agucho cargado; ya viene el shungo negro con los zapatos. Manuel Martínez, te va diciendo el tazón.   

Cundía entonces el regocijo, pero eran terribles las iras de don Rafael al oír que le decían Tazón. 
Entrado en años y luego de una vida larga y honrada, murió este querido comerciante, para hacer mucha falta, sobre todo si se tiene en cuenta estos calamitosos tiempos de especulación y miseria. 

LA PRÓXIMA SEMANA LEA: MUJERES LUCHADORAS Y VALIENTES DE QUITO (Diario EL COMERCIO)

lunes, 11 de noviembre de 2024

Extranjeros queridos en Quito

 

Vista panorámica del Casco Colonial.

A lo largo de los últimos seis años, me he dedicado a recorrer las hemerotecas y bibliotecas buscando fotos e información relacionadas a Quito. En medio de esas jornadas investigativas en las que revisé cientos de libros y periódicos encontré las crónicas de mi abuelo, Bolívar Bravo Arauz, quien fue un destacado periodista y docente en los años 50, 60 y 70. Las fui recopilando hasta lograr tener más de 25 publicaciones que hizo en Diario EL COMERCIO.

Estas crónicas deberían formar parte de su segundo libro, el cual iba a ser la continuación del primero que se llamó Quito Monumental y Pintoresco (1965). Por cuestiones de la vida, la segunda obra nunca fue publicada. A continuación, la primera crónica de la serie que iré publicando poco a poco en este blog. 


EXTRANJEROS QUERIDOS EN QUITO 

Por Bolívar Bravo A. para EL COMERCIO


Refieren los quiteños antiguos que a fines del siglo pasado, un poco antes de la transformación de 1895, arribaron a Quito tres "gringos" que dejaron una magnífica huella por su iniciativa  y trabajo. Venían de la vieja Europa a Quito, ciudad hospitalaria y de noble abolengo. Estos tres gringos eran Pablo Charpantier, Ludovico Sedestrom y H. Carager. 

EL SEÑOR CHARPANTIER.- Inició sus actividades este simpático y gentil caballero francés que venía de París, centro de atracción mundial en el negocio de hoteles y estableció el famoso Hotel París, decano de los hoteles de Quito, el que estuvo ubicado en las calles García Moreno y Mejía. Al frente tenía su casa el caballero quiteño con Alfonso Barba, casa en la que funcionó en 1925, en la transformación juliana, el Ministerio de Previsión Social y Trabajo, creado como producto de la Revolución debido a la formidable visión de Luis Napoleón Dillon.

El Hotel París recibía a los pasajeros que llegaban a Quito y eran atendidos ofreciéndoles confort. Además, el buen Charpantier ofrecía un restaurante de primera clase, en donde se servían magníficos almuerzos a cincuenta centavos el cubierto. Si era extra, se pagaba un sucre, veinte centavos. 

Se preparaban carnes especiales y un buen vaso de vino que nos hacían recordar al Salón Normandy de Boulavert, fallecido hace poco y en el que se leía un rótulo que decía: Un almuerzo sin vino es como un día sin sol. 

LAS FAMOSAS PALANQUETAS

Se ha repetido: Recordar es vivir y el poeta de  las coplas don Jorge Manrique afirma: Cualquier pasado fue mejor. Y así es.

Hombre de trabajo, Charpantier amplió los servicios con panadería y pastelería, trabajando pan de primera clase, el pan briollo y las sabrosas palanquetas llamadas palanquetas Charpantier.

Las palanquetas tenían general consumo. A las cinco de la mañana abría las puertas y comenzaba la venta. En las cafeterías de la época se ofrecía el café con las palanquetas y mantequilla o nata. Las palanquetas valían diez centavos. 

A las tres de la tarde vendían las pastas que eran exquisitas, pasteles, bizcochuelos y quesadillas. Habían los aplanchados, cuatro por medio o sea cinco centavos. Se vendían también besitos, veinte por medio. 

Para los onomásticos se vendían budines con letras adornados para felicitar a los santos. Costaban de cinco sucres en adelante. Vendía caramelos que eran cilíndricos y que eran de diferentes colores y sabores y costaban tres por medio. 

Al frente de la panadería y pastelería estaba míster Adolfo, célebre panadero alemán. Era además un gran pastelero. Trabajaban varios nacionales que aprendieron el oficio, como Antonio Rivas, muy conocido. 

Posteriormente a su muerte se instalaron en Quito buenas panaderías y pastelerías  como La Vienesa, La Royal, La Chilena, Moderna u otras y hoy la Cyrano. 

Esa de Charpantier fue la primera. Cabe recordar que frente al Hotel París tenía su casa o mansión don José María Lasso. A esta caso llegaron en 1863 los primeros Hermanos Cristianos traídos por el Presidente Gabriel García Moreno, en donde funcionó el Ministerio de Educación desde 1933. 

Se cuenta que el gringo Adolfo vivía muy contento en Quito. Ganaba sesenta sucres mensuales y era un gran sueldo entonces. Charpantier era de grandes iniciativas. Su nombre es muy grato y fue el maestro de panaderos, pasteleros, saloneros y carameleros. Era muy trabajador. 

Era de alta estatura, usaba gorra y su modo habitual era de andar era con las manos hacia atrás.

Tenía amistad con muchos personajes quiteños y entre ellos don José María Lasso.

Charpantier poseía una quinta en Guápulo. De allí traía legumbres al Hotel. Fue el primero en sembrar los tomates de riñón. 

Ocupando la Presidencia de la República el General Plaza, a las cuatro de la tarde iba a tomar infaltablemente el té en en el Hotel París. Al frente estaba la casa de su novia doña Avelina, madre de los señores Galo, José María, Leonidas y sus hermanas.    

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