Uno de los colectivos más relevantes y trascendentales de escritores y artistas quiteños fue la Sociedad Fígaro, fundada en 1896. En este destacaron personajes ilustres como Luis Napoleón Dillon. Quito, 1905/03/10. "Retrato de 9 personas miembros de la Sociedad Literaria "Fígaro", cuatro de ellos sentados y el resto de pie. Constan sentados de izquierda a derecha: Luis E. Escudero, Luis Napoleón Dillon, Presidente; Miguel Angel Albornoz, Sergio Arias Moscoso. De pie: Temístocles Puyol, F. Alberto Darquea, Rafael Orrantia, Francisco de Paula Miño y Miguel Angel Corral Salvador".
La fotografía fue publicada en el perfil de Facebook de los Asociados Egresados Dillon. Fuente: Ministerio de Cultura y Patrimonio del Ecuador y Archivo Histórico.
Sociedad Fígaro fundada en 1896
Por Bolívar Bravo Arauz para El Comercio
En enero de 1896 cuando todavía se respiraba el ambiente producido por la revolución liberal transformadora del Ecuador obra y producto del pensamiento de Juan Montalvo y la espada luminosa de Alfaro, un grupo de jóvenes fundaba la Sociedad Fígaro, por iniciativa de Luis Napoleón Dillon, con el vivo afán de cultivar los estudios literarios y filosóficos.
En su local de la cuatro esquinas en esta ciudad, celebraban sus sesiones que eran inolvidables veladas en las que se leían sus trabajos literarios y poéticos. Formaban al grupo, a más de Luis Napoleón Dillon, Miguel Ángel Albornoz, Sergio Arias Moscoso, Luis Enrique Escudero, Miguel Ángel Corral Salvador, Abelardo Moncayo, F Alberto Darquea, Rafael Orrantia, Francisco Miño, Sixto M. Durán, Temístocles Puyol, Rafael Duarte.
Auspiciaban la labor del grupo hombres de solido prestigio como Carlos R. Tobar, Roberto Espinosa, Leonidas Pallares Arteta, Quintiliano Sánchez, Julio Castro y José Peralta.
ACTO INAUGURAL
En la sesión inaugural, el presiden de la naciente sociedad, Luis N. Dillon decía: “Ciencias Literatura y Arte serán los ideales de esta sociedad, tres núcleos a cuyo derredor girarán los esfuerzos enunciados".
Ciencia nombre sublime que abarca el mundo mágico que al pronunciarla, conmueve al universo. Su imperio no conoce límites ni su poder, ni obstáculos. Es un insondable mar de efectos sorprendentes que recoger valiosas perlas.
Quien no alza sus ojos y no ve que el cielo de la historia, el espíritu de los hombres de ciencia, patriarcas de la ciencia han dejado sus nombres grabados con caracteres de luz en el libro de la fama. Hay hombres de viven siempre. La huesa, laboratorio misteriosos, desliga su espíritu de la materia y comunicando a aquella fuerza expansiva, lleva a los sabios por los ámbitos de la inmortalidad.
Estrella fulgurante la ciencia ilumina y el sabio contempla y ve bullir los embriones de las cosas, cuya naturaleza percibe y cuyos efectos analiza antes de que el tiempo deforma y realidad. De aquí de aquí nace el don profético , aureola que circunda la cabeza del sabio trocándola en un semidios que, con sus obras espanta y maravilla.
La ciencia de tal modo refina la sensibilidad y afina la inteligencia que hace al hombre oír el silencio de la nada, ver en la oscuridad de lo desconocido y palpar lo que aún no tiene cuerpo. Con su poderoso influjo vuelve al alma tan rápida y ligera que desgarra las entrañas de la tierra. La sorprende en sus arcanos y luego, como relámpago que pasa inflamando el horizonte se eleva al firmamento.
La ciencia remueve la tierra, el sabio la posa en sus manos y como arúspice en las entrañas de la victima. Adivina los misterios que el “tiempo” sacerdote invisible consume en el altar del universo.
Colón rompiendo con su voluntad de hierro las barreras del mundo, borrando el nom plus ultra las columnas gaditanas y lanzándose al anchuroso lago para buscar un edén florido allí donde la humana timidez no ve sino abismos pavorosos, es un sabio”
LA LITERATURA
Y luego Dillon habla sobre la literatura. La voz de un creador en el campo literario, dijo, ha salvado en ocasiones a un pueblo. La literatura del sentimiento. El apasionado acento de una madre, supo contener ante los muros de Roma a Coriolano y a su ejército vencedor. En el mundo moral y en el universo todo, en donde la literatura ejerce su imperio. Personificando cuanto de sublime existe en el cielo y la tierra. Espiritualizando la materia y animando a seres insensibles, recorre la literatura desde los abismos del corazón hasta la región de las estrellas.
Fiel amigo de la ciencia y religión, ayuda a la primera desentrañar los misterios que la naturaleza encierra levantando y espiritualizando la inteligencia del sabio, cuyas miradas sin ella no alcanzarían sino los confines de la materia, sirve a la segunda transportando en sus alas el trono del creador las aspiraciones del alma religiosa y descendiendo del cielo cargada de los beneficios y grandeza que Dios distribuye entre los hombres.
Tan antigua como la literatura fue la primera maestra del hombre, la encargada de civilizarlo.
LA REVISTA FÍGARO
La Sociedad Fígaro la publicación de su revista en el primer número, decía en el prospecto. Tenemos el propósito de ilustrar el entendimiento y pulir en el corazón los sentimientos que debe poseer todo el que anhela el progreso de la patria, añadiendo que esta sociedad con su revista harían un oasis donde expandiendo el espíritu y robusteciéndolo con el estudio que en letras de Cicerón, es el que mejora la juventud y divierte la vejez.
En los números de la revista , un verdadero tesoro, hallamos al estudio que hace Dillon de problemas y cuestiones sociales, a más de sabrosas tradiciones. Albornoz escribe cuentos y poesías amorosas, es un inspirado vate, Luis Enrique Escudero traza cuadros del mar de la cordillera andina, Sergio Arias Moscoso tiene poemas y cuentos. Se encuentran dolientes estrofas de Miguel Ángel Corral, quien mas tarde sería el renombrado novelista, F. Alberto Darquea hace el elogio de Mariano José de Lara, el del Pobrecito Hablador. Orrantía, Puyol enfocan asuntos de ciencia, arte y filosofía. Todos escriben y comentan.
Dillon apunta, Quien dice vida, dice corazón, quien de corazón dice amor, poesía. La poesía es vida sin muerte, felicidad sin tormento, sol sin sombras, La poesía es la Patria, es el alma nuestra alma, es la niñez, la juventud, es el universo de dios.
Albornoz escribe bellas poesías que más tarde aparecieron en el poemario sueños y Cantigas, editadas por Carlos H Endara. Diletante lo mismo que el librito, Corazón de la Montaña, de Luis Napoleón Dillon, cuentos y leyendas como el Incendiario de Guayaquil, 1896. Los jóvenes de este Grupo Literario y Artístico prestarían muchos servicios a la Patria. En la diplomacia en el Parlamento. En las altas funciones del estado, fueron ministros estado, periodistas, escritores, como Dillon, Albornoz, Escudero. Sergio Arias, padre del poeta Augusto Arias Robalino, murió prematuramente. Pero el Grupo o Sociedad Fígaro dejó una estela de recuerdos. Eran jóvenes que usaban chisteras, cuello alto y almidonado, levita larga, pantalón fantasía, botines de charol y botainas que gustaban de la música, de la poesía del verdadero amor.
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