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La serenata pasó del balcón a lo virtual
Diego Bravo
El Comercio 5 de diciembre de 2020
El Comercio 5 de diciembre de 2020
En los últimos 70 años las serenatas quiteñas han experimentado cambios que van desde lo más simple, como las canciones interpretadas bajo los balcones de las casas del Centro Histórico, hasta los conciertos y presentaciones móviles que ahora miles de personas siguen en vivo por las redes sociales.
Antes de que en 1961 se oficializaran las fiestas de Quito, cuando el popular dúo Benítez y Valencia cantó albazos y pasacalles en la Plaza Grande, desde el atrio de La Catedral, la gente ya tenía en las serenatas un espacio para hablar principalmente sobre el amor y los corazones rotos, cuenta el investigador Mario Godoy.
El dúo Benítez y Valencia en una serenata en la calle Morales (La Ronda) en los años 60 (izquierda). La forma de festejar con música ha cambiado. Debido al covid-19, se ha potenciado el uso de internet.
En los años 20, 30, 40 y 50, en las esquinas, plazas y calles de los tradicionales sectores de San Marcos, la Loma Grande, La Ronda, El Panecillo, San Roque y La Tola era frecuente escuchar a grupos de jóvenes que interpretaban serenatas frente a las viviendas de sus enamoradas, madres, abuelas o rindiendo homenajes a gremios deportivos, reinas o dirigentes barriales.
El repertorio de esos encuentros bohemios incluía valses, pasillos, tangos, boleros y la última canción podía ser un ritmo ecuatoriano como pasacalle, sanjuanito o albazo.
A mediados de los 50, los músicos locales apostaron por el formato de tríos, similar al de los mexicanos Los Panchos, que se convirtió en la esencia del amor que sentían los novios o esposos.
A eso se suma que adquirieron protagonismo las Estudiantinas, un ensamble en el que se mezcla el sonido de los bandolines, bandolas y guitarras. “Los jóvenes no tenían televisión, lo único que hacían era reunirse y se inspiraban para tocar música romántica en la madrugada”, acota Godoy.
En los años 60 -narra el historiador Rafael Racines- los adolescentes organizaban las serenatas con las baladas de los cantantes extranjeros de moda en ese tiempo como Alberto Vásquez, Enrique Guzmán, César Costa, Sandro… A la vez interpretaban con guitarra la música de artistas nacionales que hasta hoy son referentes como Carlota Jaramillo, el dúo Benítez y Valencia, las hermanas Mendoza Suasti.
“A mediados de los 60 apareció la cumbia colombiana. Luego surgieron agrupaciones quiteñas como Don Medardo y sus Players y los Hermanos Vaca, que eran las más famosas”, rememora Racines.
En la década de 1970 era usual que en cada vecindario se organicen bailes populares y se contraten orquestas, recuerda Tito Sangucho, director de la banda Los Titos. “Comenzamos con las fiestas de Quito en nuestro barrio que era muy apagado, en la Colón y Versalles. Preparamos unos canelazos con nuestros familiares y dimos un concierto para los vecinos”.
Con nostalgia, el músico recuerda que antes era frecuente encontrar presentaciones con orquestas en cada vecindario. Los moradores recolectaban dinero y contrataban los grupos. “La gente iba de barrio en barrio. Bailaba unas cuantas canciones en un sitio y luego se movilizaba a otro siempre tomándose un canelazo”.
Con la aparición del disco móvil se dejó de contratar orquestas. Luego comenzaron a llegar cantantes internacionales que acaparaban los conciertos en sitios de concentración masiva como el parque La Carolina o la Tribuna del Sur.
Este año, por la emergencia sanitaria causada por el covid-19, el Cabildo ha organizado conciertos móviles en plataformas que recorren los barrios. Cada presentación se transmite por redes sociales. Los músicos nacionales esperan que se supere la pandemia y aspiran presentarse como lo hacían antes, en vivo y en directo.
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