Un blog - revista que reúne mis mejores artículos periodísticos, así como otros temas de interés. Gente, escenarios, relatos e imágenes urbanas. También recordar los invaluables tesoros que hay en las hemerotecas.
martes, 31 de diciembre de 2024
Una de las imágenes ganadoras del Concurso Fotográfico Quito de Noche de 1963
La Empresa Eléctrica Quito, en 1963, organizó el Concurso Fotográfico Quito de Noche, que tenía diferentes temáticas. Se presentaron 269 trabajos en blanco y negro, 28 ampliaciones de colores no transparencias y 65 transparencias a color. Una de las ganadoras fue la del fotógrafo José Pérez, la cual es mostrada arriba en esta publicación. Es la de tres chullas quiteños volviendo a casa, en horas de la madrugada, tras salir de fiesta. Caminan por la calle Portilla, en el sector de La Recoleta, con dirección a sus viviendas.
lunes, 30 de diciembre de 2024
Albores del Siglo XX en Quito
Vamos con la octava crónica de mi abuelo, Bolívar Bravo Arauz. Trata sobre varios hechos muy relevantes que se dieron, en Quito, a principios del siglo XX. Les sugiero que pongan mucha atención a las obras que Eloy Alfaro inició en la capital para mejorar las condiciones de salubridad e higiene. Lo mismo al leer cómo fue la construcción del ferrocarril.
Rige en el país el general Eloy Alfaro, es arzobispo de Quito Pedro González y Calisto, presidente del congreso el Dr. Manuel Benigno Cueva y vicepresidente Abelardo Moncayo.
El Concejo Municipal de Quito esta presidido por Genaro Larrea, vicepresidente Enrique Freile Zaldumbide.
El 11 de junio de 1897 se crea el colegio Mejía, con educación primaria, secundaria y normal.
En 1900 se halla al frente de la cartera de Instrucción Pública el doctor José Peralta, quien funda la primera escuela Nocturna de Artesanos, ya que está convencido de que solo la educación hará la transformación del país. Se sientan las bases para la creación de escuelas rurales. La primera escuela nocturna para adultos, creada por decreto de 21 de septiembre de 1900, con todos los elementos para brindar una buena enseñanza con la dotación de material didáctico, edificio adecuado y profesores preparados.
Se establecieron 581 becas, distribuidas en los diferentes colegios de la República. 50 en el Colegio Mejía, 20 en el colegio Vicente Rocafuerte de Guayaquil, 100 en la escuela de Artes y Oficios. El resto en planteles primarios de Quito, Guayaquil, Ambato, etc., 4 en la Universidad Central y 12 en el exterior.
El Dr. Peralta enunció, por primera vez, que se debía admitir a la mujer para estudios universitarios, brindándole así nuevos horizontes. Para el Conservatorio de Música contrató a los profesores Enrique Marconi, italiano, Pedro Traversari padre e hijo.
LA ESTADISTICA
Señalaba el Dr. Peralta que a las 407 escuelas nacionales, atendidas por 459 institutos y a los 120 municipales a cargo de 161 profesores, concurrían 36.296 alumnos. A las 360 escuelas municipales con 125 institutoras, asistían 24.800 niñas. A los 20 colegios nacionales y a los 28 colegios de niñas asistían 6252 alumnas.
En el empeño de contar con personal de profesores para las escuelas, el doctor Peralta y Celiano Monge, secretario de la Presidencia de la República, en febrero de 1901, fundaron los institutos pedagógicos para varones y señoritas, los normales Juan Montalvo y Manuela Cañizares.
LAS COMUNICACIONES.
Podemos afirmar que se hallaba incomunicada la Sierra con la Costa. Un viaje, con todos los riesgos duraba ocho días. El traslado de alimentos y mercaderías se lo hacía a lomo de mula. Había la institución de los arrieros. La diligencia iba hasta Tambillo. La vía era por Ventanas. Luego se llegaba a Guayaquil, asolada por varias pestes de la fiebre amarilla, la bubónica, el paludismo.
Alfaro, el viejo luchador, emprendió en su empresa colosal, la construcción del ferrocarril de Guayaquil a Quito o sea el ferrocarril trans andino, magna obra de excepcional importancia que se inició con el presidente García Moreno.
Coincidían en este aspecto, pero Alfaro estaba decidido a realizarla a toda costa. Alfaro tuvo que luchar en contra del congreso de 1898. Se levantó la bandera contra el contrato ferrocarrilero. Luego de tenaces gestiones se constituyó en Nueva Jersey “The Guayaquil and Quito Railway Company”. Dos hombres hicieron posible formación. El ministro Luis Felipe Carbo y el ingeniero norteamericano Archer Harman. Inicialmente el contrato constaba por 12.282.000 dólares en bonos para ser pagado gradualmente por el gobierno del Ecuador. Sobre esta cantidad se había emitido otros 5.250.000 dólares para ser pagados con lo que produzca el mismo ferrocarril.
Al terminar el primer período presidencial de Alfaro, el ferrocarril había avanzado (1901) hasta las faldas del Chimborazo en la Sierra. El ferrocarril se inauguró con gran alborozo el 5 de junio de 1908, en la segunda administración del general Alfaro.
EN FAVOR DE QUITO
Al contemplar el general Alfaro y los miembros de su gabinete el lamentable estado de la Capital de la República, resolvió dictar las medidas necesarias para su adecentamiento y cambio de vía. Pidió al Concejo Municipal de Quito la planificación y estudios inmediatos para la provisión del servicio de agua potable. Servicios de desagüe y canalización, así como lo relacionado con el alumbrado público. El gobierno de Alfaro dijo que está dispuesto a contribuir con el dinero que requiera para que estas obras indispensables para Quito se hagan realidad en el menor tiempo posible.
Inició la construcción del mercado de Santa Clara, ya que solamente se contaba con un mercado abierto en la plaza de San Francisco, a dos cuadras de la quebrada de Jerusalén y que constituía por lo tanto un foco de infección en la ciudad. Si bien es cierto Quito contaba por entonces con una población de 60.000 habitantes, debe recordarse que la ciudad estaba cruzada de quebradas y estas obras eran imprescindibles.
LA PRENSA
La prensa había florecido. La revolución liberal fue como una claridad de luz y libertad. A comienzos del XX, se hallaban en pleno apogeo los siguientes periódicos: El Grito del Pueblo, periódico ilustrado e informativo en Guayaquil desde fines del siglo anterior. El Tiempo de Quito y Guayaquil cuyo director era el coronel Luciano Coral, valiente hijo del Carchi.
También se publicaba en Quito un diario liberal llamado “El Pichincha”, cuyo director era F. Aristizábal.
También hallamos en Quito el Ecuador de Juan Ignacio Gálvez con propios talleres. El Sol, diario de la tarde Guayaquil del poeta José de Lapierre¸ El Mercurio de Guayaquil de Jacinto Jouvín Arce.
Aparecen también periódicos de oposición como Fray Gerundio y El Pobrecito, en Quito y Guayaquil.
Al terminar su período el general Alfaro, vienen los trabajos pre electorales, aparecen periódicos como el Diablo Predicador El Clavo, El Destripador y El Mortero por las candidaturas de los generales Leonidas Plaza y Manuel Antonio Franco.
Los conservadores tienen su periódico El Ecuatoriano dirigido por Ricardo Cornejo. En 1900, el Dr. Aparicio Ortega publica la revista jurídica política, en ella se hace un severo análisis de la época. Posteriormente aparecerá El Fígaro, El industrial y la Linterna en que se hacía conocer a la colectividad que un grupo jóvenes trabajaba por transformar el país. Eran Ellos: Miguel Valverde, Gonzalo S. Córdova, Luis N. Dillon, José María Ayora y Julio E. Moreno.
Foto de arriba: Foto de la Plaza de la Independencia, en el corazón del Centro Histórico de Quito, tomada en 1945 y es utilizada en este blog como una imagen referencial para esta crónica.
Crédito de la foto: del archivo fotográfico de la Reserva Alberto Mena y Caamaño. Centro Cultural Metropolitano. De la exposición LA CIUDAD, EL CAMPO Y LA PIEDRA. La mirada de Jones Odriozola.
martes, 24 de diciembre de 2024
La historia de la Sociedad Artística e Industrial de Pichincha
La Sociedad Industrial
Cuatro artesanos quiteños tuvieron la idea de fundar una sociedad que velará por el adelanto cultural, profesional y económico de los artesanos así como por sus conquistas especiales concedidas por el Estado. En el año 1892, se encontraron estos cuatro artesanos. Eran Miguel Belisario y José Manuel Yépez, Rafael y Leonidas Sánchez. Eran maestros en hojalatería, sombrerería y zapatería. Se reunieron en la casa de Antonio Gómez de la Torre, donde tenía su habitación Miguel Belisario Yépez, en la calle Cuenca, hoy Conservatorio de Música y Declamación, diagonal a la Iglesia de la Merced.
El 11 de febrero de 1892 se constituye la Sociedad Artística e Industrial de Pichincha con el siguiente directorio y personal fundador: Presidente José Vásconez, Vicepresidente Mariano Vergara, Secretario Nicanor Martínez, Tesorero Juan Pablo Sáenz, vocales Nicanor Bedoya, Pedro Manuel, Secundino Hafnsel, Francisco Calderón, Alejandro Villagómez, Isidoro Hidalgo, Benjamín Pazmiño, Rafael Villagómez, Miguel Belisario Yépez, Rafael María Pérez, Serafín Flor, Venancio Suárez, Benjamín Echeverría, Leopoldo Bastidas, Jerónimo Noriega, Leonidas Buitrón, Virgilio Acosta, José Bolaños, Miguel Miño, Ezequiel Fabara, Elías Endara, , Ezequiel León Paz y Adolfo Marín.
Se nombraron representantes por las artes y oficios. En Arte Musical, Aparicio Córdova, pintura, Rafael Salas, escultura, Ignacio Benalcázar, sastrería, Francisco Calderón, carpintería Julio Torres, zapatería Rafael Zapata, hojalatería Miguel Belisario Yépez, herrería y mecánica José Garzón, talabartería, Nicanor Aguilar, armería José Pérez, sombrerería, Victoriano Orejuela, peluquería Isidoro Hidalgo, industriales, José Donoso, Miguel Bravo, Julián San Martín y Miguel V. Dávila.
La Sociedad Artística participó en la inauguración de la estatua del Mariscal Antonio José de Sucre, 1892.
Han sido presidentes de la Sociedad José Vásconez, Francisco Rivadeneira, Rafael E. Dávila, Miguel Belisario Yépez, Miguel Prado Orrego, Carlos Eduardo Moncayo, Luis Miguel Molina, Segundo B. Cisneros, Luis F. Vásconez Benjamín Pazmiño Bulnes, José Pástor Pérez. Fue secretario por muchos años, León Pacífico Bravo (padre de Bolívar Bravo A. y bisabuelo de Diego Bravo C.) director de la Casa del Obrero y bibliotecario en 1922 en que celebró con pompa el primer centenario de la Batalla del Pichincha.
Fueron socios distinguidos Manuel Chiriboga Alvear, Julio Sáenz Rebolledo, Zoilo Suárez, el grado bordador quiteño Darío Albuja, José María Rodríguez, Rafael Quijano, José Ramón Paredes, Eloy Rojas, Luis Barba Viteri, Eudoro Balarezo Crespo, José Elías Endara, Ezequiel León Paz, Ignacio Sánchez, Gabriel Freire, Miguel Prado Ortega, la Sociedad Artística tuvo destacada actuación.
En 1917 se celebró la boda de plata de la fundación, En 1893 se formó el Batallón Sociedad Artística para defender las fronteras.
Fueron socios de honor y contribuyeron a darle realce, sustentando las conferencias los doctores, Luis F. Borja, Reinaldo Cabezas Borja, Telmo R. Viteri.
En 1917, en que se celebró las bodas de plata de la Sociedad Artística Industrial de Pichincha, se realizó la inauguración de del Asilo de Obreros Inválidos, en el barrio San Roque, calle Rocafuerte. En este local se realizó un oratorio y una biblioteca para ilustración de los socios. En 1922 centenarios de la Batalla de Pichincha .
Congreso donó la Casa del Obrero sede de la Sociedad Artística, tenían en sus locales varias entidades obreras. Sociedad Tipográfica de Pichincha, Sociedad Protectora de Artesanos, Sociedad de Sastres, Sociedad de Cocheros, Sociedad de Carpinteros, Sociedad de Panaderos y Pasteleros, Sociedad Bar de Pichincha, Sociedad de Sombrereros, Sociedad de Albañiles Picapedreros, y Sociedad de Jiferos. Por algunos años funcionó una Academia de Corte y Confección , organizada por la Sociedad Feminista Luz del Pichincha a cargo de maestro Cornelio Cevallos.
PLACAS CONMEMORATIVAS
La Sociedad Artística e Industrial de Pichincha dio siempre muestras del mas vivo patriotismo.
Colocó una placa en el antiguo cuartel llamado impropiamente Real de Lima, que lleva esta inscripción. La Sociedad Artística e Industrial del Pichincha rinde homenaje de admiración y gratitud a los valientes hijos del pueblo: Landáburo, Jerez, Pazmiño, Godoy, Albán, Mideros Mosquera, Morales, Pereira, Salvador, Rodríguez, y mas abnegados artesanos, ilustres y denodados héroes de la jornada de nuestra emancipación política. Rafael Dávila, Presidente M.M. Sánchez Secretario.
Se hace mención en la placa de los mártires del 2 de agosto de 1810, como Juan Salinas, Quiroga, Riofrío, Peña, Ascázubi, Manuel Cajías, Oleas, Melo, Villalobos, Tobar y Albán.
Igualmente colocó una placa en el monumento a los Héroes Ignotos, en la Avenida 24 de Mayo. Se colocaron placas en las torres del Tejar por parte de la Sociedad de Hojalateros, lugar donde flameó el tricolor Nacional en Mayo de 1822, luego de la Batalla del Pichincha.
El actual Presidente de la Sociedad Artística e Industrial del Pichincha es el doctor Telmo Hidalgo.
Por Bolívar Bravo Arauz para El Comercio
Fotografía de arriba: la fachada de la casa, ubicada en la calle Cuenca, en donde funcionó la Sociedad Artística e Industrial de Pichincha. Por largo tiempo fue el Conservatorio Nacional de Música allí, pero ahora, en este 2024, es sede del Instituto Nacional de Danza.
Fotografía de abajo: la placa recordatoria ubicada junto a la puerta de madera de la casa en donde funcionó Sociedad Artística e Industrial de Pichincha.
sábado, 21 de diciembre de 2024
La historia y trayectoria de uno de los toreros más icónicos de Quito
Quito es una ciudad mágica en donde siempre han aparecido cientos de personajes ilustres e icónicos que son recordados hasta la actualidad. Sin embargo, también hay otros que han sido olvidados con el pasar de los años y absolutamente nadie los recuerda. Su paso en las calles y plazas de la capital del Ecuador se borraron para siempre. Por eso, me es relevante recordarlos y eso solo se puede hacer mediante una búsqueda exhaustiva en hemerotecas, bibliotecas o archivos históricos. Como periodista de Comunidad, mi misión es rescatarlos y tratar de darles algo de vigencia nuevamente para que la cultura, historia y tradición de la ciudad no se pierdan.
En esta ocasión, mis investigaciones me llevaron a encontrar la historia de José Díaz, conocido torero al que popularmente lo bautizaron como "El Quiteño" a inicios del siglo XX. Inició sus andanzas en los ruedos taurinos en 1898 como banderillero y se retiró en 1937; es de decir, en la época más linda y romántica de la ciudad. A continuación, transcribiré íntegramente la entrevista que le hicieron en diario en El Comercio y que se publicó en 1959 cuando tenía 70 años. Sin lugar a dudas, se trata de una joya histórica. Esta entrevista fue realizada y escrita por el periodista que tenía como seudónimo Asoleado.
La fotografía corresponde a Diario El Comercio.
"El Quiteño" recuerda cuando se lidiaban toros de 24 arrobas en Quito y no se conocía el afeitado
José Díaz es el decano de los toreros nacionales. Empezó como banderillero en 1898 y se retiró en 1937. Ha toreado en Panamá, Colombia, Venezuela, Perú y Bolivia. Recibió la alternativa en 1914 de manos de Francisco Carrillo siendo testigo Manuel Moreno "El Bravo". Una cornada le partió la femoral.
Cuando se conoce que vive vive aún un taurino como "El Quiteño", decano de los toreros ecuatorianos y uno de los aficionados más antiguos que existe en Quito, no pudimos dejar que pase más el tiempo, sin conversar con él. Fuimos a un salón cercano y solos los dos, revisamos toda una época de la fiesta brava en Quito.
-¿Su nombre?
José Díaz.
-¿Edad?
Setenta años.
-¿En qué año comenzó su vida activa en los ruedos?
En 1898.
-¿Y se retiró?
En 1937 en La Arenas.
-¿Su primera salida a los ruedos?
Como le dije, en 1898, formamos una "cuadrilla juvenil" con el asesoramiento de Sebastián Rivero (Chaleco), por eso me bautizaron como "Chaleco II".
-¿Antes de eso ya iba a la plaza?
Unos tres años antes a la plaza de Guancacalle, bajaba al burladero los toros del pueblo, pero no tenia valor para enfrentarlos.
- ¿Quiénes eran los más entusiastas por la fiesta brava en ese tempo?
Existía el Club "Ecuador", formado por los señores Larrea, Gómez de la Torre, Seminario, Zaldumbide, y los presidía don José Rafael Bustamante, pero el más entusiasta, quien era el el organizador de festejos y tentaderos, era el "Mono" Torres.
- ¿Por qué se decidió por el profesionalismo?
Por estos jóvenes que he nombrado, siempre me llevaban a las haciendas a torear y con tanto entrenamiento me sentí torero.
- ¿Cómo empezó?
Como todos los matadores de ese tiempo, empecé como banderillero.
-¿Quién le dio la alternativa?
Francisco Carrillo, siendo testigo Manuel Moreno "El Bravo". Esto fue en 1914.
-¿Qué alternantes recuerda?
A Conejito de Caracas, El Chispa, Chaleco. Como banderiIlero salí con Valentín y Faico.
-¿Ha salido fuera del país?
En 1909, a Panamá, Colombia, Venezuela, Perú y Bolivia, en calidad de banderillero de algunos matadores.
-¿Tuvo algo sobresaliente esta gira?
Si, en Panamá en un concurso de banderilleros, gané el trofeo donado por el Presidente Abaldi,
-¿Ganó dinero en los toros?
Mucho.
-¿Cuánto le pagaban por una corrida?
De banderillero, en Quito, máximo 300 sucres. En el exterior llegué a ganar el equivalente a mil sucres. Como matador en Quito, el sueldo más alto que gané fue el de ochocientos sucres.
- Como banderillero afuera, ¿ganó más que de matador en Quito?
Es raro, pero así fue.
- ¿Cuáles eran las principales ganaderías de su tiempo?
Pedregal de doña Mercedes Velasco de Gomes, Antizana, de dona Josefina Villavicencio de Guarderas, Yanshurco, de don Santiago Velasco; Tambo, de don Octavio Escudero; Turubamba. de la familia Fernández Salvador y Pullurima, de donde fue el toro que mató al Señorito.
- ¿El mejor toro que ha toreado en su vida?
De Pedregal en 1932, "Criminal" era su nombre.
-¿Los toros criollos de antes eran más bravos que los de ahora?
Mucho más bravos y de más peso, porque luego de escogidos, los ganaderos les daban de comer.
- ¿Cuánto costaba un toro bravo en esa época?
lunes, 16 de diciembre de 2024
Sociedad Fígaro fundada en 1896
Uno de los colectivos más relevantes y trascendentales de escritores y artistas quiteños fue la Sociedad Fígaro, fundada en 1896. En este destacaron personajes ilustres como Luis Napoleón Dillon. Quito, 1905/03/10. "Retrato de 9 personas miembros de la Sociedad Literaria "Fígaro", cuatro de ellos sentados y el resto de pie. Constan sentados de izquierda a derecha: Luis E. Escudero, Luis Napoleón Dillon, Presidente; Miguel Angel Albornoz, Sergio Arias Moscoso. De pie: Temístocles Puyol, F. Alberto Darquea, Rafael Orrantia, Francisco de Paula Miño y Miguel Angel Corral Salvador".
La fotografía fue publicada en el perfil de Facebook de los Asociados Egresados Dillon. Fuente: Ministerio de Cultura y Patrimonio del Ecuador y Archivo Histórico.
Sociedad Fígaro fundada en 1896
Por Bolívar Bravo Arauz para El Comercio
En enero de 1896 cuando todavía se respiraba el ambiente producido por la revolución liberal transformadora del Ecuador obra y producto del pensamiento de Juan Montalvo y la espada luminosa de Alfaro, un grupo de jóvenes fundaba la Sociedad Fígaro, por iniciativa de Luis Napoleón Dillon, con el vivo afán de cultivar los estudios literarios y filosóficos.
En su local de la cuatro esquinas en esta ciudad, celebraban sus sesiones que eran inolvidables veladas en las que se leían sus trabajos literarios y poéticos. Formaban al grupo, a más de Luis Napoleón Dillon, Miguel Ángel Albornoz, Sergio Arias Moscoso, Luis Enrique Escudero, Miguel Ángel Corral Salvador, Abelardo Moncayo, F Alberto Darquea, Rafael Orrantia, Francisco Miño, Sixto M. Durán, Temístocles Puyol, Rafael Duarte.
Auspiciaban la labor del grupo hombres de solido prestigio como Carlos R. Tobar, Roberto Espinosa, Leonidas Pallares Arteta, Quintiliano Sánchez, Julio Castro y José Peralta.
ACTO INAUGURAL
En la sesión inaugural, el presiden de la naciente sociedad, Luis N. Dillon decía: “Ciencias Literatura y Arte serán los ideales de esta sociedad, tres núcleos a cuyo derredor girarán los esfuerzos enunciados".
Ciencia nombre sublime que abarca el mundo mágico que al pronunciarla, conmueve al universo. Su imperio no conoce límites ni su poder, ni obstáculos. Es un insondable mar de efectos sorprendentes que recoger valiosas perlas.
Quien no alza sus ojos y no ve que el cielo de la historia, el espíritu de los hombres de ciencia, patriarcas de la ciencia han dejado sus nombres grabados con caracteres de luz en el libro de la fama. Hay hombres de viven siempre. La huesa, laboratorio misteriosos, desliga su espíritu de la materia y comunicando a aquella fuerza expansiva, lleva a los sabios por los ámbitos de la inmortalidad.
Estrella fulgurante la ciencia ilumina y el sabio contempla y ve bullir los embriones de las cosas, cuya naturaleza percibe y cuyos efectos analiza antes de que el tiempo deforma y realidad. De aquí de aquí nace el don profético , aureola que circunda la cabeza del sabio trocándola en un semidios que, con sus obras espanta y maravilla.
La ciencia de tal modo refina la sensibilidad y afina la inteligencia que hace al hombre oír el silencio de la nada, ver en la oscuridad de lo desconocido y palpar lo que aún no tiene cuerpo. Con su poderoso influjo vuelve al alma tan rápida y ligera que desgarra las entrañas de la tierra. La sorprende en sus arcanos y luego, como relámpago que pasa inflamando el horizonte se eleva al firmamento.
La ciencia remueve la tierra, el sabio la posa en sus manos y como arúspice en las entrañas de la victima. Adivina los misterios que el “tiempo” sacerdote invisible consume en el altar del universo.
Colón rompiendo con su voluntad de hierro las barreras del mundo, borrando el nom plus ultra las columnas gaditanas y lanzándose al anchuroso lago para buscar un edén florido allí donde la humana timidez no ve sino abismos pavorosos, es un sabio”
LA LITERATURA
Y luego Dillon habla sobre la literatura. La voz de un creador en el campo literario, dijo, ha salvado en ocasiones a un pueblo. La literatura del sentimiento. El apasionado acento de una madre, supo contener ante los muros de Roma a Coriolano y a su ejército vencedor. En el mundo moral y en el universo todo, en donde la literatura ejerce su imperio. Personificando cuanto de sublime existe en el cielo y la tierra. Espiritualizando la materia y animando a seres insensibles, recorre la literatura desde los abismos del corazón hasta la región de las estrellas.
Fiel amigo de la ciencia y religión, ayuda a la primera desentrañar los misterios que la naturaleza encierra levantando y espiritualizando la inteligencia del sabio, cuyas miradas sin ella no alcanzarían sino los confines de la materia, sirve a la segunda transportando en sus alas el trono del creador las aspiraciones del alma religiosa y descendiendo del cielo cargada de los beneficios y grandeza que Dios distribuye entre los hombres.
Tan antigua como la literatura fue la primera maestra del hombre, la encargada de civilizarlo.
LA REVISTA FÍGARO
La Sociedad Fígaro la publicación de su revista en el primer número, decía en el prospecto. Tenemos el propósito de ilustrar el entendimiento y pulir en el corazón los sentimientos que debe poseer todo el que anhela el progreso de la patria, añadiendo que esta sociedad con su revista harían un oasis donde expandiendo el espíritu y robusteciéndolo con el estudio que en letras de Cicerón, es el que mejora la juventud y divierte la vejez.
En los números de la revista , un verdadero tesoro, hallamos al estudio que hace Dillon de problemas y cuestiones sociales, a más de sabrosas tradiciones. Albornoz escribe cuentos y poesías amorosas, es un inspirado vate, Luis Enrique Escudero traza cuadros del mar de la cordillera andina, Sergio Arias Moscoso tiene poemas y cuentos. Se encuentran dolientes estrofas de Miguel Ángel Corral, quien mas tarde sería el renombrado novelista, F. Alberto Darquea hace el elogio de Mariano José de Lara, el del Pobrecito Hablador. Orrantía, Puyol enfocan asuntos de ciencia, arte y filosofía. Todos escriben y comentan.
Dillon apunta, Quien dice vida, dice corazón, quien de corazón dice amor, poesía. La poesía es vida sin muerte, felicidad sin tormento, sol sin sombras, La poesía es la Patria, es el alma nuestra alma, es la niñez, la juventud, es el universo de dios.
Albornoz escribe bellas poesías que más tarde aparecieron en el poemario sueños y Cantigas, editadas por Carlos H Endara. Diletante lo mismo que el librito, Corazón de la Montaña, de Luis Napoleón Dillon, cuentos y leyendas como el Incendiario de Guayaquil, 1896. Los jóvenes de este Grupo Literario y Artístico prestarían muchos servicios a la Patria. En la diplomacia en el Parlamento. En las altas funciones del estado, fueron ministros estado, periodistas, escritores, como Dillon, Albornoz, Escudero. Sergio Arias, padre del poeta Augusto Arias Robalino, murió prematuramente. Pero el Grupo o Sociedad Fígaro dejó una estela de recuerdos. Eran jóvenes que usaban chisteras, cuello alto y almidonado, levita larga, pantalón fantasía, botines de charol y botainas que gustaban de la música, de la poesía del verdadero amor.
lunes, 9 de diciembre de 2024
Los Petitos, dos conocidos músicos quiteños
Esta es otra crónica de personajes inéditos de Quito de hace varias décadas atrás. Digo inéditos porque en la actualidad nadie se acuerda de ellos. En ninguna reseña periodística o libro aparecen. He buscado si hay registros sobre esta agrupación llamada Los Petitos y es imposible. Generalmente, al hablar de música quiteña, a todos se nos viene a la cabeza el dúo Benítez y Valencia, entre otros artistas. Pero Los Petitos son casi desconocidos en nuestra cultura popular. Nadie los recuerda. Por eso me parece importantísimo rescatar esta crónica de Bolívar Bravo Arauz. No dejaré que sus relatos se pierdan porque son la historia viva de esta bella ciudad.
Por Bolívar Bravo Arauz para El Comercio
Hace algunos años en Quito no se conocía otro nombre que el de Petitos, admirados y respetados músicos quiteños que dejaron grabada la huella de su paso por la vida. Estos dos artistas estuvieron siempre vestidos de negro. Decían que llevaban el luto por su mamacita. Cuando entraban a una cafetería decían que querían solo café negro, en agua o con agua, porque estaban de luto. Y por eso llevaban hasta las uñas con unas cintas negras.
Su casa estaba situada en la calle Guayaquil junto a la antigua Casa López, intersección con la Espejo, hoy la afamada casa de Carlos Becdach. Pero además tenían una propiedad en Guápulo, a donde iban a pasar una temporada verano. Para viajar allá daban partes a sus relacionados, era tanta su etiqueta social.
El mayor de los Petitos era Reinaldo Suárez Córdova el hombre representativo de la familia. Usaba coco, leva chaqueta con leontina y reloj de bolsillo. Zapatos de charol, chaleco y pantalón de fantasía. El menor usaba sombrero negro de fieltro y en esto se distinguía de su hermano mayor. Los sombreros no les faltaban nunca lo mismo que bastón. Los cuellos, la pechera y los puños siempre tiesos, bien almidonados. El menor usaba zapatos de resorte, sin bastón.
Decía Petito mayor, el hombre de la etiqueta que los estudios musicales los había hecho en Colombia, por eso su adoración al bambuco. Pero también gusta de los pasillos. Tocaba el piano. Su hermano menor tocaba el órgano y era músico de la Capilla Mayor.
A don Reinaldo le veíamos dirigiendo los coros de las escuelas fiscales de Quito. Con gran garbo decía “Soy el Inspector General de Música de la República”.
No tomaba ni fumaba, tampoco tenía amores con mujeres , y decía “eso hago para conservar mi voz”
Parece que no dejaron descendencia.
Además don Petito era un ferviente bolivariano. En la inauguración del monumento al Libertador Bolívar, en 1934, lo vimos dirigiendo el conjunto coral para el Himno de la Sociedad con su invariable batuta, junto a don Carlos Ibarra, Dr. Francisco Chiriboga Bustamante, don Emilio García Silva. No podía faltar el bolivariano de corazón, general Ángel Isaac Chiriboga Navarro.
Han pasado los tiempos. Y hoy la juventud si ha visto pasear por las calles a la Torera. De ella dijo el Gonzalo Aguinaga:
Torera, le gritaban los muchachos
Torera le gritaban todos
y esconden la cabeza tras la risa
sin saber que está subiendo a las estrellas.
Y así como Diógenes buscaba un hombre con la lámpara encendida
si a la vuelta de la esquina de San Roque, San Juan o San Diego
a la Torera le preguntamos qué hacer?
Nos dirá en susurros, busco el cielo.
La Torera hace alarde de riqueza y de nobleza. Va por las calles quiteñas siempre con su sombrilla y su cara risueña. Un día fue mascota de desfile bufo. Pero ha terminado en el Asilo de Ancianos. Una figura quiteña.
SERGIO MEJIA AGUIRRE
Poeta, músico, dramaturgo, fotógrafo, enamorado. Sergio Mejía Aguirre fue hijo del Sr. David Mejía y de la Sra. Eleodora Aguirre. Hizo sus estudios en la Escuela de San Blas de los Hermanos Cristiano y luego pasó Conservatorio de Música donde tuvo a maestros como Sixto María Durán y Francisco Salgado. Aprendió a tocar bandoneón, mandolina, guitarra y piano.
Luego se constituye en un artista de gran inspiración. Escribe buena música como pasillos, pasodobles, y valses enriqueciendo la producción musical nacional.
El pasillo que le ha inmortalizado es Negra Mala, música y letra propia del autor. Luego escribió Rubia Buena. Entre sus producciones podemos citar: Princesita, Morena, Mi Ultimo Cielo, Mi María.
Pasodobles como Patria Mía, Oriente Ecuatoriano, Triunfo, Himno a Bolívar. Otras piezas son: Long Rosa, guambra Ingrata, Chilpe Anaco, Calzón. Fue fotógrafo del diario El Comercio.
Como poeta compuso versos a Sucre, Bolívar, Eugenio Espejo y el drama “Mendigo de Amor” que fue llevado a la escena. Fue también orador.
Como poeta escribió Elegía Mundana, versos de carácter amatorio. Entresacamos este verso:
Cansado estoy de todo y lo confieso ahora,
Que mis labios resecos de besar
guardan datos secretos de pasión turbadora
y se cierran, por fin a descansar.
Poeta dramaturgo, fotógrafo y mundano,
Que mezcla de aptitudes y a granel
la lira, la vigueta, la Kodak y el piano
y a la vez oro puro, a veces oropel.
viernes, 6 de diciembre de 2024
La serenata pasó del balcón a lo virtual
El Comercio 5 de diciembre de 2020
lunes, 2 de diciembre de 2024
El ambiente popular quiteño
Esta crónica de Bolívar Bravo Arauz es una verdadera joya. Publicada en 1934 por el IV centenario de la fundación española de Quito. Narra el ambiente de la capital en esos tiempos y las tradiciones que se perdieron. También recuerda a varios personajes icónicos de la capital del Ecuador que ahora han sido olvidados. En verdad, me siento orgulloso de volver a publicar estas líneas de mi abuelo y espero que las disfruten. Aprovecho para agradecer al historiador Rafael Racines por entregarme esta maravilla de texto que lo llevo en mi corazón quiteño.
Es uno de los trabajos escritos más relevantes de los años 30. Incluso el célebre historiador Fernando Jurado Noboa lo cita en su magnífica obra 'El Chulla Quiteño, nacimiento, vida y agonía de un prototipo citadino'. Se trata de una crónica genial que nos cae de maravilla en esta época de Fiestas de Quito.
Miren el dibujo que acompaña a este texto y representa al Carnaval Quiteño. Es original de la época.
EL AMBIENTE POPULAR QUITEÑO
Por Bolívar Bravo Arauz
En los momentos actuales, el pensamiento de todos los habitantes de de la ciudad de Quito está absorbido por la celebración del Cuarto Centenario de la fundación española, conmemorado al calor del sol de los Incas.
Para los niños de las escuelas quiteñas, que no conviven con los recuerdos y tradiciones de su ciudad grande en todo -así en la alegría como en el dolor- que sabe reír con igual intensidad, van dedicadas estas líneas que llevan el aroma de la sinceridad.
Parece que ha muerto ya el secreto mágico de las pasadas horas, aún la misma fisonomía de la ciudad ha sido remozada. Hoy todo está callado: las muchedumbres se mueven silenciosas, son serios los semblantes; se nota la desaparición de los tipo populares, representación viviente de las épocas. Ya no se ven esas fiestas patriarcales en que tomaban parte las místicas abuelas; no brota como antaño la poesía de la vida real que retrata a las costumbres.
Ya no se oyen, al ambular por las calles, la sátira mordaz, la frase jocosa, la suave ocurrencia, la mueca ridícula del tipo gracioso, del muñeco indecente o del truhan atrevido, como símbolo de la ciudad alegre y picaresca; en las horas serenas o en los días de alboroto y regocijo, en medio del jugar de los niños, el dialogar de los enamorados, el descansar de los ociosos, brotaba la risa saltarina, ya se trate de la salida de misa, ya del ritual de las retretas, durante la tarde ambarina o la noche lunada, no faltaba tampoco el gesto festivo en la juerga sabida, en que las mujeres se volvían todo remilgos y quiebros, todo estufos y dengueos, todo quites y arrumacos, lo que me hace pensar en que, así como Florencia y Liverpool fueron las ciudades artista y mercader, respectivamente, Quito fue la ciudad mística, burlona y picaresca por contraste.
Un poeta la llama arca de gentileza, joya de arte y morada de la fe: en efecto, era costumbre cotidiana rezar al toque Angelus, al de las avemarías, y saludar con el bendito en los labios.
Cansados están estos muros centenarios de oír: "Bendito y alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar, y la virgen concebida sin pecado original"..... "Así sea". Nunca pasaba indiferente ante la canonización de un santo, jubileos, novenarios y trisagios en honor del Señor del Saqueo, de la Virgen de la Empanada. Arrepentida en los ejercicios espirituales, contrita y llorona ante los temblores, epidemias y sacrilegios, daba sin embargo muestras de ocurrencia y fantasía con sus milagros y temas religiosos.
Fue abundante en conventos y monasterios donde hombres hombres y mujeres se recluían por dificultades matrimoniales; tenía esmero en construir los claustros de una manera adusta, con coros y salas capitulares primorosamente tallados y con enorme magnificencia externa.
Y al conjuro de los motines religiosos, aparecían en las retorcidas callejuelas de la villa quiteña, románticas figuras que borrado este siglo; galanes de peluca empolvada que sueñan con la dama de noble estirpe, que ostente frente nacarada, zapatitos de raso y corpiños apretados; que luzca trajes de miriñaque con encajes de Bruselas en pomposa y sutil crinolina.
El Santo Oficio conducía al hereje a la hoguera rodeado de cuatro curas, ante la pena o la risa sardónica acompañada de pifias al ver su ser humano en situación tan ridícula.
Llevaba en la mano una vela verde; en la cabeza un cucurucho o cono de papel de una vara de alto, lleno de dibujos de diablos, pecados capitales y demás símbolos de los vicios humanos; en la espalda un Sambenito o capotillo de color amarillo así mismo con jeroglíficos, soga al cuello y mordaza al lado de un indecente borriquillo.
En los suburbios de entonces, San Blas, San Roque, El Cebollar, pululaban las cholas remilgadas que cantaban amor a la vida.
Viene la República y el tipo popular es el que lanza la frase capciosa, piropea y responde al vulgo, y viste estrafalariamente. Y así como no faltan revoluciones, tampoco faltan figuras pintorescas que con sus donaires festivos, con sus gracejos especiales, han dejado una estela de recuerdo flotante en el ambiente balsámico de la ciudad.
Divina letanía de recuerdos que encierran a Don Juan Champuz, al Manuel Blanco, a la Carifo, al Orejas de Palo, al Mudo Sulem, al Guagrote, al Padilla, al Sahumerio y otros más.
Las calles y plazas de la ciudad sonrientes parecen que incitan a los hombres de hoy y niños de ayer con una evocación nostálgica de las burlas y carcajadas con que trataban a estas fantasmagóricas siluetas.
Al Mudo Sulem, aquel hombre blanco regordete, de pequeña estatura y de mejillas sonrosadas; bufón parlanchín que obligaba a desternillarse de risa al oír el canto de su voz gangosa y tartamudeando sus versos trocaicos:
"Para arriba va la presa
para abajo el cazador
cázale perro valiente
a la mejor..."
Eterno enemigo de las mujeres a quienes insultaba de por vida: mata de ají, manojo de llaves, jabones, cenicera, sanroqueña, tal y cual..... (con suma rapidez).
Sabía el calendario de todos los santos de la Corte Celestial de memoria, al pie de la letra, como dirían los muchachos y por esto preguntaba de una manera impertinente, especialmente cuando se trataba de niñas, "la gracia" para decirle cual era el día de su santo. Las gentes afirmaban que este señorito era de "buena cuna".
La Carifo era una mujer alta y morena, llamada, vulgarmente "marimacho"; tenía aspecto varonil y llamaba la atención pública, porque en las grandes paradas militares que acostumbraba el General Alfaro, salía a la cabeza del Ejército con el emblema nacional ym como si fuera cachiporra, hacía evoluciones, honores y paso de gran parada ante "Mi General Alfaro" y el Alto Comando, capaz de mover fibras delicadas de patriotería.
Su verdadero apellido era Jerez y sus pupilas habían visto la luz primera en la taumaturga población del Quinche, de la que había emigrado impulsada por su espíritu militar. Cuentan las malas lenguas de las beatas que por las noches se le veía cruzar los arrabales llena de arrobos de entusiasmo por los valientes defensores de la patria. Mi General, con ese gran corazón que tenía, era su paño de lágrimas, a la vez que su tutor......
El Juan Champuz era un hombre alto, siempre cubierto con una capa de paño café, mugrienta y felposa, llamada por los vecinos "Casa Barragán", y un buchecito, pantalón cohete, y descalzo. Debajo de la capa llevaba un muñeco de trapo, "El Belermito", como decían los graciosos muchachos; lo exponía entonces a la vista de la muchachada inquieta, y lo hacía bailar, mover los brazos, la cabeza, las piernas, ante el contentamiento de los chicuelos fervorosamente cándidos, que boquiabiertos le miraban, en son de burla y curiosidad; venía la mofa, aquel le halaba de la capa, este le hacía muecas, y él, entonces, los cargaba a pedradas, a puñete limpio y a zurriagazos.
El Orejas de Palo pertenecía al brillante gremio de los "aguateros", famosos por la desvergüenza de su vocabulario, a tal extremo que las aburridas madres decían a sus hijos malcriados: "eres mal hablado como un aguador". Pues bien; este individuo era el encanto de la ciudad por tener la rara cualidad de contestar en consonante a todos los dichos y palabras que le decían.
Desde las pilas de Nuestro Padre San Francisco o de la Plaza Grande acarreaba agua en un pondo a las honestas moradas de nuestros abuelos; era, pues, en el trayecto, cuando la chusma le gritaba: "orejas de palo", a lo que él contestaba "macho garroteado".
"Mudo aguador"
"Mi perro es mejor"
"Amigo de Alfaro"
"Por eso tengo el aro"
"Mudo jetón"
"Más bien pelón"
(en verdad lo era).- "¿Por qué te hiciste cargador de agua?".- Porque no tenía nagua"., y así cosas tan graciosas como pícaras que hacían reír aún a los de piedra.
Un día del señor no faltó quien le grite: "Orejas de cordero", históricamente contestó:
"Si no soy tan majadero
para vender el crucero
y quedarme con las manos.... en el...."
El Guagrocote, admirablemente descrito por D. Cristóbal de Gangotena y Jijón, era un tipo bribón; cholo alto, fornido y feo; vecino del temible barrio de San Roque, fabricante de máscaras para inocentes, las "hediondas caretas del Guagrocote", alquilador de ropajes para payasos y monos, director de una banda de músicos semejante a los de Bremen; salvaje descuartizador de gatos, cuyas negras pieles exponía en la puerta de su tienda; hacía una famosa chicha morada, cuyo secreto heredaron sus hijas "las guagrocotas"; salía a la puerta de su tienda, desde donde satirizaba al pueblo quiteño.
Cuando veía a los chapas registrando los candados para la seguridad pública, les decía... "ah ja! no... ya estáis rebuscando para robarte"...; pasaban los chullitas y les gritaba: "Ahí pasa el chulla sin calé"... Otro día pasaban dos pobres y buenas mujeres, a quienes nuestra gente, que no era buena, apodaba "la polilla y el parapeto"; el hombre de nuestra historia, que no tenía pelo de santo, le dice a su hijo: "mira, cómprame un parapeto, pero te avisaré que ya está apolillándose". Así otras cosas más.
¿Quién no recuerda al Padilla? Aquel hombrecillo pequeño, de cara tan arrugada que una pasa simulaba, que vestía ternos grises a cuadros, a la moda, capaz de dejar prendadas a nuestras chiquillas bonitas; buen señor era aquel, pues, nunca faltó, y Dios lo tenga a su diestra, de los simulacros de lavatorios de pies en la Catedral Metropolitana, donde figuraba como apóstol, quizá San Pedro. En las empedradas calles, con los coches lujosos, transitaba él, portando en sus espaldas "carteles de propaganda", en medio de los empellones, y con una rabieta feroz que le acompañaba.
¿El Sahumerio? El hombre de las "eres" rasgadas, de pies torcidos, que con su canasto al brazo anuncia: "los arrrr...madores, y el sahumerio oloroso y fragante", a la par que anuncia que se va "arrrrrematar" algo en las escribanías.
Y no me olvido de dos individuos de lo más granado de nuestra capital, descalzos, vestidos de kaki, con sables de madera, que saludan cuadrándose, dirigen el tráfico, y a quienes la sal quiteña les llama por ludibrio: "la fuerza del ejército y Alto Comando".
Tampoco me olvidaré de un vecino que en regio carnaval bailaba con un clavel rojo en el ojal, al par que cantaba:
"Con mi morena voy a bailar
lunes y martes de carnaval.
Ay, pobre del zapatero
que vive de su trabajo,
ya se le rompió la lesna
pata pa' arriba, pata pa' abajo".
Este era un médico famoso porque recetaba las curas para el mal del ojo, hemorroides o meningitis: el aceite de la mosca, la manteca de culebra, las pilitas de ratón, la sangre de la cresta de gallo, etc.
Ahora se ve a los heladeros, y sólo recordaré una propaganda chick, que gritaba el buen hombre de Dios, con una voz tan estentórea que era para volver sordos:
"Helao de leche
delicao, superior
pa la niña bonita (no pa' las feas)
que refresque la calor".
Y así en este valle del Señor San Francisco. Escrito a los 12 meses del año de gracia de 1934.