jueves, 29 de diciembre de 2016

Las caídas son un problema frecuente para los adultos mayores

Luz Herrera, de 80 años, se cayó dos veces y sigue tratamiento en el Hospital Eugenio Espejo de la capital. Foto: Patricio Terán / EL COMERCIO


2 de octubre de 2016
Diego Bravo dbravo@elcomercio.com

Se resbaló en la bañera de su casa mientras se duchaba. Tras aquel incidente, Luz Herrera, de 80 años, se lesionó el brazo y permaneció cuatro meses en cama. Siguió los tratamientos de fisioterapia en el Hospital Eugenio Espejo de Quito hasta recuperarse del golpe.

Dos años después, ella tropezó con una alfombra y se fracturó la tibia. No se percató de que la moqueta estaba allí y se cayó. Ahora, una vez por semana, acude a otras terapias de recuperación. Utiliza un bastón para movilizarse y su sobrina, Josefina Valdivieso, le cuida para que no se vuelva a caer.

Hoy se recuerda el Día Internacional del Adulto Mayor y en la Organización Mundial de la Salud hay preocupación porque este grupo es vulnerable a las caídas. En su último informe, publicado en septiembre pasado, se indica que anualmente mueren 424 000 personas debido a ese problema en el mundo. Más de un 80% de esos decesos se registran en países de bajos y medianos ingresos. Los mayores de 65 años son quienes sufren más caídas mortales.

Y Ecuador no es ajeno a esa realidad. Según datos del Instituto Ecuatoriano de Estadística y Censos, el año pasado murieron 201 adultos mayores por caídas. La Dirección Nacional de Muertes Violentas y Desapariciones de la Policía Nacional reportó 99 fallecidos por este motivo en lo que va de este año.

Así, entre otros, registraron el caso de una mujer, de 89 años, que murió tras perder el equilibrio mientras caminaba en el barrio San Blas en Otavalo, Imbabura. Y el de un hombre, de 69 años, que se encontraba en una cosecha de fréjol en las periferias de Riobamba, en Chimborazo, y rodó una ladera de 80 metros. Sus familiares lo encontraron sin vida. Su hijo contó que no resistió a los golpes tras el impacto. Diego Martínez es médico geriatra del Hospital Eugenio Espejo de Quito y presidente de la Asociación Ecuatoriana de Geriatría.

Cuenta que semanalmente hay un promedio de tres operaciones de cadera en pacientes adultos mayores, que incluyen la implantación de prótesis. Dice que luego de cada cirugía, lo primordial es hacer seguimientos de los pacientes, pues hay riesgo de embolias pulmonares. “Se hacen coágulos de sangre en las piernas, que viajan a través de la sangre y generan problemas”. Herrera padece ese malestar. Sus familiares explican que tras la fractura de la pierna se le produjo una embolia en una vena que se conecta con el corazón.

“Utilizo medias anti váricas”, cuenta la mujer. Como ella, decenas de pacientes acuden al Centro de Fisioterapia del Hospital Eugenio Espejo. Una es Luz Santacruz, de 66 años, quien se tropezó en una vereda y se lesionó la rodilla. Cada dos meses acude a los tratamientos. Tiene miedo de volver a perder el equilibrio y trata de ser más precavida al caminar.

En otros casos, las personas mayores de 65 años, afectadas por caídas, acuden a los servicios del Patronato San José. Jenny Otero es fisioterapeuta en ese centro y asegura que cada día recibe a dos pacientes por caídas (40 mensuales). “Las causas se asocian a esguinces, inestabilidad, disminución del equilibrio y la pérdida de visión”.

Marcia Araujo, de 77 años, se cayó la semana pasada y se torció el pie. Ocurrió mientras bajaba las gradas de su casa para salir a hacer diligencias personales. Ahora, ella se recupera satisfactoriamente y cambiará de calzado para evitar nuevos contratiempos a futuro. Otero y Martínez recomiendan que los familiares de adultos mayores adopten medidas de seguridad para evitar accidentes. Una es que no utilicen zapatos con plantas lisas, especialmente en tiempos de lluvias, pues no existe agarre suficiente con el piso y se producen las caídas.

Debido a los problemas de visión, ambos recomiendan que en las viviendas se instale señalética, para que las abuelas y abuelos puedan guiarse cuando no hay electricidad o se despiertan de noche para dirigirse al baño. Otro consejo es que se les debe enseñar a caer. Es decir, no extender las extremidades en el instante de la precipitación y encoger el cuerpo. La razón: así se evitan riesgos de fracturas y el cuerpo absorbe el golpe de forma integral.

Los abuelitos deben alimentarse bien. Las caídas se producen por problemas de glucosa, se marean y pierden el equilibrio. Se les debe motivar a realizar actividad física para fortalecer las extremidades. Herrera hace ejercicio para sentirse fuerte. Al principio, no podía dormir por el dolor. Por eso, fortalece sus piernas para no desplomarse otra vez.





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