En los juzgados de la Niñez y Adolescencia se tramitan los juicios de divorcios. Foto: Diego Bravo/ EL COMERCIO. |
En los juzgados de la Niñez y Adolescencia se tramitan los juicios de divorcios. Foto: Diego Bravo/ EL COMERCIO.
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27 de junio de 2016
Diego Bravo Redactor (I)
sociedad@elcomercio.com
Cuando tomó la decisión de divorciarse tras 14 años de matrimonio, la prioridad de Andrea V. fue que su hijo no sintiera las secuelas de la separación. Siempre sonríe ante él y le ayuda en los deberes. Y en estos días solo espera que terminen pronto las clases para llevarlo de vacaciones. Su motivación ha sido su niño, de 12 años. Cuando está a punto de deprimirse se repite a sí misma que no puede decaer. Procura que no la vea llorando.
En el país, cada vez es más común que los hijos crezcan con padres separados. Datos difundidos la semana pasada por el Instituto Ecuatoriano de Estadística y Censos (INEC) muestran que los divorcios en Ecuador se incrementaron en un 119,1% entre el 2006 y el 2015. Hace 10 años se registraron 13 981 separaciones, mientras que el año pasado fueron 25 692. Estas cifras contrastan con la reducción de matrimonios en el país. En el 2006 hubo 74 036 y el año pasado, 60 636.
La tasa de divorcios por cada 10 000 habitantes se duplicó. Según los datos del INEC, en el 2005 era de 8,55 y el año pasado se situó en 15,78. Las provincias en donde se reportaron más separaciones fueron Pichincha, Guayas, Azuay y Manabí.
El terapeuta familiar Edgar Reyna atiende cada mes un promedio de 70 parejas que atraviesan por problemas en sus matrimonios y lleva un registro detallado de cada caso. Explica que, de las consultas que terminaron en separaciones definitivas de cónyuges, 20% se originaron por falta de comunicación, 20% por infidelidad del hombre o la mujer, 30% por problemas económicos y 30% por enfriamiento de la relación o apatía. “El matrimonio ha perdido fuerza en la sociedad como institución. Esa es una de las causas de los divorcios en la actualidad”, asegura Reyna.
Andrea tiene 33 años y creció en una familia conservadora. Por su formación estaba convencida de que el matrimonio debía durar para siempre. Repite de forma recurrente que es un fracaso lo que vive tras divorciarse, pero la situación era insostenible. Más cuando su suegra intervenía en la relación con su exesposo y la pareja no resolvía sus conflictos.
Sus familiares les pedían que salvaran su hogar. Incluso asistieron con su hijo a terapias grupales con psicólogos, pero no encontraron solución a sus diferencias. Lo mismo vivió Antonio G., de 53 años, quien se separó de su esposa tras 27 años de matrimonio. Su relación se enfrió al punto de vivir en la misma casa y dormir en camas separadas. Había momentos en los que apenas se saludaban y no se dirigían la palabra en el día. “No me gustaba que mis hijos adolescentes se quedaran hasta tarde en las fiestas, pero ella les permitía. Ahí surgían los problemas, peleábamos y lo nuestro se desgastaba”.
El trámite se demoró un año y se divorciaron en el 2015. Hoy, él y su exesposa son amigos. Salen a pasear con sus hijos mayores de edad y les gusta cocinar platos típicos. Según el INEC hay al menos otras 10 causales de los 25 692 divorcios, del año pasado, a escala nacional. De esa cantidad, el 68,43% fue por mutuo consentimiento y un 26,05% por abandono injustificado de uno de los cónyuges. Carlos Arévalo es juez III de la Familia, Mujer, Niñez y Adolescencia de Quito desde hace seis años. Cuenta que los casos de abandono se producen, entre otras cosas, por una tercera persona.
También cuando uno de los esposos es migrante y viaja a otro país por trabajo. Entonces, sus parejas, que permanecen en Ecuador, con los hijos, presentan las demandas de divorcios por abandono. A Pilar D., de 47 años, le ocurrió eso. Su exmarido le interpuso el juicio de divorcio mientras ella trabajaba en España. Allí vivió 13 años y no le notificaron que le habían planteado un juicio de divorcio por abandono de hogar. Esto pese a que se comunicaba con su familia todas las semanas y enviaba dinero para sus hijos.
Regresó en el 2012 al país para quedarse y se enteró de todo. Pensaba que la relación con su marido era estable, pero encontró por casualidad los documentos del juicio en su escritorio mientras lo limpiaba. “No me imaginé que se iba a valer de mi permanencia en otro país para separarse. Se enamoró de otra mujer”. Tras divorciarse, su exmarido se cambió de casa y ella se quedó con los hijos. Él finalmente rompió con la segunda pareja e intentó retomar la relación con Pilar, pero ella no lo perdonó.
Prefirió quedarse sola a seguir con él. En el caso de Andrea, todos los intentos por salvar su matrimonio fallaron. Ahora, ella está pendiente de los trámites del divorcio y solo espera que su hijo esté bien. Repite que las personas nacieron para ser felices y que no quiere deprimirse. Hoy piensa en sus planes; ya compró los boletos y en un mes viajará a Disney (Orlando) con su niño por las vacaciones . Está decidida a superar el golpe de su separación.
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