Grandes figuras médicas
La ciencia médica adquiere su progreso y avance a partir de la iniciación de la República. Comenzó con el doctor Juan Manuel de la Gala. Los enfermos eran atendidos por empíricos. Pero a partir de 1861, se organizaron las facultades en la Universidad Central, entre ellas la de Medicina. En los años siguientes, se encuentran médicos eminentes que salvan la vida de muchos enfermos y alivian el dolor. Los médicos que ejercían su profesión eran pocos, nos dijo el doctor José Montero Carrión, autor de valiosas obras sobre los valores de la medicina ecuatoriana.
En la colonia aparece la figura del doctor Francisco Eugenio de Santacruz y Espejo, gran higienista y verdadero valor de la ciencia médica, según lo apunta Enrique Garcés, uno de sus biógrafos.
Entre los notables médicos podemos citar a José Manuel Espinosa, fue el primero que llegó al rectorado de la Universidad Central en 1845. En 1860 ascendió al rectorado por cuarta vez. Por sus conocimientos fue designado cirujano mayor del Ejército, cirujano de Hospital Militar de Quito, director general de estudios, presidente de la Junta de Sanidad de Quito. Luego encontramos a Juan Acevedo, cirujano del Hospital de la Ciudad. Nació en Quito, el año 1818. Fue un gran médico y cirujano, destacándose en Quito, en donde no había más de una docena de médicos. Se distinguió en los estudios de Anatomía y Cirugía. Y se consagró con especial empeño. Murió luego de hacer muchos bienes, a temprana edad, en sus floridos años.
Otra venerada figura en la ciencia médica fue Miguel Egas Cabezas, quien obtuvo su título de doctor en Medicina, en octubre de 1846, ante un tribunal compuesto por el Rector Dr. José María Espinosa y los miembros doctores Miguel Vergara, Joaquín T. Torres, Antonio Sáenz. Manuel Villavicencio obtuvo por oposición la cátedra de Medicina Legal y fue el segundo Rector Médico de la Universidad Central. En el año de 1879, Ignacio de Veintimilla lo desterró a Colombia.
En 1863 fue ministro del Tribunal de cuentas. Es el creador de la Literatura Médica. Fue miembro de la Comisión Médica cuyo trabajo fue de abnegación en el terrible terremoto de Ibarra en 1868. Fue un sabio profesor de la Escuela Politécnica. Luego tenemos que mencionar al Dr. Rafael Barahona. Nació en Quito. Fue cirujano mayor del Escuadrón Lanceros del Norte. Fue Rector y Vicerrector de Universidad Central, Director de Estudios de Pichincha y por dos ocasiones diputado.
Otro médico eminente de 1829. En 1873 fue nombrado Profesor de la Facultad de Medicina en las cátedras de Materia Médica, Terapéutica y Clínica, cuando la Facultad apenas contaba con 4 profesores: Dr. Rafael Barahona, Antonio Sáenz, Miguel Egas y Ascencio Gándara. Fue rector de la Universidad Central hasta 1883, en que renunció por causas políticas, pues no podía permitir que se hollaran sus dinteles de la Casa de Estudios, atentando contra el pensamiento libre, el saber y la cultura.
En 1897, la Junta General de Profesores, como justo reconocimiento a sus méritos, le designó Rector y uno de sus primeros afanes fue continuar la publicación de los anales que se habrán suspendido. En 1901, fue elegido Decano de la Facultad de Medicina, sirviendo en esta dignidad con gran eficiencia. Fue un admirador de la Escuela Inglesa e introdujo los trabajos de Parquinson, Lister, Adison, Adams, Bright, Hodkin.
Más tarde, predominaron las doctrinas de la escuela francesa en Medicina, con el grupo de médicos como Gallegos Anda, Luis G. Dávila, Villavicencio Ponce, Salgado, Vivanco. Isidro Ayora fue un entusiasta de la Escuela Alemana en Obstetricia y Ginecología.
Otros médicos que merecen recordación, según apunta el Dr. Montero Carrión son Rafael Arjona Silva, Manuel Villavicencio y Montúfar. Felicísimo López, luchador valiente, denodado por las ideas liberales, expulsado del Congreso por el fanatismo de la época. Nació en Quito el 6 de agosto de 1884. Fue escritor y periodista en el Tiempo de Guayaquil y el Diario de Avisos. Escribió varias obras pudiendo citarse, entre ellas, Teocracia con Democracia, Virutas Almanaque del Pensamiento, Sincero e Higiene en Medicina. En 1901 compró en París el primer aparato de Rayos X del Hospital San Juan de Dios.
Por Bolívar Bravo Arauz para la Sección del Recuerdo de El Comercio
Crédito de la foto: Pazmiño / archivo familiar de la familia Bravo Arauz.
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