Quito ha contado, a lo largo de su historia, con una buena cantidad de librerías. Las primeras fueron instaladas en el Centro Histórico. De estas, la mayoría cerró y quedan pocas. En esta crónica de Bolívar Bravo Arauz se destaca la historia de las librerías del ayer y sus fundadores.
Fotografía: La papelería y librería localizada en la parte baja del Palacio de Carondelet en donde hasta ahora funcionan los locales comerciales, en la intersección de las calles García Moreno y Chile.
Crédito de la foto: INPC.
Antiguas librerías de Quito
No conocemos que en la época haya florecido el establecimiento de librerías. A los libros se los traía subrepticiamente.
Hasta llegan las noticias, de este siglo, que se había instalado una gran librería Sucre de Bonifacio Muñoz en el año de 1907. En el año 1906 se fundó en Quito el diario el Comercio que está celebrando 75 años, tres cuartos de siglo para honra y orgullo del país y del continente americano. También el Banco del Pichincha de gran prestigio.
La Librería Sucre estaba situada en el antiguo Pasaje Royal, de Vásconez, Durini y Miranda, hoy Pasaje Amador en la calle García Moreno. Muñoz era quiteño que amaba a su ciudad y tenía pasión por la cultura. Su librería tenía muchas estanterías con miles de volúmenes que comprendían todas las secciones: Ciencia, arte, literatura, con distintos géneros y autores consagrados. Era una novedad y un logro para la ciudad y para la época, se trataba de un hombre de visión.
Al año siguiente, en 1908, se inauguró con gran alborozo el Ferrocarril del Sur, grandiosa obra de Eloy Alfaro.
Muñoz publicó muchos catálogos y culturas bibliográficas con amplio conocimiento de la materia una nueva modalidad de interesar a la juventud estudiosa.
En 1918 se editó el importante catálogo especial de autores extranjeros y en 1920, el de autores ecuatorianos, dedicado a Guayaquil en el primer centenario de su independencia.
En el año 1919, el Ilustre Concejo Municipal, apreciando su valiosa obra de cultura, le otorgó una mención, cuyo diploma lleva el siguiente texto: La Municipalidad de Quito al don Bonifacio Muñoz, le concede este diploma de honor por su propaganda en pro de la cultura intelectual del país en el ramo de la librería. Quito, 10 de agosto de 1919. El presidente Dr. Abelardo Montalvo y el secretario J.B.Castrillón.
Bonifacio Muñoz instaló una sucursal en Guayaquil. Traía las últimas novedades en el ramo de librería, sobre todos los temas y de diversas casas editoras.
Su hermano Leonardo J. Muñoz también ha consagrado su existencia para formar la biblioteca más completa de autores nacionales, poseyendo mas de 10 000 volúmenes. Tiene ediciones rarísimas, colecciones completas de revistas de diversas épocas, Revista América, Caricatura Cocoricó, Vejeces y Novedades de la Academia de Historia que llenan varios volúmenes de la Casa de la Cultura, etc. Llama la atención la colección más completa de hojas sueltas de la colonia y muchas de ellas de carácter polémico. Ha sido un coleccionista. Su hijo es el doctor Aníbal Muñoz. La biblioteca está situada en la calle Loja.
Otras librerías fueron las de don Antonio Rivadeneira, en la calle García Moreno, entre Mejía y Olmedo. Vendía toda clase de textos de medio uso, devocionarios, libros de lectura como el Lector Ecuatoriano, textos de G.M. Bruno de Torres Quintero, el Lector Moderno de Aplettton, etc. Se le conocía con el sobrenombre de Mapapelotas.
Otra librería fue la de don Antonio Lucio Paredes. Tenía obras escogidas y valiosas. A ella acudían los intelectuales.
Hoy tenemos numerosas librerías en Quito. Hay la Librería Científica, la Universitaria, Su Librería, librería Selecciones de Muñoz Hermanos, librería Nacional y otras.
Pero merece mención especial la de un educador, la Central de don Carlos Romo Dávila, en la calle Mejía y Benalcázar. Una biblioteca con obras de diverso género. Tiene también libros antiguos muy valiosos, tanto nacionales como extranjeros. Don Carlos presta los textos a los estudiantes y a los obreros que desean ilustrarse tan solo con la presentación de carnet estudiantil y sin ninguna garantía.
Su único afán es difundir la cultura por todos los medios. A Romo se le debe el establecimiento del concurso del libro leído, oral y escrito que continuó con éxito por muchos años. Es fundador de varios planteles educativos y publicaciones pedagógicas de gran valor, dedicadas especialmente a la escuela activa.
Por Bolívar Bravo Arauz para El Comercio en la Sección del Recuerdo
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