Soledad Vogliano y Daniel Nieves estudian en la residencia de la Universidad Andina. Foto: Paúl Rivas / EL COMERCIO |
Diego
Bravo Redactor (I)
No está
permitido lavar ropa en las habitaciones, tampoco plancharla. Los únicos
electrodomésticos que se pueden utilizar son la radio, televisión, secador de
cabello y una cafetera pequeña. Se prohíbe el ingreso de mascotas.
Esas son
las reglas que, desde hace cuatro meses, la argentina Soledad Vogliano y el
colombiano Daniel Nieves, de 32 y 28 años, siguen en la residencia de la
Universidad Andina Simón Bolívar mientras cursan su maestría de Investigación
en Estudios Latinoamericanos con beca completa. En ese edificio conviven junto
a alumnos de otras provincias.
Al ser
sudamericanos cumplen con uno de los requisitos para acceder a esa ayuda. Entre
otros beneficios, ellos tienen exoneración del pago de colegiatura, seguro
médico, libros, alimentación y alojamiento. Lo único que pagaron son
aproximadamente USD 800 de matrícula. En la Andina, para que alguien tenga beca
completa, se evalúan las publicaciones, las cartas de recomendación, los
ensayos justificativos en los que explican las razones por las cuales
postularon para ingresar a ese centro, un trabajo académico de veinte páginas.
En el
caso de Vogliano y Nieves, su maestría dura nueve meses y reciben un salario
básico de USD 375 mensuales con el que cubren sus gastos personales. No pueden
obtener un promedio inferior a 8,5 puntos sobre 10. A futuro, también pueden
acceder a una beca para desarrollar la tesis y les otorgan pagos extras de USD
300 por tres meses más, si es que la concluyen a tiempo.
La
entrega de becas en las universidades de posgrado se volvió parte del debate
luego de que se publicara, a finales del 2016, en el Registro Oficial, la Ley
de Extinción de Universidades. En esta se contemplan los nuevos esquemas para
la entrega de ayudas, puesto que ahora estas serán reguladas por el organismo
rector de la política de becas del Gobierno. Según las autoridades de la
Andina, su modelo de entrega de becas “está en riesgo”.
En ese
sentido, Juan Ponce, rector de la Flacso, afirma que desconoce cómo será el
nuevo esquema de financiamiento. No sabe si los costos de las becas subirán o
bajarán de precio porque al cambiar el mecanismo de asignación por las reformas,
las ayudas y todo ese proceso pasaría a la Senescyt. “Ya no otorgaremos becas.
Haríamos la selección y los que son admitidos en Flacso debieran ir a postular
en la Senescyt y ellos serán los encargados…”.
Ante esas
dudas, el secretario nacional de Educación Superior, René Ramírez, indicó que
las becas continuarán siendo otorgadas con normalidad por los centros de
estudios. Además, el objetivo es que se incremente la cantidad de ayudas.
Finalmente, él manifestó que hay un presupuesto prorrogado y que no se afectará
la entrega de estas. Actualmente, en la Facultad Latinoamericana de Ciencias
Sociales (Flacso) y la Andina hay cientos de estudiantes becados.
En la
primera se ha invertido USD 12,1 millones en la formación de becarios desde
hace cuatro años. En la otra, USD 16,1 millones han sido usados por alumnos de
los programas de exoneración de colegiatura, becas parciales, rebajas para
gente de la comunidad andina y becas completas, a partir del 2013. Solamente en
las becas completas se ha gastado USD 688 900 en los últimos dos años. Según
datos de la U. Andina, 713 jóvenes se han formado bajo esa modalidad en 15 años
(2000-2015).
“La
residencia es clave para estudiar. No se puede seguir un posgrado y trabajar.
Esto requiere una concentración del 100%”, dice Vogliano.
En la
Flacso hay historias de estudiantes que dedican todo su tiempo a sus títulos de
cuarto nivel. La machaleña Andrea Bravo, de 25 años, se prepara en la maestría
de Estudios Socioambientales que dura dos años. Ella es parte de los 94 alumnos
que actualmente tienen allí becas con estipendio. Es decir, ella recibe una
remuneración mensual de USD 600 a cambio de trabajar por las tardes como
ayudante de cátedra de la profesora Ivette Vallejo. Solo debe pagar la
colegiatura.
Esto
equivale a USD 300 mensuales que le descuentan de su estipendio. Lo mismo
ocurre con Pedro Alarcón, de 39 años, quien cursa desde hace dos años un
doctorado en Economía del Desarrollo. En su caso, él recibe cerca de USD 800
para gastos personales y trabaja como profesor. “Son un requisito para el
doctorado las mensualidades”.
Ponce
dice que las becas de estipendio se entregan a tres grupos: gente de otras
provincias, grupos históricamente excluidos y de excelencia académica para
quienes tienen buenas notas. Solo en las últimas se debe obtener un promedio
mínimo de 8,5 sobre 10 para continuar con la beca.
También,
hay ayudas de descuento en la colegiatura que se otorgan a los estudiantes.
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