miércoles, 15 de noviembre de 2017

Las amputaciones de pie por la diabetes

Los malos cuidados de la diabetes pueden desencadenar el pie diabético, con el riesgo de que los pacientes lo pierdan. En la gráfica, el endocrinólogo William Acosta atiende a un pacientes con diabetes. Foto: Galo Paguay / EL COMERCIO.

Por diabetes, pacientes pueden perder el pie



Diego Bravo Redactor (I) dbravo@elcomercio.com 


A Jorge Quishpe, de 63 años, le amputaron el pie izquierdo hace una década. Recuerda que su pie empezó a gangrenarse luego de pisar un clavo.

Él tiene diabetes desde 1994. Al principio sangró un poco, pero con el pasar de los días, esa parte comenzó a descomponerse y se hizo morada. La lesión empeoró y se trasladó a un hospital de la capital. Allí, los médicos le dijeron que tiene pie diabético y debían cortarlo. Ahora camina con la ayuda de una prótesis.

En esta semana se recuerda el Día Internacional de ese mal. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), 1,6 millones de muertes se produjeron por esta dolencia, a escala global, hasta el 2015. Además, en 1980 hubo 108 millones de pacientes. En el 2014 se reportaron 422 millones.

Ecuador no es ajeno a esa realidad. Según estadísticas del Instituto Ecuatoriano de Estadísticas y Censos (INEC), los decesos subieron en un 51% desde el 2007 hasta el 2016. Es decir, pasaron de 3 292 a 4 906 en 10 años.

Esta enfermedad causa otras complicaciones como lesiones en vasos sanguíneos y renales y ceguera. También pie diabético que, a veces, obliga a cercenarlo como consecuencia de una infección.

El Ministerio de Salud Pública (MSP) refiere que, en el país, la incidencia de amputaciones se sitúa entre 2,5 o 6 por cada 1 000 pacientes al año.

Según datos recopilados en los centros asistenciales del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS), 200 se reportaron en el 2015 y 182 en el 2016. Desde enero hasta septiembre de este año hubo 159.


Carlos Cadena es endocrinólogo y representante de la Clínica del Pie Diabético del Hospital Carlos Andrade Marín del IESS. Explica que mensualmente atiende unas ocho personas con ese problema.

Con base en datos de la Asociación Americana de Diabetes, él señala que cerca del 15% de personas sufrirá úlceras en el pie durante el transcurso de la enfermedad. Este problema se produce -asegura- por el mal control metabólico. A esto se suma que la gente no se cuida en la alimentación, abusa de los carbohidratos o consumen bebidas azucaradas en exceso.

Para William Acosta, líder de Endocrinología del Hospital Eugenio Espejo de Quito, esta “es una de las complicaciones más tristes porque es la más fácil de evitar”. Si un paciente con esa enfermedad se cuida el azúcar en la sangre no tendrá problemas en la extremidad.

En ese sentido, Romina Costa, responsable de la estrategia nacional de enfermedades crónicas no transmisibles del MSP, dice que el pie diabético se origina luego de cinco años de malos controles. Si alguien presenta lesiones, lo primero que debe hacer es acudir a un centro asistencial. También hay casos -dice Acosta-de gente a la que se le amputó solo una parte del pie.

Eso lo vivió Luis Granda, de 75 años, a quien le cortaron una parte del talón izquierdo. Comenzó a sentir dolor cuando salía a caminar. Luego, apareció una mancha marrón y cuando llegó al Hospital del IESS le detectaron la lesión. Su esposa, María Aguas, lo acompaña. Le limpia la herida y lleva al podólogo para que le corte las uñas y no se lastime.

También debe cuidarse de no contraer hongos. A Sonia Ponce, de 56, le extirparon dos dedos. Cuenta que uno de los zapatos especiales que se compró le lastimó. Ante ese tipo de situaciones -recomiendan los médicos- los pacientes deben usar medias blancas para detectar que se produjeron lesiones al caminar.

Esto porque se pierde sensibilidad. “Lo más común es gente que anda con tachuelas en los zapatos y no se da cuenta”, anota Acosta. En otros casos, contrajeron lesiones porque tenían pepas de ajonjolí en el calzado y las defensas estaban tan bajas que les produjeron heridas.

Cadena asegura que el 50% de los amputados corren el riesgo de perder el otro pie cinco años después de la primera cirugía. La razón: es más vulnerable a lesiones. 

Esa es la realidad de Quishpe. Tiene una artropatía de charcot, una deformidad severa causada por la fractura de la articulación del tobillo. Los médicos del IESS evalúan si deben cortarle el otro pie. 

El problema se produjo porque su pierna aguantó el peso de su cuerpo por años.




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