Más bodas entre colombianos y ecuatorianos
Diego Bravo Redactor (I)
dbravo@elcomercio.com
El interés de colombianos y venezolanos por emigrar a Ecuador se mantiene. Eso se confirma en grupos de Facebook de ciudadanos de ese país, a dos meses del fin del 2017.
Por ejemplo, en los perfiles Colombianos en Ecuador y Venezolanos en Ecuador, hombres y mujeres piden recomendaciones para viajar. Algunos quieren venir con su familia, otros la forman acá.
Javimar Urdaneta, de 33 años, llegó al país, en el 2009, por la crisis que afecta a Venezuela. Su plan era salir adelante con sus parientes, no pensó que aquí encontraría el amor. Se casó con el quiteño Marco Antonio Cuadrado, de 31 años, el 30 de abril del 2015, tras cumplir tres años de compromiso. Ella es comunicadora social, dirige su propia escuela de baile y es maestra de inglés.
Se conocieron en la empresa petrolera en donde trabajaron. Él como ingeniero en sistemas y ella en el área de documentación. Al principio, el noviazgo fue difícil para él porque su suegra era jefa en la oficina. Pero con el tiempo se ganó su confianza.
Cuadrado tiene un hijo de 6 años de otro compromiso. Urdaneta le ayuda a cuidarlo cuando los visita cada 15 días.
Según el Registro Civil, desde enero del 2016 hasta septiembre de este año, hubo 2 976 matrimonios de ecuatorianos con extranjeros. El mayor número de uniones registradas fue con colombianos: 534. Siguen las nupcias con estadounidenses, españoles, venezolanos e italianos con 334, 330, 296 y 229. Eso coincide con el registro de extranjeros que más ingresó al país en el 2016. Provienen de Colombia, Estados Unidos, Perú, Panamá, España y Venezuela, según el INEC.
Otra pareja binacional es la de Yurani Díaz, de Colombia, y el policía ecuatoriano Diego Ramírez, de 22 y 24 años. Se casaron el 16 de septiembre del 2016, en Quito, tras haber sido novios por cinco años. Viven en Alausí. Planifican tener un bebé el próximo año.
La migración en América Latina es recurrente y crece en un 17% cada año. En la mayoría de casos se trata de ciudadanos que provienen de naciones vecinas que recorren la región. Esto lo indica el estudio ‘Migración Internacional’ de la Organización de Estados Americanos (OEA), del 2015. Ecuador es parte de esa realidad, explica Jacques Ramírez, catedrático sobre temas de movilidad humana.
Para él, la cantidad de matrimonios binacionales es baja frente a los cerca de 400 000 inmigrantes que oficialmente viven en el país. La mayoría es de Sudamérica, de Colombia, Perú y últimamente de Venezuela. Eso significa que los matrimonios no necesariamente son usados por foráneos como mecanismo para regularizar su estado migratorio, como pasó antes. Es decir, sí hay parejas que se unen “por amor”.
¿Cuál es el trámite para que un ecuatoriano y un foráneo se casen? Ellos únicamente deben recurrir a las oficinas principales del Registro Civil de Quito, Guayaquil y Cuenca. La persona de otra nación debe presentar el pasaporte con visado vigente, la tarjeta andina o credencial de refugiado.
Los residentes pueden hacerlo con la cédula en cualquier agencia de esa entidad. En el caso de los matrimonios de ecuatorianos y foráneos que se realizan en el exterior, se aplica el artículo 91 del Código Civil.
De esta forma, la española Cristina García y su esposo ecuatoriano Alejandro Calderón, de 30 y 29 años, unieron sus vidas en la iglesia del Tibidabo de Barcelona, el 12 de julio del 2015. Fueron novios por 11 años y estudiaron en la universidad de esa ciudad.
Optaron por vivir en Quito porque la crisis económica se agudizó en España y él no conseguía un empleo relacionado a su área, las ciencias políticas. Tras radicarse en la capital, ella consiguió trabajo en un centro de educación como parvularia. Él es catedrático en una universidad privada.
Hace tres meses nació su primer hijo, Teo. Para cuidarlo, ambos se organizan en las madrugadas. Ella se despierta a las 03:00 y él a las 05:00 para prepararle los biberones.
¿La xenofobia representa un problema en la conformación de estas parejas? Para Ramírez, en Ecuador sí existe un grado de rechazo para un grupo determinado de inmigrantes, pero otro es aceptado. Se trata de la construcción de un modelo ideal blanco-mestizo. “Quienes ingresan en ese grupo son migrantes deseados.
Son europeos o norteamericanos”. Pero se complica para los latinoamericanos. Pese a ello, la conformación de matrimonios de ecuatorianos y latinos -dice- demuestra que se respeta la diversidad como una forma de reconocerse en la diferencia.
La española Cristina García y Alejandro Calderón alimentan a su hijo, Teo, de 3 meses. Foto: Vicente Costales / EL COMERCIO |
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