El 27 de febrero la Policía detuvo a 5 sospechosos de cometer un asalto en El Trébol. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO |
Diego
Bravo Carvajal
La
inseguridad es uno de los retos de la próxima administración municipal, en
Quito, de cara a los próximos cuatro años. Datos del Ministerio del Interior
refieren que los robos a personas se incrementaron en un 5,77% durante el 2018.
En el
2017 se reportaron 6 275 casos, mientras que el año pasado hubo 6 637. En enero
del 2019 se registraron 506 y en el mismo mes del 2018 fueron 518. Este Diario
recorrió 12 zonas de la urbe y las quejas son unánimes en cuanto al incremento
de los robos a personas. Los vecinos piden que se refuercen los patrullajes y
la presencia de policías.
Una de
las medidas que se han implementado para afrontar la situación son las alarmas
comunitarias. La directora metropolitana de Seguridad Ciudadana, Cristina
Mesías, señala que hay 1 201 en las nueve administraciones zonales del Distrito
Metropolitano.
Cada
equipo cubre a 24 familias, en total son 28 824 familias que se benefician en
toda la urbe. Los aparatos están interconectados a una plataforma tecnológica,
diseñada para su monitoreo y administración. Las centrales reciben alertas
mediante pulsadores de teléfonos celulares y fijos.
Esas
cifras varían frente a las que presentó el exalcalde Augusto Barrera al final
de su mandato en el período 2009-2014. En su informe de gestión, él indicó que
se instalaron 7 563 sistemas de alarmas en 2 600 vecindarios con una inversión
de USD 3,6 millones.
Para
Mesías, esos aparatos son una medida disuasiva para enfrentar a la
delincuencia, pero lo más importante es que los vecinos se organicen de forma
comunitaria y se apoyen. “Con eso no queremos decir que le deben atrapar a un
ladrón, sino que hay otros mecanismos como alertar a los vecinos y la Policía
sobre lo que sucede”.
Así
ocurrió en la quebrada El Censo localizada junto al intercambiador de El Trébol
el 27 de febrero. Ese día, la Policía detuvo a cinco hombres que luego de
asaltar a una mujer se escondieron en la hondonada. Le quitaron su celular y
una billetera, la cual fue hallada con la ayuda de los transeúntes en medio de
la basura. Luego se encontró el teléfono.
Édgar
Naranjo es vicepresidente de la Federación de Barrios de Quito. A su criterio,
las alarmas comunitarias son una buena alternativa para afrontar la
inseguridad, pero el problema radica en que los delincuentes se perfeccionan en
su forma de operar y atacan con mayor rapidez. Él coincide que la gente debe
unirse para afrontar el problema. Asimismo, cada vez es más frecuente que
desconocidos utilicen vehículos para asaltar a transeúntes.
Por
ejemplo, en Alma Lojana, un vecindario ubicado en el oriente, a pocos metros de
la av. Simón Bolívar, se vive una situación tensa. Los vecinos han identificado
a personas que circulan en carros sin placas y asaltan.
“La
situación es complicada, porque lo hacen por las noches”, señala un morador.
Dice que el lugar más peligroso se ubica debajo del puente junto a la parada.
“Desde las 21:00 no se puede caminar tranquilo”.
Lo mismo
sucede en los sectores de La Argelia y Oriente Quiteño. La gente, que vive en
alerta, ha reconocido a hombres que circulan en vehículos sin identificaciones.
Aseguran que los atracos ocurren a cualquier hora. Por la noche es peligroso
salir a caminar. “Hace un mes, una chica fue víctima de un asalto terrible.
Desconocidos trataron de secuestrarla en un carro”, contó una moradora.
La joven
gritó desesperadamente y los moradores salieron a auxiliarla. Las alarmas
comunitarias se encendieron, por lo que los desconocidos huyeron. “A mis hijos,
de 14 y 15 años, les robaron. Les amenazaron con puñales”, agregó.
También
se han producido casos de robos perpetrados por personas que se movilizan en
vehículos de color amarillo. El 11 y 15 de febrero, dos ciudadanos fueron
asaltados de forma similar en dos puntos diferentes del norte de Quito. Tras
quitarles sus pertenencias y agredirlos con gas pimienta en el rostro, ambos
fueron abandonados en otros sectores del noroccidente de Quito. El robo en motos
también es frecuente, sobre todo en parroquias como Alangasí, en el valle de
Los Chillos.
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