Galo Larrea cuida a su nieto, Sebastián Lozano, de 10 años, luego de que sale de la escuela. Foto: Vicente Costales / EL COMERCIO |
Redacción
Sociedad (I)
Diego Bravo C.
La rutina
es la misma todos los días. Galo Larrea, de 74 años, espera a que su nieto
Sebastián Lozano, de 10, llegue de la escuela para servirle la comida y luego
hacen los deberes.
“¿Qué tal
estuvo la escuela hijo? ¿Qué te dijeron los profesores? ¿Qué aprendiste hoy?”,
son las preguntas que le hace mientras el niño se sirve los alimentos. Él lo
trata como si fuera su hijo. “Mi esposa falleció y la compañía de mis nietos me
ha ayudado a salir adelante”, cuenta Larrea.
Esta
escena se repite con algunos niños que participaron en la encuesta. Sus
abuelitos les esperan en la casa tras salir de los establecimientos educativos.
Unos les ayudan en los deberes, mientras que otros les acompañan en otras
actividades. El estudio denominado ‘INEC va a la Escuela’ señala que un 12% de los
infantes del país pasa el tiempo libre con los abuelos o tíos mientras sus
padres trabajan o realizan otras actividades.
En el
caso de Sebastián, su abuelo lo lleva a las clases de natación en el Club
Regatas y le apoya cuando participa en torneos infantiles. Desde la tribuna le
alienta para que no baje la velocidad mientras compite con otros pequeños.
También le revisa las tareas escolares. “Me cuida, me ayuda a limpiar la casa
porque mi mamá me dice que lo haga”, narra Sebastián.
Les ha
pedido a sus papás que pasen más tiempo con él, pero ellos no pueden por las
obligaciones laborales. Con ellos le gustaría jugar, ir al cine o únicamente
ver televisión. Otros niños salen con sus abuelitos a reciclar. Para Justin, de
10 años, esa actividad es habitual junto a su abuelita ya que sus padres lo
dejan con ella las tardes.
Cuenta
que le obsequia las botellas plásticas de los jugos que consume para que ella
los venda en las plantas recolectoras de plástico. Su padre trabaja como
mensajero y su mamá en las oficinas de una cadena de restaurantes. Dice que él
pasa la mayor parte del tiempo trabajando y únicamente llega a la casa para
dormir. Cuando despierta, se dedica a revisar su celular.
“Quisiera
jugar con él”. A Galilea le ayuda su abuelita a hacer las tareas ya que antes
de jubilarse fue profesora en un establecimiento. Es feliz junto a ella, pero
admite que le gustaría tener más tiempo con sus padres para contarles sobre los
deportes que practica y lo que le gusta.
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