Darío
Cepeda (usa lentes) es uno de los profesores con doctorado en la U. Central.
Foto: Pavel Calahorrano / EL COMERCIO
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Universidades
tienen docentes con PhD, pero son insuficientes
Diego
Bravo Redactor (I)
El
catedrático de la Universidad Central Michael Ayala, de 47 años, viajó junto a
sus dos hijos para estudiar su doctorado en la Universidad de Alburquerque, en
Nuevo México, EE.UU. José Manuel y Camilo Antonio, hoy de 19 y 17, fueron su soporte
durante los dos años que permaneció allí.
Se
turnaban las tareas de limpieza de la casa. Cuando tenía exámenes, este
ingeniero en agronomía apenas dormía tres horas. La razón: permanecía en la
biblioteca revisando artículos de revistas o libros virtuales. Fue uno de los
primeros nueve ingenieros que obtuvo una beca de la Central, para seguir un PhD
en el extranjero.
La Ley
Orgánica de Educación Superior (LOES) rige desde el 12 de octubre del 2010. En
la transitoria decimotercera se señala que el requisito de doctorado o PhD para
ser profesor principal, en una universidad o politécnica, será obligatorio
luego de siete años a partir de la vigencia de la norma. De no cumplirse, los
profesores titulares perderán esta condición. Según el artículo 14 del reglamento
de la LOES, para que un centro superior sea considerado de investigación deberá
contar al menos con el 70% de su planta docente con PhD.
Pero a
tres meses (93 días) de que termine ese plazo, las universidades están lejos de
alcanzar el porcentaje. Frente a eso, incluso el secretario de Educación
Superior, Augusto Barrera, habló de ampliarlo. Lo hizo en el marco del análisis
al proyecto de reformas a la LOES. Si bien admitió que esta tuvo un efecto
positivo en el sistema, reiteró que es otro momento.
En el
2008 había 482 profesores con PhD; en el 2012, 1 056, con doctorado, de 33 720
catedráticos. Hasta el 2016 eran 2 776, de un total de 36 272, detalló
Senescyt. Enrique Santos, titular del Consejo de Educación Superior (CES),
anota que el plazo fijado en la LOES solo puede ser eliminado o ampliado con
una reforma.
Desde esa
entidad, hace dos años -asegura- se estableció que los profesores principales
sin doctorado pasen a llamarse “principales del escalafón previo” (Reglamento
de carrera y escalafón docente). A su juicio, se debe conservar esa condición
sin necesidad de ampliar el plazo. Con ello, luego del 12 de octubre, cuando
los docentes obtengan el doctorado y cumplan con las publicaciones, pasarán a
ser principales del nuevo escalafón (principales 1).
Esta
sugerencia fue expuesta en la Comisión de Educación de la Asamblea y en la
Senescyt, indica Santos. “Extender el plazo no es adecuado”. Mientras, en las
‘universidades se ha buscado alcanzar la meta. En la Escuela Politécnica
también se implementó un plan para que los catedráticos estudien en el extranjero.
Su
rector, Jaime Calderón, dice que 63 profesores aún se preparan, mientras que
114 titulares ya cuentan con ese tipo de especialización: el 50% de los de
tiempo completo. Andrés Rosales obtuvo su PhD en sistemas de control orientados
a la robótica en la U. Nacional de San Juan, Argentina. En el 2009 se ganó una
beca del Servicio Alemán de Intercambio Académico. Tras terminarla fue
contratado en la EPN.
Ocurrió
en el 2014 cuando se jubilaron más de 400 catedráticos. La beca costó
aproximadamente 60 000 euros. Antes de llegar a la Politécnica, él trabajaba en
el sector público, en proyectos hidroeléctricos. En esa línea, el vicerrector
de Formación Académica y Profesional de la Universidad Estatal de Guayaquil,
Fernando Sandoya, asegura que 92 de los 3 400 profesores titulares y
contratados tienen doctorado. Para él, los siete años de plazo que otorga la
normativa son muy cortos. “Se requiere unos 15 años para hacerlo”.
En las
universidades privadas también los profesores se preparan para obtener los doctorados.
El rector de la Universidad Salesiana, Javier Herrán, explica que 53 doctores
dictan clases allí, lo cual equivale al 5% del total de profesores. Otros 217
cursan sus programas de PhD en universidades como la de Ferrara, en Italia;
Lyon, en Francia, en la Politécnica de Madrid, entre otras. Según el rector de
la Central, Fernando Sempértegui, contaban con 11 maestros con PhD o doctorado,
antes del 2014.
Hoy son
114, que fueron contratados bajo concurso de merecimientos y oposición.
Equivale al 35% de la planta docente. Entre los maestros con ese tipo de grado
académico, que fueron contratados, está Darío Cepeda, de 42 años. Obtuvo el
doctorado en agroeconomía de la Universidad Agro Paris Tech, Francia, en el
2009. Él es Director de posgrado en la Facultad de Ciencias Agrícolas de la
Central. Lo más difícil de sacar su título -relata- fue adaptarse a otro país.
Incluso pensó en abandonar su especialización.
“La
selección del tutor es clave. Me ayudó a no abandonar lo que me propuse”,
recuerda.
La meta
de la Central es tener 400 profesores con PhD hasta el 2019. Alrededor de 300
docentes titulares, becados, aún se preparan en el extranjero. Los de las ramas
de la Educación y Derecho estudian en España; los de Administración y Economía,
en Argentina; los agrónomos, los veterinarios y los bioquímicos, en Bruselas;
los inmunólogos y genetistas, en Holanda; los ingenieros, en Nuevo México,
EE.UU., etc.
Uno de
ellos es Ayala, quien desarrolla su proyecto final para graduarse. Según el
convenio con la U. de Alburquerque, cuatro años se requieren para sacar el PhD.
Los dos primeros son de clases presenciales. El resto se destina al desarrollo
de la investigación final, que debe ser publicada en una revista indexada (como
tesis).
Mientras
él estudiaba el doctorado los dos primeros años, sus hijos acudían al Colegio
de Alburquerque. El mayor terminó la secundaria con buenas calificaciones y le
dieron una beca en la misma universidad, a la que acudía su padre. Ahora, el
chico cursa el primer año de Ciencias Políticas.
El PhD
Andrés Rosales es uno de los maestros con ese grado en la Politécnica Nacional.
Foto: Vicente Costales / EL COMERCIO
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